CARTAGENA. Es bien sabido que el recién aclamado presidente del Partido Popular (PP) no asistió a la toma de posesión del presidente pepero de Castilla y León (CyL). Según él, porque tenía que reunirse con representantes de los empresarios y de los dos principales sindicatos; según los demás, para evitar que lo fotografiasen con Abascal, el dirigente del otro partido, Vox, de la coalición gubernamental de CyL. Al parecer, el mapa político ideal gallego es de corte bipartidista: por un lado, el PP; por el otro, el PSOE. Se trata de un sencillo esquema, en el que gobernaría el partido más votado, con la abstención e incluso el apoyo del otro, en cada caso. La fórmula tendría muchas ventajas, pero, como el Aparecido anunció en el Pasico anterior, no goza del asentimiento del PSOE y, ciertamente, dos no pactan si uno no quiere.
"Tan inútil es que el PP apantalle a Vox como que el PSOE borre del mapa a los separatistas"
No había que ser muy perspicaz para predecir que el PSOE se negaría: ya lo hizo en el caso de Mañueco y antes había expulsado a Castejón por pactar con Noelia; más clara quedó todavía la cosa cuando, ante el intento de proponer esa fórmula bipartidista en Andalucía, donde de inmediato habrá elecciones, un exconsejero socialista acaba de responder gráficamente "¿Abstenernos para que gobierne el PP? ¡Ni muertos!". Tampoco era difícil adivinar por qué el socialista se pronunció con esa contundencia: los dos argumentos principales de su sector contra el PP eran asociarlo a la corrupción y amedrentar a la peña con la amenaza de que, si ganase el PP, gobernaría Vox; ahora bien, como pronunciar la palabra "corrupción" en Andalucía remite de inmediato a los centenares de millones euros malversados en el llamado caso "ERE", con dos expresidentes regionales condenados y decenas de otros cargos en vías de condena, la única arma que le quedaba al valiente exconsejero era el comodín de Vox. De ahí ese tonante "¡Ni muertos!".
Para colmo, los más despiertos están empezando a detectar que ese grito de guerra no funciona: sus propios sondeos apuntan a que, en bastantes pueblos andaluces, antes feudos inexpugnables del PSOE o de IU, sus votantes sienten la tentación de votar a Vox. Ni siquiera a Ciudadanos o al PP, sino directamente a Vox. En esos pueblos la agricultura y la caza, actividades muy populares, se ven ahora constreñidas por la ola de ecologismo radical impulsada desde lejanos centros urbanitas de pensamiento, ante lo que reaccionan refugiándose en la ya nada temida "ultraderecha". Cómo será la cosa que varios alcaldes socialistas del entorno del Parque de Doñana pidieron a sus diputados regionales, y lo lograron, que se abstuviesen en la votación de la ley para regularizar los regadíos excluidos en 2014. Como era de esperar, la ministra Ribera, encolerizada, no hizo acto de presencia en el debate, mientras que el presidente del Consejo de Participación del Parque, el muy prestigioso biólogo Miguel Delibes, tuvo que emplearse a fondo para tratar de enderezar el desarreglo.
Así, con todas sus virtudes, el mapa de Feijóo, PP vs PSOE, es inviable. Pronto lo comprobaremos en Andalucía, donde un gobierno regional del PP con Vox es la opción más probable según todas las encuestas. Será una lástima, porque el gobierno con Cs ha funcionado bien, pero, como dice Yolanda Díaz, son las gentes las que eligen a sus líderes políticos, no los diseños de laboratorio, por ilustrados que sean.
Tampoco Sánchez ha acertado al dibujar el mapa político de España. Al poco de proponerle Feijóo su esquema bipartidista, con gobierno del más votado, el dirigente socialista declaró que, en realidad, los españoles tendrían que elegir entre una coalición del PP con la "ultraderecha" o un Gobierno del PSOE con lo que "represente" Yolanda, eternamente Yolanda. Bueno, por tampoco ese esquema de "derecha y ultraderecha" contra "centroizquierda" se atiene a la realidad. Si Feijóo había omitido piadosamente a Vox en su ecuación, Sánchez ha omitido toda una ristra de partidos cuyo rasgo común es el separatismo: IRC, Reunirse, Compromiso, Partido Nacionalista Vasco, Partido Democrático de Cataluña, y tutti quanti renieguen de España. Se han lanzado muchos analistas a comentar, pletóricos de agudeza, el detalle golfo de que Sánchez no había hablado de Podemos, sino de Yolanda; cierto, pero más importante es que había obviado a los separatistas, sin los cuales no habría llegado a gobernar, ni podría revalidar su mandato si los números diesen para ello. Tan conscientes son los separatistas y los socialistas de su mutua dependencia que sortean todos los "incidentes de ruta", que diría González, que se les presenten inopinadamente.
"Los separatistas VEN oportuno sacar ahora a la luz el espionaje electrónico, PERO Lo sabían desde hacía tiempo"
En estos días dos de esos incidentes han estado muy presentes. Primero, en el Parlamento Europeo se ha debatido el informe sobre los crímenes de ETA, elaborado por cinco eurodiputados que visitaron hace un año el País Vasco; pues bien, los socialistas han tenido el cuajo de presentar dos sonadas enmiendas al texto: eliminar el requerimiento de que los presos etarras colaboren con la Justicia para gozar de beneficios penitenciarios y no considerar crímenes de lesa humanidad los de ETA, de forma que pudieran prescribir. Afortunadamente, ambas enmiendas han sido derrotadas, pero su mera presentación ha atestiguado hasta qué punto estaba dispuesto el PSOE a llegar para anudar su relación con Reunirse (Bildu en vasco). Menos mal que, en la votación final, asustados porque el asunto había trascendido a la prensa, los socialistas han variado su posición y votado a favor de la imprescriptibilidad de los asesinatos de ETA. Pero el intento nadie puede borrarlo.
Por otro lado, los separatistas han considerado oportuno sacar ahora a la luz el espionaje electrónico al que muchos de sus dirigentes habían sido sometidos tras declarar la independencia de Cataluña. Lo sabían desde hacía tiempo. No solo el principal investigador del espionaje es un conocido informático separatista catalán, sino que el video de respuesta elaborado por Omnium, lejos de improvisar, es el maduro fruto de una cuidada colaboración con varios artistas. Lo sabían, pero han esperado hasta ahora. Acaso la fecha elegida tenga algo que ver con que ahora los tribunales europeos están a punto de responder a las cuestiones prejudiciales que, planteadas por los jueces españoles, deben dilucidar si los jueces belgas se atuvieron a la regulación de las órdenes europeas de colaboración judicial en el caso de los separatistas catalanes refugiados en Bélgica.
Sea o no ese el motivo de que ahora lo publiciten, lo significativo es que tanto Junqueras como Aragonés, máximos responsables de IRC, se han apresurado a declarar que, a pesar del espionaje, solo "congelarán" su entendimiento con el gobierno español. Ya es chusco que Podemos pida cuentas de esa actividad al propio Gobierno del que forma parte, pero más significativo es que la alianza entre los separatistas y los socialistas, tanto en el gobierno de España como en el de Navarra o en la Diputación de Barcelona, está blindada contra espionajes o lo que se tercie. Dicen estar tan enfadados que han llegado a pedir una Comisión de Investigación y anunciado querellas en varias naciones, pero el apoyo mutuo sigue adelante.
A pesar de su indignación, no han secundado a Elisa Beni, según la cual acaso el espionaje no haya sido cosa del Centro Nacional de Inteligencia, e indirectamente del gobierno de Sánchez, sino de algún grupo no identificado con suficiente dinero para comprar el sistema Pegasus. Acusa Elisa a los separatistas y los podemitas de haber incurrido en temeridad o ingenuidad al suponer, sin pruebas, que detrás del espionaje se ocultaba algún ministro o ministra de Sánchez. Hay que reconocer que los separatistas no han echado mano de la escapatoria que Elisa les brindaba, pero tampoco han amagado con nada parecido a una moción de censura contra Sánchez. Y eso que, según ellos, es el mayor escándalo de la democracia española desde los tiempos de la cal viva de los GAL.
Lo dicho. Tan inútil es que el PP apantalle a Vox como que el PSOE borre del mapa a los separatistas. Todos los españoles sabemos que, al votar, estamos eligiendo entre el bloque compuesto por el PP y Vox frente al compuesto por el PSOE, el PSC, Podemos y la larga ristra de separatistas. La única duda es el PNV, que capaz sería de pegarse al PP si le conviniese. Por lo demás, ese es el dilema. Siguiente estación: Andalucía.
JR Medina Precioso