MURCIA. El fotógrafo parisino afincado en la Región de Murcia desde hace dos décadas Frederic Volkringer descubrió La Manga del Mar Menor allá por los años 70. Su mirada de artista descubrió entonces rincones llenos de belleza, de poesía y hasta de nostalgia en esta lengua de tierra bañada por dos mares, de playas blancas, incomparables atardeceres y monstruos de cemento. Precisamente, las singulares y dispares edificaciones que han ido invadiendo de forma caótica el antaño paisaje de dunas protagonizan su proyecto Manga Plage, una serie de 35 fotografías en blanco y negro que se exponen a partir de este lunes, a las 12.00 horas, en la Sala Glorieta Uno del Ayuntamiento de Murcia.
Estas fotografías muestran la belleza que, a pesar del boom urbanístico, sigue atesorando La Manga, así como las peculiaridades de unas edificaciones en las que está muy presente la geometría y en las que se pueden encontrar estilos muy diferentes... y hasta sorprendentes. Y es que en La Manga se pueden encontrar interesantes exponentes del Movimiento Moderno, obras de arquitectos tan prestigiosos como Antonio Bonet. "Nunca había visto nada comparable a La Manga, un lugar mágico, y allí estaba yo solo en una duna infinita en mitad de dos mares", diría el catalán cuando imaginó una planificación urbana muy diferente a la que existe actualmente. Edificios destacables de Bonet, Corrales y Molezún, Joaquín Sebares o Fernando Garrido conviven, no obstante, con otras obras que pueden resultar de dudosa estética, pero ya se sabe, 'para gustos los colores'.
La presencia humana brilla por su ausencia en estas imágenes de La Manga, lo que también puede resultar chocante para aquellos que conozcan esta zona turística en los meses de julio y agosto, cuando se llena de veraneantes.
"Miremos estas fotografías silenciosas, respetuosas, con benevolencia, con visión desenfadada, a veces con el enfoque más humorístico e indulgente, pero siempre esperanzado, ya que aún estamos a tiempo de recuperar este paisaje único y de excepción en el planeta tierra", indicaba con motivo de una exposición anterior el propio el artista, quien se dedicó a la fotografía tras trabajar en una multinacional suiza del mundo de la alta costura (para grandes creadores como Yves Saint Laurent, Courreges, Dior o Hermes).
Frederic Volkringer añadía que "puede que no nos guste la realidad representada en estas fotografías, pero son paisajes urbanos, vestigios de la arquitectura del boom turístico de los 60, y están ahí, lo queramos o no. Fueron construidos con inmediatez y falta de perspectiva, es un hecho". La mirada del fotógrafo busca la belleza en la naturaleza que rebela, en el contraste, en lo aparentemente feo y hasta en lo irónico de algunas estampas. Porque, a pesar de todo, La Manga sigue enamorando.