MURCIA. El Gobierno ha caído, viva el Gobierno. La vida sigue y, con más o menos turbulencias, el Ejecutivo encontrará más pronto que tarde la fórmula para sobrevivir a la rabieta de un partido con menos de la mitad de sus votos. Si resistió a la moción de censura, cuesta creer que esta nueva situación vaya a provocar algo más que una incómoda situación parlamentaria.
Sin embargo, no vengo aquí a teorizar sobre la gobernabilidad de la Comunidad murciana, una incógnita que será resulta más pronto que tarde, sino a poner el acento donde realmente toca: en el infame motivo -excusa o no- que ha iniciado esta bola de nieve.
Y es que no podemos olvidar que todo salta por los aires porque la Región de Murcia, al igual que otras 15 comunidades, asumió la responsabilidad de participar en el reparto de menores extranjeros no acompañados, los denostados menas. Más concretamente, a esta tierra llegarán 16 de estos niños.
16 jóvenes, simples chavales que buscan la oportunidad de ganarse la vida en una zona mejor, no suponen un inmenso quebradero de cabeza en materia de recursos. Ocupan tan solo la mitad de lo que sería una clase corriente en cualquier instituto y dudo que pueda suponer un coste inabarcable permitirles comer, estudiar y tener un techo. Vamos, el mínimo requerido para que cualquier persona pueda existir con dignidad.
"requiere de una concentración de odio superior el defender con convicción que 16 niños son una línea roja intraspasable"
¿Cómo de racista hay que ser para no soportar la sola idea de que 16 niños puedan optar a hacer su vida con las mismas oportunidades que los demás tenemos la suerte de compartir? La realidad queda expuesta, ninguna cantidad es tolerable. Todo menor que cruce la frontera debe ser abatido y devuelto a su país a la mayor brevedad una vez que haya sido debidamente descartado para futura estrella del fútbol mundial.
Debo reconocer que yo realmente me pregunto si esta concepción es realmente compartida por un número tan alto de personas. No hablo ya de los votantes, sino de los propios dirigentes, pues requiere de una concentración de odio superior el defender con convicción que 16 niños son una línea roja intraspasable. Y, sin embargo, henos aquí.
Siendo sincero, me gustaría poder entrar a razonar las ventajas de la inmigración. Dejando a un lado las bases éticas de solidaridad humana, resulta estratégica para la Región por una cuestión demográfica, puesto que sin la cotización de los extranjeros difícilmente seremos capaces de pagar las pensiones. También aporta un beneficio cultural incalculable una vez que se superan las barreras y prejuicios. No obstante, la razón poco puede aportar en un debate que ya se ha demostrado visceral, donde todo el mundo es asesino y violador en potencia hasta que se demuestre lo contrario. Todo el que se encuentre más allá de las fronteras debe ser considerado un bárbaro y tratado como tal.
Llegados a este punto, lo único que me reconforta es pensar que ellos mismos se han cavado su propia tumba al renunciar a la única oportunidad que han tenido y tendrán de ser decisivos en las políticas migratorias. La xenofobia extrema ha salido del Gobierno por su propio pie, seguro que los 16 niños se alegrarán de saberlo.
"El PP de la Región usa la infrafinanciación como comodín igual que la izquierda con Franco"