CARTAGENA (EFE).- El arqueólogo e historiador Iván Negueruela (Valladolid, 1951), director durante 28 años del Museo Nacional de Arqueología Subacuática (ARQUA), ha publicado en su último libro, Motivo Scandali, una carta inédita del papa Nicolás IV que demuestra la oposición del Vaticano a que se trasladara, en 1292, a la capital murciana la sede del Obispado de Cartagena.
En el libro se narra el complot orquestado entre el infante Sancho IV, hijo del rey Alfonso X El Sabio, y el Concejo de Murcia, con la colaboración del obispo, que lleva a consumar el traslado de la Diócesis de Cartagena escudándose en un documento pontificio, conocido como la 'Bula de Rieti' por el lugar de la localidad napolitana en la que veraneaban los papas, que fue tergiversado para "montar un engaño muy bien diseñado".
En una entrevista a EFE, Negueruela dice que se siente afortunado por haber hallado la auténtica carta, escrita de puño y letra por el santo padre y dirigida a dos frailes, uno cisterciense y otro cartujo, a quienes encomendó que averiguaran los motivos por los que el obispo de Cartagena se quería asentar en Murcia porque desconfiaba de ese movimiento.
El escrito papal, según narra el investigador, es una carta reservada, una 'lettera secreta', escrita en latín, cuya traducción fue manipulada para favorecer el traslado de la sede episcopal a cambio del apoyo del Concejo de Murcia a Sancho IV en plena guerra sucesoria por el trono.
"Se ha perpetuado una mentira durante más de siete siglos", asegura Iván Negueruela, quien pone el acento en que se trata de una "falsificación histórica" que sigue vigente en la actualidad y que "ha creado mucho dolor en Cartagena a pesar de los 734 años transcurridos".
La perspicacia investigadora de Negueruela, quien entre otros logros supervisó las excavaciones en el entorno de los barcos fenicios de Mazarrón y la restauración del tesoro de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes, expoliada por la empresa cazatesoros 'Odyssey', le hizo perseverar en el tiempo para desentrañar qué había de verdad en la versión oficial sobre la autorización del Papa al traslado del prelado episcopal a Murcia en 1291.
De hecho, Negueruela había escrito ya un libro sobre este asunto, Murcia por una mitra: la ilegalidad del traslado del obispado de Cartagena a Murcia por Sancho IV (análisis de los documentos vaticanos, los hechos y sus causas), que fue editado en 2008 y que se agotó en un mes.
Tras su jubilación en 2021, se le "apareció como un fantasma la bula de Rieti", cuenta Negueruela, quien decidió retomar las investigaciones justamente donde se habían frustrado: encontrar el documento original de Nicolás IV.
Según explica, sabía que el medievalista francés Charles-Victor Langlois había publicado una traducción en 1879, pero en ella no se autorizaba el traslado del obispo. Consultó un artículo del antiguo director del Archivo Real Academia de Historia de Madrid, el padre Fidel Fita, un jesuita que era historiador, arqueólogo y un gran epigrafista, "y lo que encontré me alarmó", pues no coincidía con la traducción de Langlois.
En un giro de guión inesperado, y gracias a la política aperturista de la Iglesia respecto a sus legajos históricos, Negueruela volvió a escribir al Archivo Diocesano del Obispado de Cartagena, en Murcia, después de un primer intento que había resultado infructuoso años, y solicitó consultar el documento.
"Sorpresivamente me dieron cita para el día siguiente", recuerda el historiador, quien agradece el "trato exquisito" de los dos archiveros que le recibieron "con simpatía, y casi con cierto candor cristiano". Tras entrar a una sala y encontrar preparada una carpeta, Negueruela se quedó solo. "Estaba con un ataque. Lo que estaba viendo era muy grave", relata con emoción en los ojos. Inició entonces, al estar prohibido hacer fotos, una minuciosa transcripción a mano de la carta original del papa, de tres folios.
Aún así, y una vez terminó, pidió una copia digitalizada que recibió a las dos horas, "con una óptima calidad, con la marca de agua del Obispado" y que está reproducida en el libro, con su traducción del latín.
Iván Negueruela relata en Motivo Scandali una argucia que parte del obispo de la Ecclesia Carthaginensis in Hispania, Diego Martínez Magaz, pidiendo en dos ocasiones trasladarse desde Cartagena a Murcia con el argumento de que la ciudad portuaria era pequeña, sufría constates ataques de los "agarenos", palabra empleada en aquella época para denominar a los musulmanes, y la elevada presencia de salteadores en los caminos generaba "enormes perjuicios para la religión cristiana y sus profesores (fieles)".
"Semejante argumento alertó al papa, que no podía entender que, ante el peligro que corren las ovejas, el pastor las deje a su suerte y huya a otra ciudad", advierte el historiador al explicar que, como consecuencia de esas dudas, el papa Nicolás IV instruyó a sus 'investigadores' para que "preguntaran sin temor si el traslado era una opinión del obispo y sus canónigos, y si el pueblo de Cartagena quería que se fuera a Murcia".
Para Nicolás IV, que Magaz se trasladara a Murcia sería 'materia scandali' y por eso, "en una decisión intachable y llena de inteligencia y prudencia", en palabras de Negueruela, ordenó una discreta investigación a esos dos frailes con el fin de contar con una versión ajena a la Corona que le permitiera adoptar una decisión. Sin embargo, dice a EFE el autor, no hay constancia de que al santo padre le llegara la respuesta de la misión encomendada a estos monjes, ni tampoco de que se autorizara el traslado a Murcia.
El período entre la primera carta papal y la segunda (1279-1289) y la marcha efectiva del obispo de Cartagena a Murcia en 1292 es un fabuloso episodio de "intrigas, conspiraciones y asesinatos" protagonizado por personajes históricos, "algunos infames y otros estupendos", que han inspirado a Negueruela para escribir Materia Scandali, pero que "darían para hacer una película", según subraya.
Como muestra, un villano perfecto, el infante Sancho IV conocido como El Bravo por su fuerte carácter, "tremendamente ambicioso y un ser sin moral"; un obispo de origen palentino, a disgusto en Cartagena y dispuesto, junto a sus acólitos, a venderse por dinero; un Concejo de Murcia maniobrando para igualarse al resto de capitales y contar con la ansiada Catedral que no tenía la ciudad; y todo ello en medio de un plan para destronar a Alfonso X El Sabio, a quien su propio hijo encerró en el Real Alcázar de Sevilla y que murió sin saber que Murcia, ciudad en la que quiso que fuera enterrado su corazón, le había traicionado.
"¿Y ahora qué?", se pregunta Negueruela. "Por lo pronto, el daño a la ciudad es incalculable no solo desde el punto de vista económico, sino también religioso, porque los católicos estarán dolidos por este engaño, del que también fueron víctimas, pues no fueron los murcianos quienes pidieron el cambio".