MURCIA. En un mundo empresarial claramente liderado por los intereses económicos de las grandes corporaciones multinacionales, podemos observar cómo se va perdiendo el propósito organizacional de lo que debería ser una empresa del siglo XXI. Esto se debe principalmente a la gran cantidad de empresas que todavía están utilizando el escudo de la sostenibilidad, pero no desde el convencimiento, sino desde la propaganda y la manipulación para obtener mayores beneficios económicos. Es decir, se presentan en el mercado como compañías sostenibles sin serlo, lo que se denomina ecoblanqueo. Estas empresas se han subido a la ola de la sostenibilidad, con el único objetivo de confundir, engañar o manipular a sus grupos de interés. Menos mal que, por la parte positiva, también tenemos empresas que son conscientes de que la sostenibilidad es algo mucho más importante, pues tiene que ver con la forma de cuidar del planeta y de cuidarnos entre nosotros mismos como especie. Estas empresas han conseguido «despertar el alma» de la organización.
Para muchas personas cuando oyen hablar de «empresas con alma» piensan que es una utopía o, peor todavía, lo asocian a cuestiones de tipo espiritual. Sin embargo, hablar de «empresas con alma» no es ni un tema utópico ni tampoco es espiritual, es una forma de expresión que hace referencia al valor de lo intangible en una compañía. Dicho intangible lo forman muchas características propias de la organización y de las personas que en ella trabajan, pero sin duda alguna, la más sobresaliente de todas ellas es el «respeto» que debe a sus grupos de interés y al propio planeta. De esta forma lo que se hace en la compañía no solo tiene un sentido lógico del beneficio, sino que también tiene un sentido del compromiso con los demás y con el bien común. Pues la meta final de toda «empresa con alma» es crear y colaborar con un futuro mejor y más sostenible para todos. Teniendo muy presente que para ello debe de desarrollar su capacidad innovadora, sin dejar a un lado su compromiso ineludible con los componentes medioambiental y social.
La pandemia y, posteriormente, la crisis económica que estamos viviendo a nivel mundial nos hacen ver con más claridad la urgente necesidad que tenemos de generar empresas y marcas con alma. Organizaciones que sean más conscientes y sepan comprometerse con el momento histórico que estamos viviendo. A las empresas desde siempre se le ha visto una gran vocación por ganar dinero y ser rentables, pero ahora además se les exige que tengan una mayor «conciencia». La cual viene a replantear un nuevo modelo de hacer las cosas dentro de la organización a la hora de producir y de crear valor, algo que no entra en contradicción en absoluto con ser rentables y generar beneficios, pero sí de hacerlo de una forma que tenga en cuenta qué impacto tienen las acciones que se realizan y, también, qué impacto tienen las acciones que no se realizan, tanto en las personas como en el medioambiente.
En consecuencia, en la actualidad todas las empresas tienen una oportunidad sin precedentes de poder reconectar con el propósito de su misión y también de su visión, para tener una conciencia mucho más clara y activa de cómo están impactando en sus grupos de interés y en el planeta. Aprendiendo a humanizar el trato y la relación con sus clientes, tanto internos como externos, y proponiendo una experiencia mucho más positiva y vital que la que están ofreciendo, pues será beneficioso para ellos y también para todos. Sinceramente, creo que es nuestra obligación como consumidores distinguir quien es quien en el mercado, sabiendo identificar quien es auténtico y quien un farsante de la sostenibilidad, y a la hora de decidirnos a comprar un producto o servicio, tener muy claro cuál es el tipo de empresa por la que queremos apostar, una que tenga alma o una que sea desalmada.
Si usted quiere conocer con mayor detalle esta temática puede hacerlo consultando en el siguiente enlace la revista EMK News del Consejo General de Economistas: https://marketing.economistas.es/marketing-news