MURCIA. ¿Para qué sirve un debate electoral? Un cuerpo a cuerpo entre candidatos es una buena oportunidad para confrontar ideas y para despejar dudas entre el electorado; pero el éxito de estos escaparates depende de los propios protagonistas, de los aciertos o desatinos en el arte de la dialéctica. El primer debate electoral de los comicios del 10-N, celebrado en el Real Casino de Murcia y organizado por el Círculo de Economía, comenzó con una aburrida exposición de cifras cruzadas y prosiguió con intercambios de golpes -ya más amenos- entre los ponentes, ávidos de batalla ante la inminente llegada de las urnas.
Los seis candidatos -sólo una mujer, por cierto: la cabeza de lista de Vox, Lourdes Méndez- evidenciaron dos bloques bien diferenciados, antagónicos en su visión de la economía y enfrentados en su posición con Cataluña, y colocaron al PSOE en el ojo del huracán. Si en las anteriores elecciones -tanto generales como autonómicas- PSOE y Unidas Podemos entablaron una tregua tácita en sus encuentros, el primer debate del 10-N deparó una lucha sin cuartel entre Pedro Saura, representante del Gobierno nacional, y Antonio Urbina (Unidas Podemos) y Óscar Urralburu (Más País). Los tres se enzarzaron especialmente en el tema que monopolizó la noche: el reparto de culpas por la repetición electoral.
Pedro Saura, fiel a su estilo, fue el más hiperactivo de todos. Tomándole poco a poco 'el gusto' a su papel de emisario del Gobierno tras muchos años de carrera en el hueco de la oposición, el pachequero fue un torbellino: pidió la palabra constantemente, levantó la voz con frecuencia, expresivo y enérgico, y lo mismo cargaba contra las políticas de PP, Cs y Vox que lanzaba fuego contra Podemos y Más País. A diestro y siniestro. Machacó la economía con un carrusel de datos 'positivos' ("confianza", prima de riesgo y crecimiento) y reivindicó por activa y por pasiva la necesidad de un "gobierno estable y fuerte".
Juan María Vázquez no es Teodoro García, ni tampoco lo pretendió. Ausente el secretario general de los populares por sus mil compromisos, en su lugar acudió el número dos al Senado por Murcia. Vázquez se movió en una tecla monocorde, poco dado a los aspavientos. No se vio exigido porque el fuego cruzado, centrado en Saura, no le salpicó, salvo en el capítulo del Mar Menor, donde le cayeron críticas por formar parte del partido del Gobierno regional. Le faltó fuerza para imponer su relato, en el que apeló constantemente a la herencia económica de los populares, aunque le favoreció que los adversarios no le buscaran las cosquillas. "Va ganando el PP", bromeaba un asistente en el debate ante las disputas de los candidatos de izquierdas.
Miguel Garaulet, que ya acumula varios debates en su experiencia, tuvo que hacer frente a un nuevo escenario para él: ocurrió cuando le afearon que su partido "es cómplice de la inacción del PP en el Mar Menor", como así le recriminaron. Ciudadanos no tiene responsabilidades pretéritas en la laguna, naturalmente, pero su alianza con el PP para formar Gobierno le obliga a hacer un esfuerzo por diferenciarse del PP. Sus rivales conocen ese punto débil e intentan aprovecharlo.
Lourdes Méndez es la dirigente más preparada de Vox en la Región, avalada por una experiencia política de más de 20 años en las filas del PP. Desde el principio dejó claro su ideario, radicalmente distinto al del resto de candidatos, y colocó sus temas: apoyo a las familias, "Golpe de Estado" en Cataluña, devolución de las competencias autonómicas al Gobierno central, "el Estado de los Autonomía como mayor enemigo del progreso"... Curiosamente, fue la primera también en mencionar a Franco.
Antonio Urbina y Óscar Urralburu manejan un discurso similar, idéntico en el diagnóstico de los problemas (mejora del salario mínimo, "fiasco" del modelo productivo) y muy parecido a la hora de aplicar sus tratamientos. Sólo le diferencian su posición ante la investidura. Y se enredaron en esa cuestión. Hay algo que produce más hastío que una repetición electoral: escuchar a líderes políticos cómo se culpan los unos a otros de su fiasco.
Podemos Región de Murcia está huérfano de líderes sólidos y Urbina, que sustituyó a Sánchez Serna, apela a la marca nacional, a Pablo Iglesias. Urralburu, que le tocó sentarse al lado de la representante de Vox, es buen orador, pero se juega mucho el 10-N: en el espacio de la izquierda en la Región, apenas hay sitio para dos partidos. El mensaje de Urralburu en el debate pasó por repetir cuál iba a ser la postura del PSOE y Unidas Podemos a la hora de pactar.
Cataluña apenas tiene incidencia en el día a día de los murcianos, pero es una cuestión que preocupa en la Región. Los partidos lo saben y buen parte del debate giró sobre Cataluña. Posturas muy claras. El Mar Menor, asunto serio, arrancó el compromiso de PP y PSOE de colaborar entre administraciones, pero acabó en otra cuestión que cabrea a la ciudadanía: políticos peleados en vez de proponer soluciones.