MURCIA. Los episodios en donde se relatan sucesos extraños y apariciones fantasmales son muy comunes conforme nos vamos adentrando en las zonas menos urbanizadas de la Región. Un ejemplo son las leyendas relacionadas con 'seres encantados' en Coy, en donde recogemos en testimonio de Francisca Navarro, quien nos comenta que su madre la solía contar que su bisabuela Candelaria era un poco bruja, pero por sabia, no por endemoniada. Ella era de Coy.
Coy es una de las pedanías ubicada en la Tierras Altas de Lorca, entre Avilés, La Paca y Doña Inés. Sus orígenes los encontramos en la Edad del Bronce, siendo uno los lugares en donde ilustres arqueólogos rescataron una ciudad argárica. A semejanza de su fisionomía en épocas lejanas (Coy significa “colina” en latín) sus calles actuales se enroscan como si de una serpiente se tratase entorno al Cerro que le da nombre.
En este lugar vivía una mujer que realizaba prendas en su telar de imposibles formas y gran perfección. Muchos intentaron imitarla, pero nadie lo consiguió; y es que ella misma encerrada un secreto que, supuestamente, confesó poco antes de morir.
Este testimonio lo relacionamos con la famosa leyenda que la tradición oral ha hecho fuerte en la pedanía lorquina por la que cada noche de San Juan, una mujer bellísima de cabello rubio muy largo y ojos azules hipnóticos baja de una cueva del cabezo hasta la fuente. Se sienta en una gran piedra, se peina con un peine de oro y canta una melodía que envuelve como niebla. Lleva en las manos una madeja de hilo de oro. Si un hombre la mira a los ojos, queda hechizado. Ella le ofrece la madeja: si logra deshacerla sin romper el hilo, le dará riquezas sin fin; si lo rompe, lo arrastra al fondo del agua y allí muere.
Algunos afirmaban que es una bruja que toma esa forma para cazar almas. Otros aseguraban que era la hija de un rey moro que guarda un tesoro que los árabes ocultaron al huir de Lorca tras la Reconquista, y que espera el regreso de un nuevo emir.
En este contexto entra en escena Ángel, amigo de la bisabuela de Francisca, quien una noche cálida de San Juan decidió comprobar si era cierta la leyenda, acercándose a la fuente. Cuentan que a la mañana siguiente lo encontraron vagando como un sonámbulo: los ojos perdidos, la cara sin expresión y las manos girando sin parar una alrededor de la otra, como si intentara deshacer algo invisible. Para nuestra protagonista su amigo fue víctima de 'La Encantá' de Coy.
A día de hoy sigue existiendo el misterio entorno a este episodio y la famosa Fuente de Piedra.
*Santi García. Rutas Misteriosas y autor del libro Murcia Insólita