Cada 31 de octubre se celebra el Día Mundial del Ahorro, una fecha que, más que una conmemoración, debería ser un recordatorio: el futuro se construye con las decisiones que tomamos hoy. Esta jornada nació en 1924 con el objetivo de fomentar la educación financiera y promover la importancia de guardar dinero de manera responsable. Cien años después, el mensaje sigue siendo igual de necesario, o incluso más.

En España, “ahorrar” es una palabra muy repetida, pero poco practicada. Todos sabemos que es importante, pero lo posponemos esperando el momento perfecto. Y mientras tanto, el dinero se va en pequeñas fugas, decisiones impulsivas o simples descuidos.

Según los últimos datos del INE, las familias españolas apenas destinan un 7 % de su renta al ahorro, mientras que la media europea supera el 14 %. En un contexto de inflación persistente, tipos de interés cambiantes y salarios que no crecen al mismo ritmo que los precios, no ahorrar, o hacerlo mal, se ha convertido en un lujo que pocos pueden permitirse.

Postergar el ahorro

El clásico “cuando gane más, empezaré a ahorrar” es una trampa en la que caen muchas personas. Si no se ahorra cuando se tiene poco, tampoco se hará cuando se tenga más. El secreto está en crear hábito: convertir el ahorro en una acción automática, no en una intención.

Ahorrar no es guardar dinero, es construir tranquilidad"

Siempre digo: “No importa cuánto, importa empezar”. Si apartas una pequeña cantidad cada mes, aunque sean 50 euros, entrenas tu disciplina financiera y conviertes el ahorro en un reflejo. Esperar a final de mes para ver si “sobra algo” casi nunca funciona.

Ahorrar sin un propósito

Ahorrar sin un objetivo concreto es como correr sin saber hacia dónde. Los objetivos dan sentido al esfuerzo: comprar una casa, educar a los hijos, crear un fondo de inversión o lograr libertad financiera.

Ahorrar por miedo paraliza; ahorrar con propósito impulsa. Por eso siempre insisto: “Funciona mucho mejor ahorrar con intención que hacerlo por obligación".

Confundir ahorro con inmovilizar dinero

Tener el dinero parado en una cuenta corriente no es ahorrar, es perder poder adquisitivo. Con la inflación actual, el dinero quieto vale menos cada año.

Ahorrar de forma inteligente significa poner el dinero a trabajar. Hay productos que combinan seguridad y rentabilidad —planes de ahorro, fondos conservadores o seguros de inversión flexibles—, pero la clave está en diversificar y dejarse acompañar por un asesor que te ayude a decidir con criterio.

No tener un fondo de emergencia

Un simple imprevisto puede desequilibrar la economía de una familia: una avería, una baja laboral o un gasto médico. Tener un fondo de emergencia equivalente a tres o seis meses de gastos es lo que marca la diferencia entre vivir tranquilo o endeudarse.

Disponer de liquidez evita recurrir a préstamos o tarjetas con intereses altos. No es solo dinero: es paz mental.

Falta de organización financiera

Muchos creen tener sus finanzas bajo control, pero no saben cuánto gastan ni en qué. Tener varias cuentas, tarjetas o inversiones dispersas sin seguimiento genera desorden y pérdida de oportunidades.

Mi recomendación es simple: anota tus ingresos y gastos cada mes. Puede ser en un Excel o en una aplicación. Lo que no se mide, no se mejora; y lo que no se mejora, se estanca.

Una reflexión para cerrar el Día Mundial del Ahorro

Ahorrar no es una cuestión de dinero, sino de mentalidad. El problema no es ganar poco, sino no saber retener lo que ganamos. En tiempos de incertidumbre, el ahorro se convierte en la mejor herramienta de libertad.

Porque al final, ahorrar no es guardar dinero, es construir tranquilidad. Y quien aprende a anticiparse, deja de depender del azar.