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Cerebro y Conducta  / OPINIÓN

Murciélagos amistosos

14/02/2021 - 

MURCIA. En estos tiempos tan dramáticos no puede decirse que los murciélagos sean los animales más queridos o los que gozan de mejor fama. Lo que muchas personas ignoran es que son animales sociales como nosotros y presentan curiosas conductas de cooperación. Sucede, por tanto, que nos pueden transmitir no sólo microorganismos letales sino ejemplos contundentes de entrega y dedicación a los congéneres. Esto es interesante en un momento en que contemplamos en nuestro entorno conductas individuales y colectivas de auxilio y cuidado a los demás, que pueden calificarse como heroicas, al lado de comportamientos mezquinos y egoístas.

"Cuidar de los demás no es sólo un comportamiento propio de lazos familiares, de bondad o sentido cívico o religioso"

Los ejemplos de cooperación entre murciélagos han sido muy estudiados en los murciélagos vampiro, Desmodus rotundus o vampiro común, que habitan en el continente americano, desde México hasta Chile. Se alimentan de la sangre de otros animales y, al igual que los primates, forman lazos estrechos entre los miembros de su grupo, más allá del parentesco directo. Así, los murciélagos vampiro separados de su grupo y criados durante un tiempo en cautividad establecen relaciones entre ellos de cuidado mutuo y acicalamiento. Cuando se les devuelve a su entorno natural, ya en libertad, se relacionan más con sus compañeros de cautiverio que con el resto. Puede afirmarse que las circunstancias difíciles les han llevado a construir su propia red social de cooperación que pasa a ser permanente. Este curioso fenómeno apoya la creencia de que las contrariedades pueden fortalecer distintos tipos de vínculos, por ejemplo de amistad o sentimentales, aunque no siempre suceda así.

Otro ejemplo de cooperación en esta especie es que en tiempos de escasez comparten alimento regurgitado con los miembros del grupo que esa noche no han conseguido su ración. El murciélago vampiro se alimenta sólo de sangre y estar privado de ella durante más de 48 o 72 horas puede provocarle la muerte. En épocas de escasez es un comportamiento clave para la supervivencia, y más aún si se tiene en cuenta su baja fecundidad. Los donantes no se guían solo por el parentesco de los receptores, sino por la reciprocidad previa. Así amplían su red social de manera que aumentan el número de potenciales donantes en caso de necesidad.

Esta forma de cooperación suele darse más entre hembras, pero también se ha observado entre machos en cautividad. Las hembras de los vampiros llegan tener relaciones estables de más de doce años con otras ocho o diez hembras que incluyen tanto el intercambio de sangre como conductas de cuidado mutuo.

Entre los humanos no abundan los ejemplos de compartir comida masticada. Pero sí se han detectado comportamientos parecidos a los del murciélago vampiro en nuestros primos, los Neanderthales. En Francia se ha encontrado un cuidadoso enterramiento de un ejemplar de estos homínidos, de aproximadamente cuarenta años, un anciano a efectos prácticos, con deformidades en la columna vertebral, a saber vértebras fusionadas, y cadera dañada, que le impedirían desplazarse. Los paleoantropólogos concluyeron que debió haber sobrevivido tanto tiempo gracias a la ayuda de sus congéneres. Carecía de dentadura por lo que, en relación con lo que narramos aquí, probablemente otros miembros del grupo masticaban su comida y se la daban para que pudiera sobrevivir.

Cuidar de los demás no es sólo un comportamiento propio de lazos familiares, de bondad o sentido cívico o religioso. Puede ser que tenga sus raíces en los genes y, por lo que se ve, en la sangre.

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