LORCA. Es muy curioso comprobar cómo la mayor parte de las leyendas que podemos encontrar en una ciudad se relacionan con edificios que han sido construidos sobre otros más antiguos. Es el caso del Teatro Guerra de Lorca que fue erigido sobre los antiguos terrenos del Convento de San Francisco, tras la desamortización de Mendizábal a mitad del siglo XIX y con una extensión de 1545 metros cuadrados. Antes, en 1848 encontramos el primer lugar de espectáculos en la ciudad, el Teatro de la Higuera.
Debe su nombre a Ceferino Guerra, lorquino, quien actuó en todos los teatros principales de España. En Sevilla inauguró el nuevo teatro del Puerto de Santa María mientras que en Cádiz estuvo en 1848. En Madrid lo localizamos en 1864 en el Teatro de Novedades, llegando a actuar con gran éxito en el invierno de ese mismo año ante Jovellanos. Junto a su esposa Santitos Rodríguez, se embarcó para América en donde tuvo representaciones en México, Buenos Aires, Guatemala, Montevideo, Habana y Puerto Rico.
Estamos ante el teatro más antiguo de la Región de Murcia (1861) que fue construido con la colaboración, codo con codo, del erario público y de manos privadas Del edificio por el exterior destaca la propia estructura del mismo que se basa sobre un zócalo de piedra. El color rojo del estucado general del exterior es una clara referencia a uno de los elementos de la ciudad, la cantera de roca de Murviedro, de la que se extraen piedras de un color rosáceo rojizo muy similar, sobre todo cuando le cae agua de lluvia y se humedece con el rocío de la mañana. Si visitas la ciudad o tienes la suerte de vivir en ella, verás muchas zonas bajas de los edificios con este material tan característico.

- Teatro Guerra -
- Foto: SANTI GARCÍA
Asimismo, llama poderosamente la atención el color amarillo que se la ha dado a los dinteles de puertas, ventanas, arcos y accesos. No olvidemos que nos encontramos en un teatro y, al menos en España, ese color no es muy apreciado por los actores, pues se dice que trae mala suerte, ya que existe una leyenda que nos recuerda este aspecto. Cuando Jean-Baptiste Poquelin, Molière, estrenó El enfermo imagino vestía de amarillo y en plena representación empezó a sentir que se encontraba mal, cuyo resultado horas después fue su fallecimiento. Por este motivo, desde entonces, el color amarillo, se considera como gafe para el escenario.
Entonces, ¿cómo es posible que encontremos en la decoración exterior del Teatro Guerra este mortal color? La explicación más plausible la encontramos, como en tantas otras veces, en las tradiciones de la época. Sobre el año 1868 (antes incluso) vemos que en muchos de los edificios palaciegos de la ciudad de Lorca, así como en otras zonas de la región, la decoración de marcos de puertas y ventanas en azul o amarillo. En el sentido que nos ocupa sobe el propio teatro nos centraremos en este último, pues recuerda al color adscrito tantas veces a la divinidad, a Dios Sol, a la luz divina a la que se encomiendan para proteger el edificio, en este caso.
Por lo tanto, hemos de interpretar esta decoración como un intento de evitar que malos espíritus, las malas influencias, las sombras en definitiva, accedan al interior del edificio, dejándolo limpio "de los manes", como dirían los antiguos romanos.
Santi García es responsable de Rutas Misteriosas en la Región

- Cartelería del Teatro Guerra de mediados del siglo XX -
- Foto: REGMURCIA.COM