MURCIA. El primer día en una guardería en tiempos de nueva normalidad puede resultar una travesía al estilo de las epopeyas de la Antigua Grecia, pues han abierto sus puertas a pesar de denunciar la falta de información y el abandono por parte de las instituciones. “Hemos estado muy abandonadas. No sabíamos qué hacer ni qué protocolos seguir”, denuncia Irene Gómez, directa de la Escuela Infantil Crecemos.
Muchas guarderías privadas abrieron sus puertas en los meses de verano, de modo que no les asusta continuar su rutina postpandémica en septiembre, cuando los más pequeños deben quedarse a cargo de maestras que aseguran la fortaleza de los grupos burbuja, de donde ningún niño puede salir.
Llegando, pero uno a uno
Para entrar a las guarderías, los protocolos marcan que los niños deben entrar de uno en uno, evitando a compañeros de otras clases o grupos. En los halls de entrada al lugar y en los pasillos se suelen encontrar muebles para que cada niño coloque sus zapatos, teniendo cada uno de ellos un hueco asignado. Posteriormente, se lavan las manos con gel hidroalcohólico al entrar a cada aula.
Los grupos burbuja son grupos estables, que no se mezclan. Cada grupo está en su respectiva clase, donde se mantienen las ratios, pero no la distancia de seguridad, pues resulta una misión imposible siendo niños de 0 a 3 mayoritariamente. En cuanto a las ratios, los grupos de cero a un año tienen una ratio de ocho niños; de uno a dos años, de trece; de dos a tres años, de dieciséis niños. Dado que los picaportes de las puertas están a una altura elevada, se evita que los niños lleguen a ellos y salgan de las aulas.
Los niños se encuentran en las aulas sin mascarilla. Las actividades se mantienen de la misma forma a la habitual, pero se añaden medidas preventivas como la desinfección de juguetes y de los espacios de recreo. Además, cada niño tiene su propio material asignado, sus propios utensilios de trabajo. Asimismo, algunas guarderías han eliminado la rutina del lavado de dientes, siguiendo los consejos de Salud, a fin de evitar salpicaduras. En suma, intentan que los más pequeños no sufran tanto los cambios a los que el mundo ha tenido que hacer frente: “no queremos que los niños sufran más los cambios a los que el mundo se ha sometido”.
Para que los querubines disfruten de su recreo, habrá alternancia de clases, de modo que primero saldrán al patio los más pequeños durante media hora o 45 minutos. Otras tantas guarderías han sustituido el césped artificial de sus patios por goma eva, que permite una más fácil desinfección.
Los grupos burbuja y los positivos en covid-19
Cada grupo burbuja se compone de los niños y el maestro encargado, que no se relacionará con sus colegas de trabajo, salvo por métodos como el pinganillo, evitando todo contacto físico en cualquier momento. Si se detecta entonces algún positivo entre la plantilla de docentes, se aislaría a su grupo burbuja y a todos aquellos con los que ha mantenido contacto directo.
Si se detecta un positivo en alguna familia, el niño se quedará en casa. Sin embargo, si algún niño presentara síntomas, se notificaría directamente a los padres y a Salud, y serían los médicos quienes determinarían si someter al niño a una prueba PCR o no, pues puede tratarse de un resfriado común. Hasta no obtener los resultados de la PCR, los niños permanecerán en cuarentena preventiva. En caso de ser positivo, el grupo burbuja en su conjunto se someterá a pruebas PCR y se aislarán en sus respectivos hogares.