La jubilación es uno de los mayores desafíos financieros de nuestra generación. Durante décadas, el sistema público español fue sinónimo de seguridad, pero los cambios demográficos y económicos de los últimos años han transformado por completo ese escenario. Hoy, preparar el futuro ya no es una opción: es una obligación si queremos mantener nuestro nivel de vida.
España se enfrenta a un envejecimiento poblacional sin precedentes. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2050 habrá más de 16 millones de personas mayores de 65 años, lo que supondrá casi un 30% de la población total. Al mismo tiempo, la tasa de natalidad se mantiene entre las más bajas de Europa —apenas 1,2 hijos por mujer, muy por debajo del nivel de reemplazo generacional (2,1)—. Esto significa que habrá cada vez menos trabajadores sosteniendo a más jubilados, lo que pone en riesgo la sostenibilidad del sistema público de pensiones.
Una tasa de sustitución cada vez más baja
La llamada tasa de sustitución —el porcentaje del salario que representa la pensión pública al jubilarse— ha sido históricamente alta en España, situándose por encima del 80%. Sin embargo, los organismos internacionales como la OCDE alertan de que podría reducirse por debajo del 60% en las próximas décadas.
Quien no planifique su jubilación, verá mermado su poder adquisitivo"
En la práctica, esto significa que una persona que hoy percibe 2.000 euros mensuales podría recibir unos 1.200 euros de pensión. A esto hay que sumar el impacto de la inflación y el aumento del coste de la vida. El mensaje es claro: quien no planifique su jubilación, verá mermado su poder adquisitivo.
El poder de empezar pronto
Ahorrar tarde siempre cuesta más. El interés compuesto es el mejor aliado del ahorro: el tiempo multiplica los resultados. Alguien que aporta 150 euros al mes desde los 30 años puede acumular más capital que quien empieza a los 50 con el doble de esfuerzo.
Para comprobarlo, basta con usar cualquier calculadora financiera de interés compuesto disponible en internet. Si una persona ahorra 100 euros al mes durante 30 años con una rentabilidad media anual del 5%, podría acumular más de 83.000 euros. Si empieza diez años más tarde, el resultado apenas superaría los 45.000 euros. El mensaje es sencillo: el tiempo vale más que el dinero.
Los más jóvenes pueden permitirse estrategias más dinámicas, con mayor exposición a renta variable. Quienes están más cerca de la jubilación deben priorizar la estabilidad y la protección del capital. En todos los casos, la clave es adaptar la estrategia al momento vital y mantener constancia.
No basta con ahorrar: hay que planificar
Ahorrar sin un plan definido es como navegar sin rumbo. La jubilación exige objetivos claros, horizonte temporal y revisión periódica. No es lo mismo quien todavía tiene hijos pequeños o una hipoteca que quien ya está libre de cargas y busca un retiro anticipado.
Revisar anualmente el plan permite ajustar la rentabilidad, las comisiones y el riesgo a la realidad de cada persona. Esta constancia convierte el ahorro en una estrategia, no en un acto de suerte.
Diversificar para protegerse
Confiar todo el ahorro a un solo producto o entidad puede ser un error. Existen múltiples herramientas para construir una estrategia equilibrada: planes de pensiones, fondos de inversión, seguros de ahorro o carteras mixtas. Diversificar es sinónimo de proteger y aprovechar distintas oportunidades.
En un contexto de inflación y tipos de interés variables, una cartera diversificada permite preservar el poder adquisitivo y reducir la dependencia de decisiones políticas o coyunturales.
La importancia del acompañamiento
El mercado financiero español cuenta con cientos de productos distintos. Por eso, contar con asesoramiento profesional es clave para no improvisar. Un buen asesor no solo elige instrumentos, sino que ayuda a entenderlos, los adapta a cada etapa de la vida y aporta disciplina.
La mayoría de las personas no fracasa por no ahorrar, sino por no tener una estrategia ni un seguimiento adecuado.
Hoy me quedaría con la siguiente reflexión
El futuro no se improvisa. Cada decisión financiera que tomamos hoy define la calidad de vida que tendremos mañana. Planificar la jubilación no es un acto de miedo, sino de libertad y responsabilidad.
El mejor momento para empezar fue ayer. El segundo mejor momento, sin duda, es hoy.
Ginés Martínez González-Conde
Consultor financiero experto, vicepresidente y coordinador de educación del grupo empresarial BNI Espuña de Alhama de Murcia.