Opinión

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El eurocristiano tibio

Puigdemont: una tercera opinión

"A pesar del trabajo que les costó montar en Suiza un grupo de negociación, con supervisor internacional incluido, ahora han optado por arrumbarlo"

Publicado: 02/11/2025 ·06:00
Actualizado: 02/11/2025 · 06:00
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Ya han confirmado las bases de Juntos por Cataluña que apoyan la decisión de sus órganos directivos, capitaneados por Puigdemont, de pasarse a la oposición y dejar de negociar con los emisarios del presidente Sánchez. A pesar del trabajo que les costó montar en Suiza un grupo de negociación, con supervisor internacional incluido, ahora han optado por arrumbarlo. Nadie había visto nunca al Gobierno de un país democrático negociar en una sede extranjera con un prófugo reclamado por el Tribunal Supremo para juzgarlo por malversación, pero los sanchistas son así. Todo les vale para ocupar el Gobierno, aunque lleven varios años sin aprobar los presupuestos del Estado.

Muchos analistas se han dedicado a especular sobre los motivos de Puigdemont para romper la baraja: no ha logrado que le apliquen la amnistía, no han transferido a Cataluña las competencias en inmigración, no avanza el cupo fiscal catalán, no han conseguido que el catalán sea una lengua oficial en la Unión Europea, las expectativas electorales de Alianza Catalana no dejan de subir, los alcaldes de Juntos se temen una debacle en las próximas elecciones municipales, es ridículo seguir así cuando dijeron que iban a cobrar por adelantado y no como los pardillos de Izquierda Republicana de Cataluña, el PSC pactó con el PP hacer alcalde de Barcelona al socialista Collboni en detrimento del convergente Trias, que se despidió elegantemente gritando “¡Que us bombín!”, que según mi traductor automático significaba “¡Que os den!”. Pero nadie lo escuchó y ahora Puigdemont se queja paradójicamente de que no le dan.

 

"Aunque Sánchez finja que le da igual perder votaciones en el Congreso, la verdad es que no le da igual"

 

Siendo todo eso muy interesante, todavía lo es más que pasará en el inmediato futuro. Al respecto los analistas se han dividido en dos grupos. El minoritario opina que la ruptura será muy dañina, políticamente hablando, para Sánchez. Cuando gritó “¡Somos más!”, tras haber perdido claramente las elecciones, estaba sumando los diputados de todos los partidos excepto PP y Vox. Los que menos lo conocían se escandalizaron de que estuviese dispuesto a hacerse con la presidencia del gobierno gracias a los votos de Reunirse (Bildu), a pesar de que había asegurado en la campaña que nunca lo haría y que, si queríamos, podría repetirlo veinte veces. Los que lo conocían mejor supusieron que, a cambio de sus votos, estaría dispuesto a conceder una amnistía a los golpistas catalanes, a pesar de que siempre había afirmado que era inconstitucional. Y, en efecto, solo tardó un año en aprobar la amnistía. Pues bien, los citados minoritarios sostienen ahora que la situación política de Sánchez ha empeorado porque ya no puede decir que son más. Al perder los siete votos de Juntos se ha quedado en minoría en el Congreso y ningún gobierno puede perdurar si no goza de una mayoría que lo apoye en el Parlamento. Así que, dicen los minoritarios, negro pinta el futuro para Sánchez, muy debilitado tras la fuga de Juntos. Insinúan que incluso el Partido Nacionalista Vasco podría cambiar de actitud una vez que sus aliados separatistas catalanes de derechas ya no forman parte del bloque de investidura.

Por el contrario, los analistas del grupo mayoritario opinan que nada cambiará tras la ruptura de Juntos. Para empezar, Puigdemont prohibió que se discutiese la dimisión de los cinco copartidarios colocados en empresas públicas y otros puestos de decisión como parte del pago por apoyar a Sánchez. Y tampoco quiso hablar de la inminente renovación del contrato de su señora, Marcela Topor, que recibe doce chistorras mensuales por un programa en inglés en una televisión que depende de la Diputación de Barcelona. Y, por supuesto, Puigdemont sigue pendiente de su amnistía. Pero, aparte de esas cuestiones lucrativas, que nunca carecen de importancia para los junteros, los mayoritarios han remarcado que Puigdemont se ha negado a hablar de mociones de censura, aunque solo fuese para poner un presidente instrumental que convocase de inmediato elecciones. Y señalan los mayoritarios que Juntos jamás acordará con Vox una tal moción de censura, sobre todo cuando las encuestas prevén una mayoría absoluta de la mezcla del PP con Vox. Puesto que todo eso es así, concluyen los mayoritarios que todo seguirá igual, pues Sánchez solo teme las mociones de censura y, si nadie la pone, le da igual lo que pase en el Congreso.  Así que, reiteran los mayoritarios, los de Juntos seguirán aprobando las leyes que les interesen y rechazando las que no les interesen. Como ha señalado el propio Sánchez, Juntos seguirá haciendo lo mismo que ya venía haciendo hasta ahora. Y él seguirá con la mano tendida, según ha dicho.

Por mi parte, mantengo una tercera opinión. Reconozco la solidez de los argumentos de los minoritarios y todavía más de los mayoritarios, pero no creo que todo vaya a seguir igual. Más bien creo que va a empeorar. Imagino que estoy en una ínfima minoría, pero el motivo que aduzco es bien sencillo: aunque Sánchez finja que le da igual perder votaciones en el Congreso, la verdad es que no le da igual. Como fui cocinero antes que fraile, sé que perder votaciones no le gusta a ningún político, por cínico que sea. Así que preveo que Sánchez se esforzará todavía más en complacer a los separatistas de Juntos y procurará aún más darles todo lo que esté a su alcance para mantenerse en la presidencia. Una buena prueba de mi hipótesis será ver qué hace Sánchez con la norma que ha presentado Juntos para que, rompiendo el distrito único universitario español, se establezca un distrito universitario catalán. En principio, eso implicaría que los estudiantes murcianos, y del resto de España, no podrían matricularse libremente en las universidades catalanas. El tema es de tal gravedad que merece Tibio aparte, pero de momento ya os advierto que pronto veremos si Sánchez cede para apaciguar a los rebeldillos de Juntos. Lo dicho: la cosa puede ir a peor, pero no para Sánchez, sino para sus damnificados.

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