CARTAGENA. Nombrado rector por el Gobierno regional de Valcárcel, a propuesta de Cristina Gutiérrez Cortines, a la sazón consejera, el Aparecido llegó a Cartagena en 1998 para ayudar a desarrollar la UPCT, recién fundada por segregación de la Universidad de Murcia. Con la imprescindible ayuda del gerente, José Vicente Albaladejo, y de un equipo rectoral variado y competente, aquella experiencia fue, justo es decirlo, un éxito, al frente de la cual figura ahora la primera rectora de una politécnica. Poca broma. Es justo constatar que ese éxito no se debió solo a las actuaciones de los que formábamos parte de la universidad, sino también a la excelente acogida que le dispensó la ciudad a la nueva institución y a la generosa y eficaz colaboración de varias de sus personalidades, que sentían, como tantos otros vecinos, un genuino amor por la trimilenaria. No se trata ahora de mencionar a todos ellos, tarea casi imposible, ni siquiera a los más destacados, sino solo a tres de los que se nos fueron, con los cuales el Aparecido estableció cordiales amistades.
"el pasado sábado, 13 de noviembre de 2021, se nos ha ido Leopoldo Sánchez, el pintor cartagenero que se encargó del retrato del rector"
El primero en fallecer, en enero de 2012, fue Manuel Pérez de Lema, que detentó simultáneamente la dirección de la COEC y la Cámara de Comercio de Cartagena, lo que ya da una idea del liderazgo que ejercía entre los empresarios cartageneros. Fundador de una Academia Superior, en las que se impartían algunos grados universitarios, era un incansable trabajador, dotado de una potente oratoria. Igual que se implicó en crear Cartagena Puerto de Culturas y en reclamar un hospital para la ciudad, que se concretó en el de Santa Lucía, apostó desde un principio por la UPCT. Al poco de llegar el Aparecido, ya Lema se puso en relación en él y empezaron a dialogar de los más variados temas, cuyo único denominador común era Cartagena y su Comarca. Le dio por invitarlo a impartir una conferencia en cada una de las jornadas empresariales que anualmente organizaba, lo que facilitó la conexión de la universidad con la ciudad, y en particular con las empresas, que fue desde el comienzo uno de los objetivos del rector. Solían cenar juntos periódicamente en el Petit Jeringal, un encantador restaurante afrancesado cercano a La Aparecida, donde, sin más testigos que la posadera y un mochuelo, podían departir y conspirar confiadamente, solicitando, por ejemplo, de común y temprano acuerdo la llegada del AVE a la ciudad. Toda Cartagena sintió su pérdida y, en su nombre, hay ahora que repetir el agradecimiento del que se hizo acreedor y el pésame a su viuda, la inteligente María Jesús.
Tras él se nos fue, en agosto de 2020, José del Pino Arabolaza, un ingeniero que dirigió la fábrica de motores de Navantia, presidió la Cruz Roja de Cartagena y fue nombrado primer presidente del Consejo de Participación Social de la UPCT, puesto que desempeñó con gran inteligencia y cordialidad. Persona desprendida y cariñosa, que dedicaba la mayor parte de su tiempo libre a trabajar por los demás sin remuneración económica alguna, trabó amistad con el rector desde el primer momento. A diferencia de lo que sucedía en otras universidades, en las que el rector y el presidente del Consejo Social eran proclives a competir e incluso a chocar, Pino siempre mostró la mejor disposición a colaborar y no buscar otro interés que potenciar la UPCT. Siempre animoso, fue condenado a unos pocos meses de prisión por haber colaborado en la aceptación de unas facturas falsas, aunque el juez consideró de justicia (y lo era) explicitar que nunca persiguió con ello lucrarse, sino solo beneficiar a su empresa, lo que era tanto como decir a sus trabajadores y a Cartagena. Incluso en ese trance fue generoso: no miraba por él, sino por la empresa, de cual no era propietario. Exceso de celo, que diría un militar. Persona de gran visión, premiado con la Laureada Cantonal, fue uno de los primeros en señalar que el hidrógeno sería clave en las industrias energéticas del futuro, cuestión que hoy, años después, en plena transición ecológica y energética, goza de plena actualidad. Un tipo genial y gran corazón, a cuya viuda, Concha, hay que expresar la admiración y agradecimiento que sentimos por el que fue su enamorado marido.
Finalmente, el pasado sábado, 13 de noviembre de 2021, se nos ha ido Leopoldo Sánchez, el pintor cartagenero que se encargó del retrato del rector y le regaló los dibujos que figuran en su recientemente publicada biografía de Wallace. Gran artista plástico, que no solo pintaba y dibujaba viñetas de tebeos, sino que también escribía todo tipo de relatos, a veces ilustrados magistralmente. Muy relacionado con el mundillo cultural de Barcelona de los años 70 y 80 del pasado siglo, su figura alcanzó proyección internacional a raíz de una exitosa gira de exposiciones que realizó por los Estados Unidos. Afincado desde hacía años cerca de Galifa, en su acogedor caserón rural, rodeado de un frondoso jardín semisalvaje, organizaba tertulias culturales en las que nunca faltaba un surtido de los mejores güisquis. En la penumbra de su salón, con las paredes saturadas de todo tipo de carteles y cuadros, escuchando música de los años 30 y 40, pasó el Aparecido muchas veladas sumamente agradables e interesantes, en las que el humor y la ironía nunca estaban ausentes. Trasmitamos a su viuda, la también valiosa pintora Nydia, y a su hijo, un profesor que nos deleitaba con sus interpretaciones musicales (inolvidable su versión de Cheek to cheek) nuestro profundo pesar por la orfandad en las que nos deja su marido. Y rogamos a cada creyente que dispense una oración por las almas de estos tres grandes defensores de Cartagena, desde el mundo de la empresa, de la ingeniería y de las artes respectivamente, pero también promotores de la UPCT.
JR Medina Precioso