MURCIA. Pedro Peña (Córdoba, 1984) es un arquitecto español que triunfa en Suiza. Tras licenciarse por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Sevilla, decidió marcharse un año al país helvético para ampliar su formación, sin embargo, ya nunca volvió. Allí conoció al israelí Daniel Zarhy, su actual socio, el hombre con el que fundó el despacho de arquitectura STUDIOPEZ.
Su trabajo y prestigio son valorados y reconocidos a nivel internacional. Tanto es así que, actualmente, tiene en marcha dos proyectos de dimensión faraónica, proyectos cuya inversión supera los 300 millones de euros: el Palacio de Justicia en Jerusalén y el Nuevo Campus de la Universidad de Berna.
Aprovechando su viaje a España para participar en un ciclo de visitas a distintas azulejeras pertenecientes a Tile of Spain, el Grupo Plaza ha tenido la oportunidad de sentarse con él, entrevistarle y preguntarle acerca de su vida en Suiza, el uso de la cerámica en la arquitectura y la imagen de marca del azulejo local en el extranjero.
¿Cómo es la vida de un arquitecto español en Suiza? ¿Cuánto te ha costado llegar a triunfar allí?
Bueno, triunfar es una palabra un poco grande. Yo me fui a Suiza en el año 2009 a través de una beca de la Fundación Arquia. Mi idea era la de estar allí un año y pues ya van prácticamente para 16.
Durante tu etapa en Suiza, montaste STUDIOPEZ, un estudio de arquitectura del que eres cofundador junto con el israelí Daniel Zarhy. ¿Cómo os conocéis y cómo nace vuestra alianza? ¿Cuántas personas tenéis a cargo?
La idea de montar el estudio no fue repentina, sino que fue parte de un proceso. Empecé a trabajar en Herzog & de Meuron, que es un despacho bastante reconocido tanto en Suiza como a nivel mundial y, en medio de un proyecto para la farmacéutica Roche, conocí a Daniel Zarhy, mi actual socio. Entonces, empezamos a hacer algunas cosas juntos y, a raíz de un entendimiento muy bueno entre los dos, decidimos trabajar juntos. De ahí nace la idea de montar un estudio por nuestra cuenta. Actualmente, tenemos unos 16 arquitectos a cargo entre ambas sedes. Somos en torno a 6 personas en Basilea (Suiza) y 10 en Tel Aviv (Israel).
¿Es complicado gestionar una empresa con dos sedes en países tan distantes?
No ha sido muy complicado, ya que desde el primer momento yo me quedé en Basilea y Daniel en Tel Aviv. Hemos tenido siempre dos equipos y hemos estado viajando constantemente y encontrándonos en el camino. Desde el principio nos hemos compaginado muy bien. Además, hoy en día, plataformas como Google Meet o Sky lo hacen todo mucho más fácil.
Vuestra esencia radica en la diversidad, en la agilidad y en optar por la simplicidad frente a la complejidad, es decir, en buscar soluciones sencillas y sin complicaciones a los desafíos que se os puedan presentar. ¿Cómo se aporta esta sencillez a proyectos con una envergadura de la talla del Palacio de Justicia en Jerusalén (Israel) o del Nuevo Campus Universidad de Berna (Suiza)?
Precisamente, justo en estas obras, es donde mejor se expresa. Son proyectos que, a priori, cuando uno los recibe en bruto son muy muy difíciles de abordar. Sin embargo, poco a poco, cuando empieza a poder apreciarse nuestro trabajo, se ve con claridad tanto nuestras ideas como nuestro concepto.
Por ejemplo, si hablamos de Jerusalén, son volúmenes que se mueven, volúmenes, cada uno de ellos, que identifican alguno de los usos que tienen los distintos departamentos judiciales allí. Estos volúmenes se adaptan a las parcelas y reconocen la circulación del edificio en su interior. Por otro lado, Berna es un edificio que tiene una especie de calle interior que organiza todos los usos y que le da un aspecto de claridad al proyecto en cuanto a la representatividad se refiere. En ambos casos, son edificios que tienen muchos usos y que se unen en un solo volumen.
Por clarificar un poco la explicación, son proyectos que nacen de dentro hacia fuera y en los que buscamos no hacer el espacio más complicado de lo que ya de por sí puede ser por la complejidad de los usos que tienen.
¿Cuánto le puede costar al demandante, a nivel económico, un proyecto de esta magnitud? ¿Y, a vosotros, a nivel temporal, de diseñar y ejecutar?
A nivel económico, estamos hablando de proyectos que superan los 300 millones de euros en ambos casos. Pero también hay que tener en cuenta que no somos solo nosotros, sino que hay un gran grupo de profesionales que trabaja a nuestro lado. A nivel temporal, el proyecto de Jerusalén lo iniciamos en 2014, se paró en 2016, ha vuelto ahora hace un año y continuará hasta 2029 o 2030. El de Berna, empezó el concurso en 2018 y todavía estamos en fase de diseño, aunque ya se ha empezado la obra. Este concluirá en 2029. Son procesos muy largos en el tiempo.
Hablemos de cerámica. ¿Cuál es la relación de STUDIOPEZ con la cerámica? ¿Cuánto uso le dais?
En el día a día de nuestros proyectos, tenemos distintos materiales con los que trabajamos y la cerámica es uno de ellos, uno de los importantes. Obviamente, al ser yo español y conocer el uso de la cerámica en distintos ámbitos del edificio, siempre he buscado alguna forma de incorporarla a nuestros proyectos. Por ejemplo, en Suiza la hemos gastado en algunas renovaciones como efecto puntual. Luego, en Israel, tenemos un proyecto pendiente de ejecución en el que la queremos utilizar en la fachada.
¿Es la cerámica en la arquitectura un material muy demandado a nivel internacional? ¿Qué ventajas y desventajas tiene su aplicación?
Yo creo que, en primer lugar, tiene la ventaja de la versatilidad. También la de la sostenibilidad, la del peso y la de que es un material que puede dar una expresión arquitectónica por sí mismo gracias a su maleabilidad, tanto de forma como de color. Luego, a nivel internacional, la sostenibilidad es un punto muy a favor que tiene la cerámica, porque se recicla mucho y se intentan optimizar los procesos. Empieza a estar cada vez más demandada. Cada vez se recomienda más, sobre todo en nuevas aplicaciones, en aplicaciones menos convencionales.
Entonces, podemos decir que la cerámica le va bien a la arquitectura, ¿no? ¿Cómo ha cambiado y evolucionado su uso?
La cerámica es un material super versátil, puedes usarlo en suelos, techos, fachadas y muros indistintamente. Yo creo que aporta un gran valor añadido a la arquitectura. Se ha usado mucho históricamente. Cuando hablamos de sostenibilidad, reciclaje y puesta en valor es un material que ofrece muchísimas posibilidades. Está evolucionando muy positivamente y está empezando a utilizarse en lugares que no son los convencionales, como las fachadas.
La cerámica española está muy bien valorada a nivel internacional. ¿Cómo se ve en el extranjero la marca Tile of Spain? ¿Cuánto prestigio tiene y cuánto valoradas están las azulejeras de la zona?
La marca Tile of Spain aporta un valor añadido clave. Cualquiera que está dentro del sector de la arquitectura sabe que viene de España y que es una garantía en cuanto a la calidad del producto y del diseño. Está en constante competencia con el mercado italiano, cosa que también veo positiva para que ninguno de los dos se acople y ambos empujen para innovar.
Hablando de marcas, estos días has estado visitando distintas azulejeras de Castellón. ¿Qué balance haces de lo que has visto en ellas? ¿Qué es que más te ha gustado?
Este viaje me ha venido muy bien para conocer de primera mano el material y obtener una perspectiva más amplia de quienes son los posibles productores. Además, me han sorprendido muchas cosas. La primera es la cantidad de fábricas que hay. Luego, me ha gustado mucho la acogida y la claridad en la presentación del material. También las ganas de innovar y de hacer cosas interesantes con la cerámica. Diría que Castellón está viviendo un proceso de vuelta al origen, en el sentido de trabajar con material porcelánico y con la arcilla. Esto me ha sorprendido muy gratamente.
No sé si durante estas visitas habrás tenido la oportunidad de ver productos rompedores como Krion, de Porcelanosa, cuya composición hecha con una mezcla de material mineral y un bajo porcentaje de resinas de gran resistencia permite que sea moldeable, muy plástico y altamente versátil. ¿Qué posibilidades ofrecen este tipo de materiales?
No nos lo han enseñado, pero abre un abanico de posibilidades increíbles. Yo, donde le veo a la cerámica una mayor capacidad de uso dentro de la arquitectura, es en el hincapié del proceso de fabricación y en las capacidades del material por sí mismo.
¿Qué nuevos usos o aplicaciones le ves a la cerámica en la arquitectura que no hayamos visto hasta ahora? ¿Cómo puede innovarse a través de ella?
Un uso muy potente es la tridimensionalidad. La cerámica ofrece materiales, tanto a nivel interior como exterior, de una tridimensionalidad fascinantes. Este aspecto lo veo muy interesante. El hecho de no quedarse solamente con el azulejo aplicado en liso sobre una pared o fachada, sino el darle un aspecto más curvo o triangular para que genere una serie de efectos solo puede conseguirse con cerámica.
Cambiando un poco de tema. ¿Cómo se adapta la arquitectura al cambio climático? ¿Qué cambios está provocando?
La arquitectura es una disciplina y una realidad de un cambio lento. Los cambios a nivel tecnológico y social van mucho más rápidos que a nivel arquitectónico. Al final, necesitamos prácticamente de los mismos edificios que hace miles de años. Entonces, la adaptación al cambio climático viene dándose en diferentes aspectos. Uno es la forma de diseñar, es decir, somos más conscientes de que tenemos que diseñar edificios energéticamente más limpios, tanto en la energía que se consume como en la que se genera para hacerlo. Luego, hay una consciencia mayor a la hora de que el diseño funcione mejor durante su vida útil.
Para acabar, ¿te gustaría próximamente llevar a cabo algún proyecto en España? ¿Cuál te haría especial ilusión?
De momento, no tenemos ningún proyecto en marcha en España. Es un tema complicado, porque los concursos públicos aquí han decaído mucho y nuestra forma de conseguir trabajo es a través de ellos. Nos encantaría participar en alguno y trabajar, sobre todo, en el ámbito la extensión y renovación del patrimonio del siglo XX.