Análisis

Región

López Miras salva el segundo curso de la legislatura... sin desprenderse de la sombra de Vox

El PP saca adelante los Presupuestos, los más altos de la historia... y también los más tardíos

  • Fernando López Miras y Luis Alberto Marín se abrazan tras aprobar los Presupuestos.
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MURCIA. Más vale tarde que nunca. Fernando López Miras ha tardado más tiempo de lo esperado, pero lo ha conseguido. El líder del PP salva la principal misión de un presidente autonómico del curso: sacar adelante el Presupuesto, la ley más importante del año. Una tarea que, a diferencia de lo que sucede en el Gobierno de España (ya sea ahora con Pedro Sánchez, pero también con Mariano Rajoy como inquilino en La Moncloa), siempre se ha cumplido a rajatabla en los 43 años de autonomía de la Región de Murcia. No obstante, en esta ocasión vez se consuma con más retraso que nunca. Hasta el 23 de julio, con las vacaciones a la vuelta de la esquina, las cuentas no se convirtieron en una realidad, una fecha insólita en la historia de esta Comunidad. Hasta ahora el tope estaba fijado en el 16 de junio de 2021… y aquel año estuvo condicionado por la fallida moción de censura.

El retraso no es una cuestión baladí. Además de una descortesía política, tiene consecuencias prácticas. La entrada plena en vigor de un Presupuesto no se produce exactamente el día después de su aprobación en el Parlamento ni tras la publicación en el Boletín Oficial de la Región de Murcia, sino que aún tienen que transcurrir unos días hasta que esté íntegramente operativo. No en vano, ahora se abre un periodo de transición entre las cuentas prorrogadas del 2024 y las nuevas del 2025, por lo que, a efectos administrativos, durante unos días conviven ambos Presupuestos, lo que significa que agosto será intenso en la sala de máquinas de la Consejería de Hacienda, como así reconoce el propio consejero, Luis Alberto Marín.

El mundo empresarial siempre afea estas demoras. Ningún empresario concibe una planificación anual sin un presupuesto en tiempo y forma. El anterior líder de la patronal, José María Albarracín, solía advertirlo: “¿Se imaginan a una empresa que no presentara sus presupuestos antes del 1 de enero?”. Y su predecesor también se lo recordó al presidente. “Querido Fernando, tenemos un problema con los Presupuestos”, le dijo Miguel López Abad en la última Asamblea General de Croem. Los tiempos importan.

 

  • Luis Alberto Marín y Fernando López Miras. -

 

López Miras soñaba en el verano 2023 con una holgada mayoría que le permitiera librarse de estos contratiempos, cual José Ballesta en la Glorieta de Murcia, pero los dos escaños que le faltaron para la absoluta los está sintiendo en esta legislatura. Los Gobiernos en minoría también tienen sus dificultades. Al líder del PP ya le costó aceptar una coalición in extremis, al borde de la repetición electoral, y ahora le ha costado siete meses de idas y venidas con Vox, cesiones incluidas, especialmente en el área de la inmigración. Pero lo ha logrado: tiene el segundo Presupuesto de la legislatura en marcha, el más alto de la historia, dotado con 6.725 millones de euros (pese a la reducción de los fondos europeos y el lastre de la financiación autonómica). Misión cumplida, en ese aspecto.

A cambio ha tenido que aceptar a Vox como inexorable compañero de viaje, como socio irremediablemente necesario para poder ejecutar sus políticas. El PP creyó dominarlo en su primer año como compañero de coalición, como ya ocurriera con Ciudadanos, bajo la batuta de una Administración regional que los populares conocen frente a la bisoñez del recién llegado a San Esteban. De hecho, en 2024 las cuentas se validaron sin retrasos. Pero la tesitura ha cambiado desde que Vox saltara del barco. Su antiguo aliado aprieta a los populares: les obliga a ceder y les empuja a buscar malabarismos en el relato. Una prueba fehaciente fue la marcha atrás con la compra de viviendas para alojar a menores inmigrantes. Aquel ultimátum de Vox puso en evidencia la dependencia del PP.

Con todo, el problema no es tanto ideológico, con la excepción de la Ley del Mar Menor (donde sí hay discrepancias notorias entre ambos), pues López Miras nunca se ha sentido incómodo gobernando y pactando con Vox (como a casi todo el mundo de la derecha; de la misma que forma que ocurre en el PSOE con sus socios en la izquierda), sino más bien padece inconvenientes de funcionalidad y casi que se diría estéticos. Porque Antelo ha demostrado que, libre de responsabilidades ejecutivas, puede exprimir la necesidad del PP para arrancar compromisos a su gusto, para desazón de la izquierda. Y ahora promete examinar a fondo todos los acuerdos y amenaza con peticiones de ceses en caso de incumplimientos. Sin embargo, eso sí, esta vez López Miras ya tiene el Presupuesto en el bolsillo y gana tiempo. El Gobierno recibe oxígeno para funcionar en solitario... hasta las próximas cuentas del 2026.

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