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apuestan por crear una comunidad energética

Roche Alto quiere pasarse a la energía renovable

15/12/2021 - 

CARTAGENA. Los vecinos de la urbanización de Roche Alto quieren pasarse a las renovables. Estudian el proyecto para constituirse como una comunidad energética renovable y ser la primera en ponerse en marcha en Cartagena y la Región.  

Hace unos meses se constituía una Comisión Técnica sobre energías renovables de la que forman parte junto al Ayuntamiento de Cartagena AREMUR, ANPIER, UNEF, la FAVCAC, AMUR y SOLTEC. Desde el Ayuntamiento de Cartagena se impulsa la constitución de comunidades energéticas, para que las propias comunidades de vecinos generen su propia energía renovable y Roche Alto se ha interesado en esta iniciativa, que beneficiaría a alrededor 100 viviendas unifamiliares y a un total de 400 vecinos.

Las comunidades energéticas locales (CELs) son entidades jurídicas, formadas por una agrupación de socios (como personas físicas, asociaciones, pymes, administraciones públicas…), que voluntariamente y con participación cooperativa, establecen sus objetivos en la obtención de beneficios energéticos, sociales, medioambientales y económicos, para los miembros de una comunidad o terceros.

La subida del precio de la luz ha supuesto una mayor receptividad en la población en la búsqueda de energías alternativas que nos ayuden a abaratar la factura que cada mes nos cargan en el banco. Los vecinos de Roche Alto así lo manifestaron durante la reunión que mantuvieron con Pedro Roca, delegado regional de UNEF (Unión Española de Fotovoltaica). Pedro les habló de los pros y los contras de poner en marcha una comunidad energética, pero hay datos que no tienen lugar a dudas. Invertir en una energía que generas y puedes distribuir abarata la factura. Seguirían pagando una parte de costes fijos, que son ineludibles, pero en las variables puede llegar a suponer hasta un 50% de ahorro cada mes.

Por otro lado, en cuanto a la inversión por vivienda, los costes oscilan entre los 5 y los 6 mil euros, aunque a día de hoy existen ayudas que pueden llegar a financiar más del 60% de la instalación (hasta 600 euros por kilovatio contratado), lo que supone un gran atractivo para animarse y cambiar a la renovable.

"Les dijimos que nos parece una buena idea, siempre y cuando el Ayuntamiento también se involucre", dice Paul Sixou, presidente de la asociación vecinal de Roche Alto.

"Este proyecto puede ser pionero a nivel europeo, porque tenemos un lugar que presta las condiciones adecuadas para la instalación de una planta fotovoltaica de uso comunitario", añade el representante vecinal, quien si bien reconoce que es "un proyecto embrionario", porque se desconocen las condiciones económicas "somos muy receptivos siempre que haya un interés real para nuestra comunidad". 

Hay asociaciones de productores de energía fotovoltaica que se están poniendo en contacto con comunidades vecinales para poner en marcha las producciones energéticas locales y  presentarles propuestas de este tipo. En este caso, en el de Roche Alto, el Ayuntamiento facilitaría un espacio municipal para poner en marcha esta pequeña planta fotovoltaica para darle servicio a la comunidad. La administración municipal firmaría un convenio a tres bandas: comunidad de propietarios- energética, la empresa que la pondrá en marcha y el Ayuntamiento, para facilitar que esas comunidades se vayan instalando mediante un contrato de cesión de la parcela, con el correspondiente pago de un canon.

Los gastos de inversión la asumen los vecinos, pero estas instalaciones tienen un porcentaje importante de subvenciones, tanto gubernamentales como autonómicas. La empresa interesada en hacer la instalación tramita las ayudas y facilita el trabajo a las comunidades. El Ayuntamiento impulsaría estas iniciativas proporcionando el solar, agilizando trámites y licencias.

Los ahorros en la factura eléctrica y contar con energía limpia no son los únicos beneficios, sino que los ciudadanos, a través de las CELs, tienen control sobre las decisiones de producción y consumo de la energía. Dichas comunidades deben destinar el beneficio económico, generado a partir de su actividad relacionada con la energía, a la reducción de costes de energía de los miembros de la comunidad o al desarrollo social de su entorno.

Además, el nivel de generación no puede superar el nivel de consumo y no se permite la posibilidad de compras de producción de energía ni su posible deriva hacia mercados especulativos financieros o de materias primas.

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