MURCIA. De todas las personas que he conocido en estos años de vida, moda y actualidad me llevo algo.
Y es que, en cada esquina de la vida, en cada encuentro fortuito, hay una lección que aprender. No importa si es en una pasarela de moda en París o en una pequeña tienda de comestibles en tu barrio, las personas son universos de experiencias y emociones. Cada uno con su propia historia, cada uno con su propia lucha.
A veces, es fácil olvidar que detrás de cada rostro hay una vida entera. Una vida llena de alegrías, tristezas, triunfos y fracasos. Y cada una de estas vidas tiene algo que enseñarnos, algo que podemos llevar con nosotros. Porque, al final del día, cada uno de nosotros es el protagonista de nuestra propia historia. Y es nuestro deber asegurarnos de que esa historia sea una que estemos orgullosos de contar.
Cuando pienso en aprendizajes, mi cabeza me lleva a Sybilla. Ella volvió a la moda dos veces. Ahora gravita entre una tercera y seguir a su ritmo. De ella he aprendido que el mundo para. Ella paró para reflexionar. Organiza una tercera vuelta. Con mucha reflexión.