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EL RINCÓN DE PENSAR... EN LA EMPRESA / OPINIÓN

¡Que viene el lobo!

3/01/2022 - 

MURCIA. Muchos recordamos esa fábula que tal vez nos contaron en el colegio o nos leyeron nuestros padres antes de dormir. Me refiero a la que lleva por título Pedro y el lobo: aquel pastor que en dos ocasiones hace salir de casa a sus vecinos al grito de "que viene el lobo" para que le ayuden a proteger sus ovejas del depredador, engañándoles y burlándose de ellos cuando acuden y descubren que no hay ningún lobo. Al cabo, la tercera vez, el lobo viene de verdad, pero los vecinos no acuden a la llamada pensando que les volvía a engañar. Y es entonces cuando el lobo devora las ovejas del pastor.

Y como toda fábula tiene su moraleja. La de ésta: no digas mentiras, porque el día que cuentes la verdad, nadie te creerá.

Sobre el valor de la verdad  y cómo su pérdida es -en mi opinión- una pandemia incluso peor que la covid-19 ya escribí en esta cabecera.

Pero, ¿por qué traigo esta fábula a un espacio en el que suelo escribir de temas relacionados con la empresa?

"muchos de nuestros políticos de todos los colores son una auténtica lacra para nuestra economía por faltar con frecuencia a la verdad"

Pues porque pienso que en cualquier entorno económico, y en especial en el de la sociedad actual, es necesario recordar no sólo el valor de la verdad, sino la necesidad de ésta para el propio crecimiento económico. Y me refiero fundamentalmente al entorno macroeconómico, aunque también a nivel microeconómico la verdad es necesaria para el crecimiento.

Voy a intentar explicarme. A pesar de las innumerables veces que –desgraciadamente- hemos podido contrastar esa definición de economista como "experto que mañana sabrá explicar por qué las cosas que predijo ayer no han sucedido hoy", me parece que todos estamos de acuerdo en que la economía se mueve por expectativas.

Por poner un ejemplo me voy a referir a la pandemia. A principios de 2020 desde luego no imaginábamos lo que se nos venía encima. Como mucho habíamos visto en televisión noticias sobre alguna enfermedad vírica grave en países del África subsahariana a la que –algunos- calificaban de epidemia. Pero nunca pensamos que algo así podía llegar a propagarse, y menos en países desarrollados.

Sin embargo, el 11 de marzo de 2020 la OMS declara el brote de coronavirus pandemia mundial. Y sólo 3 días después todas las bolsas mundiales sufren una de las mayores caídas de su historia.

A finales de octubre de 2020 se produce un récord de contagios en Estados Unidos y se establecen nuevas restricciones en Europa que también tienen su reflejo en la Bolsa.

Y por poner dos ejemplos más, en 2021 aparecen y se propagan dos nuevas variantes: Delta en julio de 2021 y Ómicron a finales de noviembre de 2021.

Gráficamente vemos el impacto de esas noticias en la Bolsa (con todo lo que ello supone) en el siguiente cuadro:

Evolución del IBEX-35 durante los dos últimos años. Fuente: Bolsa de Madrid.

Pero el impacto no sólo es por la enfermedad sino también la forma de afrontarla y de "comunicarla" por parte de las autoridades de los diferentes países. Las expectativas derivadas de esas noticias nos han hecho variar hábitos de consumo y de ahorro, han determinado nuestra forma de invertir, etc. O sea: han cambiado nuestra economía.

Otra fuente muy importante de generación de expectativas son los gobiernos, los partidos políticos con sus programas electorales, los organismos internacionales, etc. Y, sin derrotismo, me parece que muchos de nuestros políticos de todos los colores son una auténtica lacra para nuestra economía. Y son una auténtica lacra por faltar con demasiada frecuencia a la verdad.

"No estoy del todo de acuerdo con la afirmación de que el dinero es siempre miedoso"

Pensando en los partidos que están o han estado en el Gobierno de nuestro país -sin excepción-, todos tenemos en la cabeza titulares araneros y promesas incumplidas: desde que estamos jugando en la "champions" de la economía poco antes de una crisis anunciada, pasando por promesas de bajadas de impuestos que luego se convierten en subidas, "decretazos" que cambian completamente las reglas del juego y arruinan negocios que habían sido fomentados por esos u otros gobiernos, o previsiones de crecimiento que no se cumplen porque están hechas sobre bases completamente irreales.

No estoy del todo de acuerdo con la afirmación de que "el dinero es siempre miedoso". Pero sí de que huye de la incertidumbre y de la inestabilidad. Siendo tan amplio el abanico de posibilidades de inversión (también geográficamente), la mayoría de los inversores evitan incurrir en situaciones en las que perciben que están asumiendo un riesgo innecesario.

Y un riesgo innecesario muy importante es la incertidumbre añadida de un gobierno incoherente. En esta materia, cuando de manera sistemática no se cumple con la palabra dada solo cabe pensar en dos opciones: o los responsables de la economía son unos ignorantes o unos impostores. Y no sé cuál de ambas opciones es peor para la economía.

Lo que me parece claro es que sin verdad no hay crecimiento económico posible.

Javier Giner Almendral 

Economista

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