MURCIA. El 14 de noviembre de 1975, los soldados españoles abandonaban sin honor el Sahara con lágrimas y rabia contenida por no defender a unos compatriotas de etnia bereber que eran tan españoles como los murcianos. Era la conclusión de una trágica dictadura y el pago por el nacimiento de una democracia.
La guerra fría situó a los saharauis en la órbita soviética con Argelia, pero los españoles sentían una enorme simpatía por ellos, que se tradujo en apoyo al independentismo contra las tesis marroquíes.
La incorporación de España a UE y OTAN en 1986 no forzó al Gobierno del PSOE a modificar su posición respecto al Sahara, porque la guerra fría estaba languideciendo y la URSS no representaba peligro para las democracias occidentales.
"Desgraciadamente hay que aislar a Rusia hasta que su régimen no sea un peligro"
La desaparición de la URSS en 1991 convirtió a Rusia y Ucrania en suministradores baratos de cereales, petróleo y gas. Nuestra lealtad a la causa Saharaui parecía inquebrantable, pero apareció Putin y la amenaza ya era la "Gran Rusia", con agresiones en Chechenia, Georgia, Siria y Crimea, hasta que le llegó el turno a Ucrania y el Mundo Libre se decidió a pararlo.
La única posibilidad de frenar la amenaza imperialista rusa es limitar la guerra convencional a Ucrania y globalizarla a nivel económico. Desgraciadamente hay que aislar a Rusia hasta que su régimen no sea un peligro y eso supone un encarecimiento del precio de energía y alimentos, como la necesidad de una independencia energética total y efectiva.
La forma de sustituir el gas ruso es el gas de Argelia a través de Marruecos. Por lo tanto, España debe convencer a marroquíes y argelinos de la conveniencia de colaborar con la UE, a cambio de satisfacer la ambición expansionista de Marruecos sobre el Sahara y una mejora en la compra de gas que Argelia no pueda rechazar.
He aquí el inaudito "volantazo" unilateral de Sánchez, que en cualquier otra democracia hubiera necesitado de un pacto de Estado. La diferencia está en el bipartidismo imperfecto que arrastramos desde la Transición, con dos partidos que basan sus éxitos en un antagonismo ciego, incapaces de ver los problemas reales de los españoles para centrarse en los suyos, alianzas con separatistas, extremistas euroescépticos o nostálgicos de la guerra fría para rechazar la concordia liberal que ofrece Ciudadanos.
Nunca fue tan necesario un gobierno centrado que pueda negociar en la UE un reparto equitativo de los sacrificios derivados del conflicto, para que no vuelvan a recaer sobre los mismos de siempre, reduciendo precios con importaciones y empobreciendo a agricultores y ganaderos de la Región de Murcia. También para priorizar las reformas estructurales que España necesita, lucha contra la corrupción, neutralidad de las instituciones, apuesta decidida por la conciliación y las familias, oportunidades para los jóvenes, un Pacto de Estado por la Educación o el compromiso del 3% con ciencia e innovación.
Andrés Álvarez de Cienfuegos
Secretario de Programas de Cs