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Crónicas de una Región misteriosa

El Palacio de los Mula en Lorca y el remedio por el que se "cocía vivos" a los enfermos

La conocida como 'Teresa, la creadora de ángeles' empleó la técnica de la 'estufa' para sanar a niños, aunque sin los conocimientos necesarios

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  • Palacio de los Mula
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LORCA. El Palacio de Los Mula es una casa señorial mandada construir por la familia Menchirón Pérez-Monte como residencia habitual en Lorca. Aunque está fechada en 1711, lo cierto es que estamos ante un edificio de estilo barroco de dos plantas ubicado en una antigua zona de alberca de los siglos anteriores, entre el convento de Santo Domingo y el convento de La Merced. Lugar elegido por familias aristocráticas como zona de descanso habitual, de la misma manera que hicieron justo enfrente los Salazar Rosso, edificio que en la actualidad es la sede del Museo Arqueológico de la ciudad.

La Casa de los Mula llama poderosamente la atención porque según nos cuentan llegó a ser un jardín de infancia en la década de los años 60 del siglo XX, siendo reformada en el siglo XIX con la apariencia que posee en la actualidad, a pesar de que en el año 2000 fue rehabilitada.

No obstante, nos vamos a centrar en una de las personas relacionada con esta casa, una de las mujeres de la familia cuya ánima -según dicen- vaga errante y condenada por todo el daño que hizo, aunque de manera inconsciente, pues ella sólo quería ayudar. Se dice que fue de las primeras en aplicar en la ciudad de Lorca métodos para sanar enfermedades pero sin conocerlos en profundidad, lo que la llevó a generar decenas de muertes en los primeros años del siglo XVIII. Se la conocía como Teresa, la creadora de ángeles, pues muchas de los enfermos a los que tenía acceso eran niños y, por consiguiente, morían con ella.

Es cierto que hoy en día esta mujer sería diagnosticada muy posiblemente con el síndrome de Mauthausen, una enfermedad por la que se crea y se cree síntomas falsos o provoca síntomas reales para que parezca que el niño está enfermo. De esta manera la sociedad de la época confió en ella para el cuidado de los más pequeños en caso de extrema necesidad y apareció como una mujer entregada hasta las últimas consecuencias y que que daba todo lo que estaba en su mano y más por ayudar a los niños, a la sociedad en definitiva.

¿Cuál fue el método por el que enfermaba a los niños? Muy posiblemente administrándoles sustancias ricas en azúcar, frutos secos y alimentos en mal estado, provocándoles y shock anafiláctico con lo que los vótimos, calambres y enrojecimientos en la piel eran comunes.  Para tratarlos utilizaba una técnica ya usada y perfeccionada en ciudades como Caravaca, Cartagena o la propia Murcia poco tiempo antes, a mediados del siglo XVII y que era conocida como 'la estufa'.

Bajo el prisma de la religión, la superstición, la alquimia y los elementos sobrenaturales, encontramos este remedio basado en la expulsión de cualquier enfermedad por parte de nuestro cuerpo por medio de la sudoración y de la orina, por lo que la conocida 'estufa' provocaba este efecto en el enfermo.

¿En qué consistía la 'estufa'?

Se utilizaba una caja de madera a medida del enfermo -no es un ataúd- con una apertura para que éste pudiera sacar la cabeza por ella, a modo, y salvando las distancias, de sauna actual. En su interior se encontraba el enfermo con varios niveles de paños y agua. La caja estaba sobre elevada del suelo por unas patas de no más de 15 cms y en el espacio entre la 'estufa' y el suelo se colocaban un fuego. Éste calentaba la madera de la estructura, la cual comenzaba a calentar a su vez el agua y ésta, por consiguiente, al enfermo, quien en breve espacio de tiempo comenzaba a sudar y a 'perder', de esa manera, la enfermedad.

En la ciudad de Lorca esta mujer utilizó este remedio sin haber tenido en cuenta las experiencias de otros lugares que marcaban muy específicamente los siguientes preceptos:

-El enfermo no podías estar más de 72 horas seguidas en la estufa.

-Cada 8 horas había que cambiar los paños y el agua del interior de la estufa, pues de lo contrario los paños se enmohecían y el agua se cuarteaba pudiendo aumentar más la posible infección del paciente.

-Cada 2 horas máximo había que comprobar que el enfermo estuviera vivo.

Como decimos, la propia experiencia les enseñó que si un enfermo estaba más de 72 horas en esta estructura se deshidrataba, que los paños se enmohecían y el agua se cuarteaba a partir de la octava hora y que había que estar muy pendiente de que el enfermo no colapsara y muriese, de ahí que vigilancia periódica cada dos horas. Pensemos por un momento que estas advertencias no se llevaron a cabo en la Casa de Los Mula y entonces podremos entender la cantidad de niños y niñas que acabaron sus días cocidos vivos.

Además de estas premisas el enfermo debía entrar en ayunas a la estufa, pues debido a los contrastes térmicos era habitual que se produjesen, además, cortes de digestión.

Es posible que esta técnica nos parezca algo insólito y muy del pasado, pero seguro que cuando nos poníamos enfermos en nuestra infancia, nuestros padres o nuestros abuelos nos daban la medicina y nos tapaban con mantas (aunque fuese pleno mes de agosto) y si nos quejábamos siempre decían esta categórica frase, que hace referencia directa al principio sanador de la estufa: "…si estás sudando, te estás curando…".  

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