MURCIA. La pasión que el pintor Joaquín Sorolla ha despertado desde hace años en el vecino de Benimàmet, Jesús Hernándiz Badía, ha sido tan grande que hace tiempo tuvo la idea de reproducir, en su propia casa, dos obras del maestro en formato mural: una en el comedor y otra en una pared exterior que da al patio de su chalet, de tal manera que en el pueblo se ha ganado el título de “la casa de los Sorolla”.
Gracias a esta iniciativa y buscando información en internet sobre el artista –para su sorpresa, la de los vecinos y las autoridades de la población– descubrió que Sorolla había estado dos veranos en el pueblo donde pintó tres obras. Esto fue motivo suficiente para que el ciudadano escribiera la novela María de Benimàmet. Tras la otra musa de Sorolla, que recientemente ha presentando como un adelanto a los homenajes que se rendirán el próximo año al pintor valenciano, en el centenario de su fallecimiento registrado un 10 de agosto de 1923.
Este descubrimiento fue una buena noticia para la población, incluso para el cronista Vicente Benlloch y el alcalde José García Melgares, quienes desconocían que Sorolla había estado los veranos de 1894 y 1895 en Benimàmet y había pintado los cuadros El columpio, Familia joven valenciana y La mejor cuna. Este último se encuentra en paradero desconocido y del mismo solo se disponía de una fotografía en blanco y negro, misma que el artista urbano, José David Moya, conocido en las redes sociales como Ayom32, reprodujo en una pared del exterior de la casa de Hernándiz Badía, dándole color a la obra y apegado al estilo de la paleta que Sorolla usaba. “Este mural es el cuadro aquel que se perdió y le dije a José que lo recuperaramos para Benimàmet, pero a color. Se apoyó en un programa informático a color y con eso, más lo que él sabe, lo hizo”, explica el entrevistado.
Moya, también vecino de la localidad, es conocido por el arte urbano que imprime en persianas de comercios y por los murales de Sorolla que ha hecho; todos con la técnica de spray. El primero en el comedor de la casa de Hernándiz Badía, Paseo a orillas del mar. Luego, el mural Familia valenciana que por intervención del mismo escritor ante el Ayuntamiento, pintó de manera voluntaria el año pasado en un muro del Parque Lineal, para conmemorar el 125 aniversario de las visitas que Sorolla hizo a la población en los años citados y, por último, El columpio, que está a la vista de todos en “la casa de los Sorolla”.
La atracción del novel escritor por el pintor valenciano le surge desde niño al tener inclinaciones por el arte y el dibujo, ya que también desarrolla la pintura. Con su esposa Esther ha tenido la oportunidad de viajar y visitar museos de muchos países, llegando a la conclusión de que para ellos el mejor de todos es el dedicado a Sorolla, en Madrid.
“A nosotros el pintor que nos llena de energía y luz es Sorolla. Hemos visto otros como Goya, Velázquez, Picasso, en fin, cualquiera que me pongan de tantos museos que hemos vistando en ciudades como Nueva York, París, Roma, y a mi las obras que me hacen sentir algo con esa luz y ese movimiento, son las de Sorolla.”, expresa. Por eso al regresar de unos de sus viajes, hace dos años, su esposa le propuso poner un mural del artista en la pared del comedor, mismo que Moya realizó en un fin de semana, previa planeación, dado que aplicaría la técnica de spray.
De esto vino una consulta del escritor en internet y el descubrimiento de un capítulo de la vida de Sorolla en Benimàmet, que fue hilvanando con el apoyo del Ayuntamiento para darlo a conocer, hasta rematar con la decisión personal de escribir una novela. Cuenta que por ese entonces había leído el libro Las tres vidas del pintor de la luz, de Javier Alandes, con quien se entrevistó y le contó lo descubierto de Sorolla. Aunque estuvo a punto de pedirle a Alandes que contara esa historia en un libro, el formador y conferenciante lo motivó a convertir la historia en libro.
Es así como Hernándiz Badía se decidió a escribir el libro que se conforma por doce capítulos. “Me costó un mes escribir la novela. La historia yo la tenía adentro”, dice mientras agrega que su única experiencia en escritura eran textos culturales realizados en páginas y redes sociales, como la de @visit_benimmet_valencia, en Instagram, de la cual es propietario, y el grupo publico en Facebook dedicado a Joaquín Sorolla –con mayúsculas– de la que es miembro fundador, con casi 64,000 seguidores.
María de Benimàmet. Tras la otra musa de Sorolla es una novela que lleva algo de realidad y de ficcion, ya que el autor narra lo de los murales en su casa y lo de la existencia de una carta que Sorolla escribió a su amigo Pedro Gil, a quien le habla de una modelo que a sus ojos “es una diosa griega de la belleza y es negra como el betún” y que plasmó en el óleo de La parra, en 1897. De hecho, esta imagen ilustra la cubierta del libro de 172 páginas, que además contiene una galería de fotografías.
“El libro en sí es una novela valenciana en la que yo he intentado que aparezcan muchos pueblos como Alzira, donde Sorolla tenía familiares y lo visitaba bastante; Buñol, donde pasó veranos y pintó cuadros. Benétusser lo puse porque es mi pueblo natal y he querido que saliera. Catarroja, porque está la Albufera donde pintaba cuadros y porque ahí sacó la gastronomía valenciana”, explica. De hecho, el escritor también le da su espacio a la cocina valenciana mencionando comidas típicas familiares en torno a la paella y el all i pebre. “Es un libro costumbrista valenciano en el que también se habla de la forma de ser de los valencianos en torno a sus costumbres y su gastronomía”.
En la trama aparecen personajes importantes como Mariano Benlliure, Joaquín Agrasot, Manuel Benedito, además de Vicente Blasco Ibáñez que fue gran amigo de Sorolla, a quien Hernándiz Badía admira mucho y le ha dado un papel en la historia. “Leí varias novelas de él antes de escribir esto y creo que he cogido un estilo duro, trágico, como pasaba en las novelas de él, en que los personajes sufrían de amor, de celos, de muerte”, afirma.
“La historia está contada un poco con ese estilo en que la vida de nuestra vecina, María Beni, era dura y trágica en aquellos tiempos”, agrega el entrevistado, quien no duda en reconocer que escribiendo el final se le salieron las lágrimas porque sintió el sufrimiento de la protagonista durante toda la novela. Antes de escribir el libro, el autor investigó sobre la existencia de esa modelo que tanto impresionó a Sorolla, sin encontrar nada al respecto.
El trabajo de investigación que el autor hizo le llevó a estudiar y profundizar en el material encontrado en internet y en bibliotecas, relacionado con los tiempos en que el maestro Sorolla vivía. Esto le permitió describir costumbres, tradiciones y aspectos de sitios emblemáticos en los que el pintor se desenvolvía o hacía su trabajo, como por ejemplo la Malvarrosa. “De hecho estuve haciendo un viaje en el tiempo”. Pero los viajes reales que hizo hace años, en los que de alguna manera recogía información sobre el pintor –sin pensar en ese entonces en la creación de la novela –, le sirvió.
Hernándiz Badía, quien en su vida profesional se dedica a la banca, manifiesta su satisfacción porque el libro –como dice, “es muy suyo, muy personal” – ya está a la venta en Amazon. Además ha empezado a hacer presentaciones en bibliotecas públicas donde deja algunos ejemplares. “Estoy regalando libros a todas las bibliotecas de los pueblos que salen en las novelas, quiero que estén ahí. Mi ilusión es que en todas esas bibliotecas tengan el libro”.
En Paterna, Buñol, Burjassot y mismo Benimàmet ya entregó algunos y próximamente hará lo mismo en otras poblaciones. El escritor ha preferido editar el libro por su cuenta y evitar publicarlo con una editorial que podría convertirlo en “una novela muy bonita, pero finalmente de editorial” por los parámetros que establece, lo cual no le atrae. “Esta es una novela personal, mía. La he hecho yo porque no quería que me cambiaran nada. Lo que quiero es que dentro de cincuenta años, si alguien la coge y la lee, que diga ‘este tío hizo su novela. No es una más, es su novela’. Y eso, la gente, además de ver a Sorolla y a Blasco, verá y leerá también mi alma. Eso es lo que yo quiero”.
Dice que le gustaría repetir la experiencia de escribir un libro y aunque no lo tiene muy claro, no se resistiría a tomar de nuevo la pluma y escribir algo quizá sobre el arquitecto Santiago Calatrava, quien nació en Benimàmet, pero de momento se quiere dedicar a promover su novela “ya que Sorolla forma parte de mi vida y todos los días está ahí”.