MURCIA. Confieso que la semana pasada estuve muy pendiente del trámite parlamentario en el Congreso de la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) para dotar de entidad jurídica al Mar Menor. Es más, me alegré de que fuese admitida a trámite dado que modestamente, también he participado en las manifestaciones, abrazos... y en la recogida de firmas.
Recuerdo que en mi etapa como presidenta se aprobaron en la Asamblea Regional iniciativas importantes sobre el Mar Menor que venían a completar las ya existentes y sé perfectamente que tiene todas las medidas de protección habidas; de hecho, en aquellos debates el primer contra-argumento era precisamente ese, que no faltaban medidas de protección.
"El Mar Menor es mi mar de recuerdos"
Admito que como no soy jurista sería pretencioso reproducir aquí argumentos muy serios que se han dado a favor y en contra de "dotar de entidad jurídica al Mar Menor" pero sí he leído y escuchado lo suficiente a quienes saben como para imaginar lo que supondría una Ley que dotara de ¡personalidad jurídica a un mar! Es decir que lo dotara de derechos propios, de procesos ágiles para defenderlo... una ley pionera en Europa, una ley que a continuación obligara a mover el sistema hasta el mismísimo Estatuto de Autonomía. Que modificara leyes y posiblemente suprimiera muchos de los ocho órganos de participación y protección actuales, creados a golpe de sopa verde, DANAS y peces muertos y que no sirven para nada.
Reconozco que estamos ante una iniciativa absolutamente pionera y diferente que habrá que pulir. Sé que defender su viabilidad e identificarme con los 639.826 firmantes me seguirá generando algún que otro disgusto. Ya me ha dicho algún tertuliano que lo que digo es una gran "tontada y jurídicamente imposible" y seguiré escuchando que los seiscientos cuarenta mil firmantes no significan nada porque hablar del Mar Menor genera empatía y "no sabían qué firmaban".
Por último asumo que me mueven las emociones. El Mar Menor es mi mar de recuerdos. Recuerdos ya de niña, de tardes de verano cuando mi padre le proponía a mi madre "vamos a darle un baño a los chiquillos" y los cuatro en la ISO por caminos de tierra —para evitar a la Guardia civil— terminábamos en el Floridablanca donde nos alquilaban una caseta para cambiarnos y guardar la ropa.
Pues confesado, reconocido, admitido y asumido lo anterior creo que los seiscientos cuarenta mil "desinformados" que firmamos sabemos que necesitamos nuevas leyes ante problemas nuevos, que cada periodo histórico necesita respuestas diferentes, que a la innovación, al cambio... se opondrán los de siempre y que no sería la primera vez que los de a pie, los que no se resignan, hicieran avanzar a un país. En eso estamos.
Rosa Peñalver Pérez.
Docente. Jubilada.