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ANÁLISIS MP

Primer debate electoral del 10-N: todos (incluida la izquierda) contra Pedro Saura

  • Antonio Urbina (Unidas Podemos), Miguel Garaulet (Cs), Pedro Saura (PSOE), Juan MaríaVázquez (PP), Lourdes Méndez (Vox) y Óscar Urralburu (Más País), en el debate celebrado en el Real Casino de Murcia. Foto: JUANCHI LÓPEZ

MURCIA. ¿Para qué sirve un debate electoral? Un cuerpo a cuerpo entre candidatos es una buena oportunidad para confrontar ideas y para despejar dudas entre el electorado; pero el éxito de estos escaparates depende de los propios protagonistas, de los aciertos o desatinos en el arte de la dialéctica. El primer debate electoral de los comicios del 10-N, celebrado en el Real Casino de Murcia y organizado por el Círculo de Economía, comenzó con una aburrida exposición de cifras cruzadas y prosiguió con intercambios de golpes -ya más amenos- entre los ponentes, ávidos de batalla ante la inminente llegada de las urnas.

Los seis candidatos -sólo una mujer, por cierto: la cabeza de lista de Vox, Lourdes Méndez- evidenciaron dos bloques bien diferenciados, antagónicos en su visión de la economía y enfrentados en su posición con Cataluña, y colocaron al PSOE en el ojo del huracán. Si en las anteriores elecciones -tanto generales como autonómicas- PSOE y Unidas Podemos entablaron una tregua tácita en sus encuentros, el primer debate del 10-N deparó una lucha sin cuartel entre Pedro Saura, representante del Gobierno nacional, y Antonio Urbina (Unidas Podemos) y Óscar Urralburu (Más País). Los tres se enzarzaron especialmente en el tema que monopolizó la noche: el reparto de culpas por la repetición electoral.

Pedro Saura, fiel a su estilo, fue el más hiperactivo de todos. Tomándole poco a poco 'el gusto' a su papel de emisario del Gobierno tras muchos años de carrera en el hueco de la oposición, el pachequero fue un torbellino: pidió la palabra constantemente, levantó la voz con frecuencia, expresivo y enérgico, y lo mismo cargaba contra las políticas de PP,  Cs y Vox que lanzaba fuego contra Podemos y Más País. A diestro y siniestro. Machacó la economía con un carrusel de datos 'positivos' ("confianza", prima de riesgo y crecimiento) y reivindicó por activa y por pasiva la necesidad de un "gobierno estable y fuerte".

Juan María Vázquez no es Teodoro García, ni tampoco lo pretendió. Ausente el secretario general de los populares por sus mil compromisos, en su lugar acudió el número dos al Senado por Murcia. Vázquez se movió en una tecla monocorde, poco dado a los aspavientos. No se vio exigido porque el fuego cruzado, centrado en Saura, no le salpicó, salvo en el capítulo del Mar Menor, donde le cayeron críticas por formar parte del partido del Gobierno regional. Le faltó fuerza para imponer su relato, en el que apeló constantemente a la herencia económica de los populares, aunque le favoreció que los adversarios no le buscaran las cosquillas. "Va ganando el PP", bromeaba un asistente en el debate ante las disputas de los candidatos de izquierdas.

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