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ANÁLISIS

No del todo a la medida de la regla de Taylor

8/06/2024 - 

Hace diez años, la Cámara de Representantes de EEUU debatió una ley para limitar la libertad de la Reserva Federal (Fed) para fijar la política monetaria a su antojo. Este tipo de propuestas eran muy populares entre los responsables políticos republicanos, pero muy controvertidas entre muchos economistas. Ambas perspectivas tienen cierto atractivo. En un mundo en el que los responsables políticos conocieran todos los datos económicos relevantes en tiempo real, una regla de política monetaria que se basara simplemente en datos sobre crecimiento e inflación, por ejemplo, haría que la política monetaria fuera más predecible y que estuviera más aislada de la interferencia política.

La regla más conocida, en la que se basa la legislación de la Cámara de 2014, fue desarrollada y bautizada con el nombre del economista de Stanford, John Taylor, en la década de 1990. La regla de Taylor utiliza la inflación y la brecha de producción, una medida de cuánto está por encima o por debajo la demanda agregada en una economía, en comparación con cuánto se puede producir sin acelerar la inflación. Durante los 15 años anteriores a la Gran Crisis Financiera (GCF) de 2008, parecía funcionar razonablemente bien. Sin embargo, durante esa GCF, la producción se desplomó, los precios se desinflaron y varias versiones de la regla de Taylor abogaron por tipos de interés negativos. Dado que reducir los tipos por debajo de cero es técnicamente complicado, la Reserva Federal recurrió cada vez más a políticas monetarias no convencionales, como la expansión cuantitativa.

Cuándo y hasta dónde deben bajar los tipos de interés es todo un juicio de valor


Diez años después de aquellos debates de 2014 en la Cámara de Representantes, se puso de manifiesto otro problema a la hora de establecer reglas de política monetaria: tanto la inflación como el crecimiento económico pueden medirse de diversas formas y son vulnerables a las revisiones de los datos. Las series de datos económicos también contienen mucho ruido aleatorio, mientras que algunas variables importantes (como la brecha de producción) solo pueden estimarse.

Teniendo en cuenta la inflación, medida por el índice de precios del consumo personal subyacente (PCE), que es el preferido de la Reserva Federal, y una serie de supuestos razonables, incluida la preferencia de la Reserva Federal por la continuidad, la regla de Taylor sugeriría un tipo de interés de los fondos federales (FFR) del 5,27%, justo por debajo del FFR efectivo actual. Pero, ¿por cuánto tiempo? En parte, depende de la rapidez con que los mercados laborales sigan reaccionando a los tipos de interés elevados. En nuestro Gráfico de la Semana, utilizamos sólo una de las muchas formas posibles de evaluar el estado del mercado laboral, para calcular lo altos que deberían ser ahora los tipos de interés, basándonos únicamente en los mercados laborales. Según este cálculo, los tipos de interés deberían situarse para que los mercados laborales vuelvan al equilibrio a medio plazo justo por debajo del 3%.

"La conclusión es que la política monetaria es claramente restrictiva desde la perspectiva del mercado laboral. Sin embargo, las actuales métricas de inflación aún no justifican un recorte", argumenta Christian Scherrmann, economista para EEUU de DWS. “No es de extrañar que la Fed vea riesgos equilibrados y mantenga una estrecha vigilancia, así como una mente abierta sobre los datos entrantes”. En el mundo real, lleno de complejidad y errores de medición, encadenar a la Fed a una única regla política siempre ha parecido una mala idea. Pero podría decirse que el otro extremo es aún peor: dejar que los políticos electos interfieran directamente en la fijación de los tipos, en lugar de contar con un banco central independiente que se comprometa públicamente con un marco estable y rinda cuentas de la consecución de sus objetivos de política monetaria.

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