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protagoniza 'La isla del aire' en el romea el 20 de octubre

Núria Espert: "Los españoles tenemos un defecto muy fuerte: si no coincidimos, nos enfadamos"

8/10/2023 - 

MURCIA. Una gran actriz sigue siéndolo en todo momento y circunstancia. También cuando afronta la enésima entrevista de su vida, por teléfono y con un resfriado que atenaza sus cuerdas vocales. También cuando la conversación se prolonga más de lo aconsejable. El magisterio escénico de Núria Espert (Hospitalet de Llobregat, Barcelona, 11 de junio de 1935) estará el 20 de octubre en el Teatro Romea de Murcia con La isla del aire, obra de Alejandro Palomas dirigida por Mario Gas, en la que le acompañan Vicky Peña, Teresa Vallicrosa, Clàudia Benito y Candela Serrat. A los 88 años, el bagaje profesional de Espert solo parece posible con la suma de varias biografías, de tantos nombres como se ha probado en el escenario. Tras sus primeros pasos como profesional, mediados los años 50, se pone a las órdenes de José Tamayo en la compañía Lope de Vega. En 1959 ya tiene la suya propia, y con ella se va agigantando su figura con obras como Las criadas, de Jean Genet, o Yerma, de Federico García Lorca., que en 1971 le llevará a una gira mundial y a un gran salto en su proyección. Por si fuera poco, como directora escénica obtendrá resonantes éxitos, tanto en teatro como en ópera, entre otras con La casa de Bernarda Alba, de Lorca, La Traviata, de Giuseppe Verdi, o Carmen, de Georges Bizet. Hija Predilecta de Hospitalet de Llobregat, entre sus galardones más destacados figuran el Premio Nacional de Teatro, la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes o el Premio Princesa de Asturias de las Artes.

- Es la primera vez que entrevisto a alguien que publicó sus memorias hace más de 20 años [De aire y fuego, 2002]. ¿Cuántos capítulos añadiría hoy?
- Pues cambios importantísimos que le dieran un giro a esa biografía de hace tanto tiempo, no habría ninguno. Salvo que estoy sola, y mi esposo no está [falleció en 1994]. Todo lo demás, profesional y humano, todo continúa su camino. Las hijas queridísimas, una nieta maravillosa… bien. Esa parte de la vida está perfecta, y la profesional, mejor que bien.

- ¿Tenía hace dos décadas la idea de hasta dónde podía prolongarse su carrera en el tiempo?
- La verdad es que no lo he pensado nunca: las cosas se han producido con mucha naturalidad y hemos pasado de un buen proyecto a otro buen proyecto, o a otra cosa que no salía bien… pero nada remarcable. La carrera ha ido creciendo y cambiando con normalidad.

- Si en esta entrevista incluyésemos su currículo completo, no cabría una sola pregunta. ¿Qué no ha hecho Nuria Espert en el teatro?
- Pues a ver, revista… [ríe durante unos segundos]. Déjame pensar. Pues creo que nada más, que todo lo demás sí lo he hecho [vuelve a reír]. Farsa alguna vez, comedia un montón de veces, drama mucho y tragedia, la que tenía que hacer se ha hecho, sí.

- También me refería a lo que no es propiamente la actuación.
- Creo que todo lo demás… sí, claro, he sido productora y directora, aunque la actuación es el centro de mi carrera.

- Sus padres se conocieron haciendo teatro.
- Sí, así es. Fue haciendo la obra Terra baixa [de Ángel Guimerà]. Y mira, me llamo Núria por un personajito que anda por ahí, que es la Nuri… cuando mis padres se casaron y mi madre se quedó embarazada, ellos seguían haciendo sus funciones de aficionados, y el personaje de la Nuri era el más querido de todos. Por eso me llamo así.

- Y teniendo esta especie de predestinación, ¿concibió en algún momento de su vida un oficio alejado de las tablas?
- No, nada fuera de ese mundo. He hecho muchas cosas, como escribir, conferencias, todo lo que redondea una carrera cuyo centro es el teatro y la actuación. Y enseguida viene la direccion de óperas, la dirección de teatro… está bastante bien, he hecho bastantes cosas.

- Ha dicho alguna vez que los actores y actrices, más que artistas, son intérpretes, traductores de un lenguaje a otro.
- Sí, podría decirse así, ¿no? Intérprete es una palabra muy adecuada a la vida de un actor, que va traduciendo sentimientos, va traduciendo cambios sociales. Es muy buena palabra para definirnos.

- En su caso, decir que lleva toda una vida en el escenario no es una forma de hablar. ¿En qué se diferencian el teatro y la vida?
- No se diferencian: se complementan, se necesitan, se alimentan. Las sociedades se alimentan del teatro, de la cultura, de los libros, de la música, de la danza, de los árboles. Todo eso forma un mundo habitable que convive con un mundo que no es habitable, el de la violencia, el del yo, yo, yo, el del daño y la envidia, todo ese mundo siniestro y que en este momento en que hablamos nosotros es bastante siniestro. He visto evolucionar España, la he visto mal, luego mejor, después la he visto llena de problemas y luego la he visto con unos defectos que los españoles tenemos muy fuertes: no coincidimos. Y cuando no coincidimos, en lugar de seguir probando, nos enfadamos. E iríamos más rápido y sería más grande y deslumbrante el cambio si fuéramos más pacientes y respetuosos.  

"La cultura forma un mundo habitable que convive con un mundo que no lo es: el de la violencia, el del 'yo, yo, yo', el del daño y la envidia, todo ese mundo siniestro y que en este momento es bastante siniestro"

- Sus biógrafos señalan como clave el año 1954, cuando sustituye a Elvira Noriega en Medea, de Eurípides. Y seis años más tarde, el 8 de septiembre de 1960, está representando la misma obra en la antigua Pérgola de Castelló, al aire libre. ¿Es posible que fuera su primera actuación aquí?
- No lo sé, no recuerdo, la verdad, pero Castellón está muy cercana a mi vida, porque mi esposo se había criado de niño y adolescente en Castellón. Él le tenía un amor loco y yo, la verdad, le tengo un cariño sincero y he dejado muchos amigos en la ciudad, amigos a los que solo veo cuando voy a hacer funciones. Pero son amigos de toda la vida, como Antonio J. Gascó, porque esas amistades que giran en torno a algo que todos amamos, el amor por el teatro, queda vivo y no se marchita.

- ¿Algún personaje le ha marcado especialmente o le ha gustado más al interpretarlo?
Mira, yo creo que el que se lleva la palma es La buena persona de Sezuan, de Bertold Brecht… que dirigió Ricard Salvat, y que hicimos en catalán y en castellano después. Y me dejó para toda la vida el regalo enorme de sentirme identificada a fondo y hasta el final con un autor tan enorme como es Brecht. Teniendo mucho amor a casi todos los personajes, el de La buena persona… se lleva la palma.

- ¿Y en cuanto a géneros?
- Me muevo bien en todos ellos; la comedia la he utilizado menos, pero la amo y la he disfrutado cuando he tenido la oportunidad.  

- Se casa muy joven con el actor y director Armando Moreno. ¿Cabe en unas frases lo que él significó en su vida y en su carrera?
- Decir que Armando fue importante en mi carrera es poco, es ridículo. Fue mucho más. Efectivamente yo era muy joven: tenía 20 años cuando me casé, 21 cuando tuve una hija y 22 cuando tuve otra. Todo se hizo muy rápido pero después vino el crecimiento, el de los dos, y ambos nos complementábamos muchísimo y las cosas mas osadas que he hecho no las hubiera hecho sin Armando, eso es seguro. 

- Dijo que si no hubiera sido por García Lorca, hubiera sido una actriz pequeña. ¿Tan grande considera su influjo en su caso?
- Podría decirlo ahora también. Lorca fue definitivo. Desde que empecé a leerlo, ya estaba interviniendo en mi vida y decidiendo como acercarme a la poesía y cómo compaginar los roles con los poemas, cierto.

¿Quién le ha fascinado más sobre un escenario? ¿Y quién lo hace en la actualidad?
- He tenido muy buenos actores a lo largo de mi carrera, y en sus alrededores. Y como espectadora me he quedado atónita muchas veces, pero no he trabajado con nadie suficiente tiempo como para que influyera en mi modo de interpretar. Lo que puedo es aprender, y es lo que hago.

- Ha dejado dicho que en algunas obras dramáticas, prohibiría los aplausos al final, para no romper el clímax. 
- Sí, pero la idea no ha cuajado. Nadie quiere, ni los compañeros, ni el público… nadie quiere. Y quizá yo misma me sentiría un poco abandonada, si dijera la última palabra, nos levantásemos y me fuera. Así que quizá no fue una buena idea.

- ¿Qué le diría hoy a aquella niña que se subió con 13 años al escenario del Teatro Romea de Barcelona?
- [Piensa durante unos segundos]. Pues le diria que si pensaba dedicarse a eso tenía muchísimo trabajo por delante, toda una vida por delante para aprenderlo.

- Hace unos meses desmintió una información sobre su posible retirada. ¿Sigue interesada en interpretar ‘Antonio y Cleopatra’ de Shakespeare?
- No, eso ya pasó. En cuanto a lo otro, no se sabe pero la decisión viene sola, vendrá sola con el aplauso del público, con las giras estupendísimas. Ahí es donde se toman las decisiones.

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