Murcia Plaza

Paula Díaz Altozano publica el ensayo 'Ballenas invisibles'

Sobre buscar ballenas y encontrar el sentido de la vida

MURCIA. Bestiarios medievales, Emily Dickinson, Nantucket, unicornios, Borges, Hannah Arendt, Velázquez, mazorcas de maíz, Turner, Méliès, Julio Verne, un plato de sopa. Todos estos elementos (y bastantes más) caben en el vientre de una ballena. O, al menos, en el vientre de Ballenas invisibles (Barlin), el ensayo que acaba de publicar Paula Díaz Altozano (Madrid, 1990). En él, esta escritora y docente explora la fascinación que han despertado los grandes cetáceos en individuos de todos los siglos y latitudes. Y expone cómo ese magnetismo ha quedado reflejado en el arte, la literatura o la historia.

Narvales, orcas y cachalotes surcan sus páginas, como también lo hace la sempiterna atracción del ser humano por lo monstruoso, por la maravilla. Aquí, la autora de poemarios como A orillas de París o Ríos de carretera habla de animales marinos, pero también de buscar el sentido de estar vivo, de dejarse asombrar, de sentir miedo y furor en un mismo instante. De encontrar universos enteros en objetos diminutos. De qué podemos aprender sobre nosotros mismos a través de los asuntos que nos cortan la respiración. De bolsas de plástico y hábitats en peligro. De belleza y salitre. Ballenas mágicas, imaginadas, avistadas, temidas, misteriosas, ansiadas, ocultas. Ballenas, casi siempre, invisibles.

Las ballenas te han fascinado desde niña. A menudo, al crecer, abandonamos nuestras pasiones infantiles, pero tú las  has mantenido. ¿Por qué crees que en tu caso sí ha pervivido esa conexión tan intensa?

Es cierto que hay ciertos temas que nos encantan de pequeños (ballenas, dinosaurios…) asuntos que en el imaginario infantil tienen mucha fuerza. En mi caso, me cautivaba todo lo que tenía que ver también con el mar, con los animales marinos. Cuando era adolescente fui con mi familia a las Islas Azores y en varias ocasiones intentamos hacer avistamientos de ballenas sin éxito. Creo que eso me hizo interiorizar la idea de que eran unos animales muy interesantes y esquivos: son los más grandes del planeta, pero en realidad son difíciles de ver. Y quizás por ello ese asombro sí que perduró en mí. Mientras escribía este ensayo me llamó mucho la atención que siempre que buscaba libros basados en ballenas o cetáceos en general casi todo lo que encontraba eran libros para niños.

De hecho, tus recuerdos infantiles están muy presentes en este escrito. ¿Hasta qué punto crees que esas experiencias nos construyen y moldean?

Cuando eres pequeño y luego también en la adolescencia las cosas que te van pasando y también lo que vas leyendo es algo que te condiciona bastante.  Parece que no le damos mucha importancia a esta cuestión, pero realmente ahí es donde se forja el carácter. Es bonito pensar que, por una parte, tú tienes tus propias vivencias, pero también tienes las vivencias que conoces a través de los libros y que te acompañan. Desde luego, los libros que leí de niña y cuando era adolescente me sirvieron como una guía tanto para entender el mundo como para escribir este volumen.

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