COMO AYER / OPINIÓN

Primavera sin fiestas (pero con recuerdos)

8/04/2021 - 

MURCIA. Ya conté en otra ocasión que los dos grandes festejos de nuestras Fiestas de Primavera, el Bando de la Huerta y el Entierro de la Sardina (que otra vez han quedado aparcados debido a la pandemia) tuvieron su origen en el carnaval murciano, mediado el siglo XIX, y no pasaron al lugar del calendario en el que los hemos conocido hasta la transición a la centuria siguiente, cuando se resucitaron, después de dos decenios, como refuerzo a unas celebraciones pascuales que debían ofrecer un programa más atractivo que la mera corrida de toros para el incipiente turismo.

Ese turismo, que en nuestros pandémicos días tanto se echa de menos, fue el que provocó la forja de las añoradas fiestas primaverales, que en otro tiempo se llamaron de abril, pero que como no siempre eran abrileñas, se buscó para ellas una denominación más extensa, para que cupiera en la misma la celebración temprana o marcera.

"En 2021, con un poco de suerte, se podrán celebrar los 50 años del planeamiento actual de nuestras Fiestas de Primavera"

Una semana de alborozo, de gentío en las calles, de exaltación del terruño y de sus tradiciones, de aromas, sabores y sonidos característicos de la exultante primavera murciana. Una semana en la que los platos fuertes fueron tres, durante muchos años, ya que a los dos grandes cortejos provenientes del carnaval, se añadió con carácter estable y gran aceptación la Batalla de Flores.

Una semana, que no siempre fue una semana. Porque recuerda quien suscribe que el jueves de Pascua regresaban los escolares de la capital a los colegios, doblemente ensoñiscados por la trasnochada y por las ensoñaciones provocadas, la noche antes, por el Entierro de la Sardina.

Porque ha de saber (o recordar) el lector que, hasta 1972, el Bando de la Huerta solía ocupar la tarde del lunes, aunque no faltaron las incursiones en el mismísimo Domingo de Resurrección, coincidiendo con la procesión "del demonio"; la Batalla de Flores, el martes; y el Entierro de la Sardina, el miércoles. Este programa se alteró en muchas ocasiones, pero fue el que se desarrolló en los primeros años 70 y el que dejó paso, en 1973, a lo que hoy conocemos: Bando en martes (y festivo), Batalla en jueves (y más tarde su desfile sustitutivo) y Entierro el sábado. De modo que el año que viene, con un poco de suerte, se podrán celebrar los 50 años del planeamiento actual de nuestras Fiestas de Primavera.

El último desfile sardinero en miércoles, un 5 de abril, dio lugar al siguiente titular en el diario Línea: "Murcia, una luminaria en el Entierro de la Sardina". Y en la reseña, la referencia a la composición de un cortejo que contó con catorce carrozas (la mayor, Neptuno, con 25 metros de largo), nueve bandas de música y multitud de comparsas. La crónica también aludía a tres millones y medio de juguetes lanzados desde las carrozas; 7.000 bengalas en manos de los hachoneros y otras 3.000 en las carrozas; y un millar de participantes, entre tripulantes, músicos, comparsas…

Por entonces, las carrozas estaban vinculadas a los barrios de la ciudad y se exponían en las plazas principales de los mismos en vísperas de la cabalgata. Entre los números fuertes se contaba con la majorettes francesas procedentes de Montpellier y Avignon, y entre las atracciones clásicas, que aún hoy nos acompañan, la de los gastadores cocineros, esgrimiendo a modo de fusilería enormes cucharas, cuchillos y tenedores. Precisamente, la comparsa se recuperó en 1972, tras varias ediciones ausente.

Partieron los sardineros desde el solar anexo al antiguo Jardín Botánico, junto al Paseo del Malecón, y siguió un itinerario que permaneció durante bastante tiempo, enfilando la Gran Vía, que permanece como escenario primordial de la carrera, y doblando por Jaime I para regresar por Alfonso X, Santo Domingo y la llamada calle de Correos a la orilla del río y alcanzar, desde allí, el lugar tradicional de la Quema. Carroza-Guión, Neptuno, Infierno, Minotauro, Apolo, Baco, Vulcano, Centro Brujo, Mercurio, Júpiter, Venus, Centauro, Centro Chino y la Sardina fueron las plataformas que participaron ese año en el desfile.

Antes, en la tarde de ese martes que un año más tarde se convertiría en el día característico del Bando, se verificó la incruenta y fragante Batalla de Flores, con el concurso de 21 carrozas, entre las que obtuvo el primer premio del jurado la titulada Sapporo, obra de Conte, que fue presentada por el Departamento Marítimo de Cartagena, un homenaje a los exitosos Juegos Olímpicos celebrados ese año y en los que obtuvo una medalla de oro Paquito Fernández-Ochoa. Tras la contienda entre espectadores y tripulaciones en el recinto del Botánico, y el posterior desfile por la ciudad, se celebró en el Casino el tradicional Baile de las Flores.

Y concluyendo con esta cuenta atrás, a casi medio siglo de distancia, el lunes de Pascua salió el Bando de la Huerta. Nada que ver con la jornada multitudinaria de la antigua normalidad de nuestros días. Diez carrozas, 20 rondallas y algunas bandas de música. No había entonces peñas huertanas, y el concurso de las pedanías resultaba esencial para el desfile, sin menoscabo de la presencia de algunas localidades de la Región.

A través de grupos de música y baile o, sencillamente, de oferentes, con flores para la Virgen de la Fuensanta, estuvieron presentes en 1972, amén de la ciudad, 28 pedanías y siete municipios: Blanca, Ulea, Bullas, Abarán, Cehegín, Jumilla y Molina de Segura. Finalizado el recorrido del Bando de la Huerta, similar al del Entierro, pero llegando a Belluga desde la plaza de Cetina, los participantes realizaron la tradicional ofrenda de frutos y flores a la Patrona de Murcia, instalada en un altar levantado ante la Puerta del Perdón.

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