Análisis

Región

El verano de Vox: el 'laboratorio' de Murcia vuelve a agitar la política española

  • El portavoz de Vox en Jumilla, Juan Agustín Carrillo.
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MURCIA. De nuevo la Región de Murcia protagoniza el primer plano de la política española. Otra vez con Vox por en medio. Y nuevamente en verano, una estación fértil para la formación de José Ángel Antelo, a juzgar por su reciente trayectoria estival: en 2023 exprimieron al límite la gobernabilidad de la Comunidad y forzaron a Fernando López Miras a aceptar una coalición sobre la bocina; en 2024 dieron un portazo a su socio y abandonaron el Gobierno, iniciando un nuevo rumbo desde la oposición; y en 2025 arrancaron cesiones a los populares en los Presupuestos tras seis meses de tiras y aflojas. A ello se suma su papel en el tsunami de los altercados de Torre Pacheco y su última asonada en Jumilla, que se convierte, con su moción enmendada por el PP, en el primer municipio que puede vetar el uso de espacios deportivos para las fiestas islámicas si el Ayuntamiento entiende que esos ritos son “ajenos a la identidad española”, como defiende Vox. “Hacer historia”, lo llaman ellos. “Llevar a la Región de Murcia a una deriva racista”, lo llama el PSOE. Ya saben: la vida (la política en este caso) siempre depende del color del cristal con que se mira.

No es un secreto que la Región es uno de los territorios fetiche de Santiago Abascal. Su discurso cala en tierras murcianas. Sus mítines tienen una numerosa afluencia. Y los murcianos responden con votos. En Murcia consiguió su primera gran victoria, en las generales de noviembre de 2019, al pintar de 'verde' el mapa de la Región. Desde entonces se ha convertido en un 'dolor de muelas' para el PP, que siente que la mayoría absoluta se les resiste en su feudo histórico precisamente por la fuerza de Vox, capaz de lograr nueve escaños, mucho más de lo que consiguieron en su culmen Podemos (seis en 2015) y Ciudadanos (seis en 2019). Una ola de la que, presumen, no se bajan, pues desde el partido manejan internamente “los mejores porcentajes de apoyo de toda España”.

 

  • José Ángel Antelo, en Torre Pacheco. -

 

Ahora, trascurrido un año de su salida los gobiernos autonómicos, la decisión más trascendental de su historia, se sienten reconfortados, libres de las ataduras del Ejecutivo, liberados del corsé que obliga una coalición, desatados para influir desde el Parlamento. Así lo han demostrado en la negociación para los Presupuestos, obligando a los populares a ceder, especialmente en el área migratoria, y empujándoles a hacer malabarismos con el relato. Vox vuela sin cortapisas, decidido a seguir vigente en la política española, y también la murciana. ¿Habría acudido Antelo en su calidad de vicepresidente de un Gobierno autonómico a Torre Pacheco, en plena tormenta tras la agresión a un vecino de 68 años, con las redes ardiendo, y habría dedicado el mismo ímpetu con aquellas palabras (que en realidad son las mismas que lleva defendiendo años), denunciadas por el PSOE y Podemos por un presunto delito de odio?

Los partidos de izquierdas se desgañitan contra Vox, entre acusaciones de discursos de odio y racismo, algo que no incomoda a los de Antelo. No así el PP, que este verano ha eludido el cuerpo a cuerpo con su antiguo socio de Gobierno. Antaño sí hubo choques; por ejemplo, con la ley del Mar Menor. En esta ocasión ha optado por un perfil bajo, más partidario de alzar la voz contra Sánchez que contra su principal adversario electoral (especialmente en la Región, donde compiten en el mismo espectro electoral). En las filas populares piensan que les resta todo lo que no sea apuntar al Gobierno central. A Vox, en cambio, le convienen ambas tesituras: la crítica al sanchismo… y también al PP.

 

  • LA alcaldesa de Jumilla, Seve González. -

 

La situación de Jumilla ha dejado en una posición incómoda a los populares. Un día después del terremoto mediático, su alcaldesa, Seve González, intentaba aclarar que las nuevas limitaciones sólo afectan a los espacios deportivos y que el resto de instalaciones se encuentran a disposición de “toda la sociedad, incluida la musulamana. También deslizaba que "se ha tergiversado de forma intencionada" y esgrimía que sólo se autorizó una modificación de las instalaciones deportivas "sin vetos ni prohibiciones por su origen religioso". Ya era demasiado tarde. El relato ya había calado. Y si bien es cierto que el texto no constituye una prohibición expresa contra las fiestas islámicas, como pretendía Vox (por eso se abstuvo), su redacción sí abre la puerta a un veto en función de la interpretación.

Son tiempos convulsos, con Trump imponiendo un nuevo orden mundial y, a escala nacional, con Vox imprimiendo su marchamo en un tema tan sensible y complejo como la inmigración. El PSOE clama contra ellos; también lo hacen Podemos e Izquierda Unida, con presencia incluida en manifestaciones. Pero su clamor no se traduce en mejoras de intención de voto en los sondeos. El PP intenta imponer su agenda migratoria a duras penas, crítica y dura en ocasiones, diplomática y tibia en otras, en la ardua misión de nadar en dos aguas. Pero sólo un partido sonríe este verano.

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