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hecho a mano / OPINIÓN

Reflexiones de una mujer con hijos

7/05/2023 - 

MURCIA. Sexo: mujer. Edad: cuarenta y nueve años. Día: sábado. Hora: 7.00 p.m. Lugar: Cualquier parque. Estado: Vigilante. Mundo interior: ¿Qué hago yo aquí?

En un día como hoy, quiero decirles algo: las mujeres hemos perdido el norte (o nos lo han hecho perder). ¿Me pillan? Muy fácil, ¿qué hace una mujer de cuarenta y nueve años un sábado a las siete de la tarde vigilando a su hijo pequeño en un parque? Esto va totalmente contra natura. El estado natural debería ser en una larga sobremesa delante de un copazo, echándote unas risas con los amigos.

Pues sí, en estas estamos, casi cincuentonas y cincuentones en plena crianza, en lugar de estar disfrutando de los últimos diez años buenos que nos quedan, como diría mi cuñado. Qué cabía esperar de nosotros si hemos crecido entre minis de cerveza y calles donde, para cambiar de garito, no había otra que rozarte la cebolleta porque no cabía ni el aire que respirabas. Esos somos nosotros, los de litros de alcohol corriendo por nuestras venas. No quiero que parezca que hago apología de las drogas blandas, pero ¡qué tiempos! Lo recuerdo con nostalgia.

Como si esto no fuera suficiente, la solución que nos plantean es congelarnos los óvulos, ¿en serio? Pero ¿cuándo pretenden que seamos madres? Al final, la Obregón va a resultar ser una madre en la flor de la vida. Las mujeres tenemos que parir entre los veintitantos y los treinta y pocos… y con los huevos frescos. Para ello, el quid de la cuestión es la estabilidad laboral y muuuuucha conciliación (desde el estado, desde la empresa y por y para la pareja).

Aunque me dejo muchas cosas en el tintero de este tema no quiero terminar sin hacerles un merecido homenaje a nuestras madres. Ellas sí que son unas profesionales. Por ello en el título me he reconocido como mujer con hijos, porque miro a mi madre, a mi suegra, a las abuelas de mi alrededor y no me siento digna de una palabra tan grande, aunque me esfuerce cada día.

"Ni un atisbo de egoísmo roza su alma"

Nuestras madres nos han dedicado tiempo de calidad y en cantidad. Lo del tiempo de calidad es un rollo que nos hemos inventado nosotros para acallar nuestras conciencias. Lo han hecho todo primorosamente: las croquetas caseras y los guisos con su chup-chup (no el Yatekomo de turno), nos han cosido vestidos para ir todos los hermanos iguales (no los Primark), han estado a los pies de nuestra cama cuando hemos estado malitos (no nos han dejado con la chica), se han pasado el día preparando sándwiches de nocilla y tarta de la abuela para nuestro cumpleaños (y no un chachipark), han ido a recogernos al cole a nuestra hora (y no pasar eternas tardes de extraescolares). Y lo siguen haciendo con sus nietos, por ellos y por nosotros como hijos, porque siempre han buscado lo mejor para nosotros. Ni un atisbo de egoísmo roza su alma. Ahora no, ahora nosotros vamos primero. Y no lo digo a modo de juicio, yo estoy reflejada en todos esos "y no". Hacemos lo que podemos. Ellas han sido precisamente las que han alentado a sus hijas a la independencia económica y las que han traído hasta aquí a las "nuevas madres".

Nos ha pillado toda la transición de paradigma viviendo como pollo sin cabeza. Confiemos que, con nuestras reivindicaciones, al menos consigamos dejarles a nuestros hijos una vida con una conciliación mejor que la que nos ha tocado vivir a nosotros. Ese será nuestro legado.

Feliz día de la madre. Gracias por su lectura.

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