CARTAGENA. La delicada situación del Mar Menor, con episodios como el conocido como “sopa verde” de 2016, que acabó con la mayoría de las praderas de macroalgas y fanerógamas marinas de la laguna, junto a la DANA de 2019, ha provocado que la laguna salada haya perdido su capacidad de autorregulación. Las distintas presiones recibidas, desde la agricultura intensiva hasta el turismo, pasando por la actividad minera o ganadera, ha hecho que sea necesaria una intensa aplicación de determinadas actuaciones que permitan reestablecer los equilibrios en la zona.
Una de estas actuaciones es lo que, desde el Ministerio de Transición Ecológica (Miteco), dentro del 'Marco de actuaciones prioritarias para recuperar el Mar Menor' (MAP), llaman como ‘soluciones basadas en la naturaleza. “Las especies exóticas colonizan cada vez más, afectando a un mayor impacto de las inundaciones. No teníamos experiencia en quitar acacias, por ejemplo. Ahora se está plantando vegetación autóctona en las ramblas que permita mejorar el estado natural de todo el entorno de la laguna”, afirman fuentes del Ministerio implicadas en el MAP.
Las actuaciones de restauración ecológica, dentro de una franja perimetral de al menos 1.500 metros alrededor del Mar Menor, tienen como objetivo eliminar las afecciones directas que la entrada de nutrientes y fosfatos. “Lo que pretendemos hacer es la restauración ecológica más ambiciosa de Europa”, advierten los técnicos implicados en las distintas actuaciones. En este sentido, señalan, el objetivo fundamental es la restauración de los ecosistemas en la citada franja perimetral del Mar Menor junto a la creación de un cinturón verde.
Este cinturón verde se basa en un llamado “sistema de actuaciones modulares”, apuntan desde el Miteco. Consta de tres apartados: humedales seminaturales, filtros verdes y áreas de renaturalización. Los humedales seminaturales están asociados a cursos de agua permanentes y se sitúan al borde de la laguna. Tienen como objetivo fundamental reducir los efectos de las avenidas, esto es, de las áreas urbanas, y las aportaciones de sólidos en suspensión y nutrientes que tienen lugar en las mismas. Hay que señalar que poblaciones como Los Alcázares están situadas en zonas que, naturalmente, son muy inundables. Por ello se busca que, en el transcurso del agua que pasa por estas zonas, se reduzca la carga de nutrientes del agua, favorecer la evaporación del agua dulce, recuperar el paisaje tradicional del mediterráneo y contribuir a la preservación de la biodiversidad. Están proyectados tres humedales, con una superficie de 110 hectáreas y una inversión de 17 millones de euros.
Por su parte, los filtros verdes son instalaciones donde se procesa el agua del acuífero con el objetivo fundamental de mejorar su calidad y, dependiendo de donde se encuentre, devolverla al acuífero o utilizarla incluso para el riego.
Finalmente, las áreas de renaturalización consisten en un sistema de áreas relativamente amplias, que se unen a otras semejantes y a la red de espacios protegidos para realizar las actuaciones que permitirían recuperar la conectividad ecológica entre Cabo de Palos, el Albujón y la Sierra Minera. Todo ello, a través de un proceso de negociación con los propietarios de las diversas zonas que permitan reestablecer la naturaleza en el Mar Menor.