MURCIA. "Con lágrimas en los ojos nos despedimos de todos vosotros y ponemos fin a tantos años de momentos felices que hemos compartido". Así anunciaban en redes sociales los propietarios de la mítica Tasca El Palomo del barrio murciano de Santa Eulalia que echaban la persiana para siempre.

Y es que "tantos cierres, restricciones y tan pocas ayudas" han asestado otro golpe a los bares de toda la vida de Murcia. Su actual propietario, José Luis Fernández Labaña, el hijo de Julio Fernández, quien fundó El Palomo en la década de los 70 en la calle Cánovas del Castillo se ha visto abocado a cerrar el negocio familiar.

Sus platos típicos murcianos y su buen ambiente convirtieron a esta tasca en el punto de encuentro de miles de murcianos durante tres décadas. Ahora, la pandemia y más concretamente las restricciones hacen que se sigan perdiendo lugares tradicionales de Murcia, como sucedió recientemente con La Papa, del Barrio de El Carmen, El Secretario, de San Antón, y tantos otros.

Desde el inicio de la pandemia en marzo y hasta diciembre de 2020 el 15% de las empresas de hostelería en la Región se vieron abocadas al cierre, lo que afectó a 1.300 de las 8.700 que se registraban a principios de año.