Este mes de julio ha venido cargado de buenas y esperanzadoras noticias para la ciencia. En un anterior artículo titulado, Una era oscura acecha a la NASA, comentaba el enorme recorte de presupuesto que la administración Trump quería aplicar a la agencia espacial. Afortunadamente tanto el Senado como el Congreso han votado en contra. ¡Menos mal que todavía quedan políticos que anteponen los intereses de sus votantes a la disciplina de partido! Esto ha dejado a la Casa Blanca en una situación bastante comprometida e incómoda. Ambas cámaras han modificado el presupuesto de la NASA dejándolo en niveles similares a los del año anterior, quedando de esa manera rechazados los recortes propuestos por el presidente de los EE.UU.
Tengamos en cuenta que la financiación de la NASA es una parte del Presupuesto General Federal de los Estados Unidos, por lo que este ha sido rechazado de pleno. El presidente está ahora en una posición bastante desagradable ya que, si veta la propuesta de ambas cámaras, el país se quedará sin presupuesto para el 2026 y allí no pasa como aquí en España que se prorroga automáticamente el del año anterior; allí se produce un cierre (shutdown) de la administración. Se dejan los servicios esenciales y casi todos los empleados federales que trabajan para el Gobierno se van a su casa sin percibir salario alguno. En el caso de la NASA, por ejemplo, sólo quedarían ocupando sus puestos un 5% del personal.
Los tres mejores sitios del planeta para la observación y estudio del firmamento por su posición e infraestructuras son: Atacama en Chile, las cumbres de Hawái y las de las Islas Canarias"
Parece que ha llegado la hora de las negociaciones entre la Casa Blanca, Senado y Congreso. Lo bueno de toda esta situación es que la NASA, de momento, puede conservar la esperanza. No pasa lo mismo con la NSF (National Science Foundation) que ha visto cómo en los últimos años se ha ido recortando su presupuesto hasta recibir un último hachazo desde la administración Trump. La misión de la NSF (apoyo a la ciencia básica, becas, etc) es menos visible y “glamurosa” que la de la NASA por lo que parece que nadie se ha acordado de ella a la hora del reparto del dinero federal y la fundación ha tenido que empezar a cancelar planes. La NSF estaba involucrada en dos ambiciosos proyectos para construir un telescopio de poco más de 25 metros en el alto de Las Campanas de Atacama en Chile, denominado GMT (Giant Magellan Telescope), y otro, el TMT (Thirty Meters Telescope) telescopio de treinta metros, como bien indica su nombre, en la cumbre del Mauna Kea en Hawái. Los recortes de presupuesto han forzado a la NSF a decantarse por uno de los dos y ha optado por la opción del hemisferio sur, es decir la instalación de Chile, sobre todo porque se encuentra en un estado de construcción mucho más avanzado.
El cielo que se observa desde el hemisferio sur es distinto al que puede verse en el hemisferio norte, por eso la NSF proyectó dos telescopios, uno para cada. Dicen que el cielo del sur es mucho más bonito, sobre todo por las enormes nebulosas de las nubes de Magallanes, pero, en cambio, en el norte los nombres de las constelaciones son mucho más evocadores pues están tomados de la mitología griega. En el sur los nombres de las constelaciones son poco líricos: Telescopio, Escultor, Tucán, Microscopio… Quizá debido a que fueron los marinos europeos, en sus viajes de descubrimientos, quienes así las bautizaron. ¡Esos nombres no tienen ni punto de comparación con los de hemisferio norte: Orión, Perseo, Andrómeda, Hércules, Pegaso..!
Actualmente los tres mejores sitios del planeta para la observación y estudio del firmamento por su posición e infraestructuras son: Atacama en Chile, las cumbres de Hawái y las de las Islas Canarias. Chile no tiene rival por su atmósfera extremadamente seca, su gran altitud y porque es el único de los tres que está en el hemisferio sur. Recordemos que la atmósfera y sus turbulencias, producidas por pequeñas diferencias de temperatura en el aire, complican bastante la observación astronómica; ese es el motivo por el que se buscan lugares secos, donde el aire contenga poco vapor de agua y sobre todo lo más altos posible para que haya poco grosor de atmósfera por encima del telescopio. La opción de Hawái siempre ha estado por encima de las Islas Canarias debido a que sus cumbres son más altas, por lo que generalmente el aire contiene menos vapor de agua; además es territorio de los EE.UU y se encuentra relativamente cerca de otros países que suelen invertir en este tipo de instalaciones como Canadá, Japón o Australia.
¡Pero volvamos a nuestro tema!
Los problemas con el TMT empezaron mucho antes por la fuerte oposición de los nativos hawaianos a su instalación en la montaña que ellos consideran de sus antepasados. Se cortaron carreteras, hubo manifestaciones en las que tuvo que intervenir la fuerza pública y a las que posteriormente se les unieron oportunistas grupos de ecologistas e independentistas en busca de visibilidad. La disputa llegó a los tribunales norteamericanos y en ese lapso la isla de La Palma, en Canarias, se ofreció a albergar esas instalaciones en el complejo de observación astronómica Roque de los Muchachos. Finalmente, debido a la presión de Instituto de Ciencias Naturales de Japón, que también financiaba de manera importante el proyecto, y porque los tribunales de Hawái desestimaron las peticiones de los nativos, de decidió que el TMT debía construirse en lo alto del Mauna Kea.

- Complejo astronómico Roque de los Muchachos en La Palma. -
- Foto: IAC
Pero han llegado los recortes del segundo mandato de Trump y esta vez la NSF no ha podido soportar el envite. Ha tenido que cancelar uno de los dos proyectos, por falta de presupuesto, y con toda la lógica ha decidido abandonar el TMT, ya que no había casi nada construido en Hawái, aunque ya se había invertido mucho dinero en equipamiento técnico y científico. Se estima en que harían falta unos 1000 millones de dólares para terminar la instalación. Recientemente el Gobierno de España ha ofrecido financiar el proyecto con 400 millones de euros si la instalación se realiza en la isla de La Palma.
Personalmente me parece una jugada maestra en la que se aprovecha la situación de incertidumbre actual. Una instalación de ese calibre sin duda catapultará a la ciencia y a la ingeniería españolas a un alto nivel y a un reconocimiento internacional. Pero el beneficio sería además económico pues el retorno de la inversión sería importante debido a que se generarían cientos de puestos de trabajo de alta cualificación, así como nuevos empleos en sectores más tradicionales como la construcción, la hostelería y los servicios. Este tipo de instalaciones, además, son tractores para las empresas locales y regionales de tecnología impulsando sectores como la ingeniería de precisión, informática o logística. Sin duda la isla se haría más conocida internacionalmente con el consiguiente aumento del turismo de calidad.
El que nuestro Gobierno haya hecho esa apuesta no merece más que nuestro reconocimiento, aplauso y deseo para que el TMT se construya finalmente en La Palma.
Me da que lo más complicado va a ser el convencer a los japoneses, pues las Islas Canarias les quedan un poco más lejos que Hawái, pero confío en que los magníficos profesionales que hay al frente de Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, así como del Instituto Astrofísico de Canarias van a luchar lo indecible para traerse ese grandioso proyecto a España. Tan solo me queda desearles toda la suerte del mundo y felicitarles por la apuesta decidida que están haciendo por el desarrollo de la ciencia en nuestro país.