Opinión

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El eurocristiano tibio

Los genes de Trump y los de Sánchez

"No sé si Trump sabe que Sánchez tiene a gala cambiar de opinión con cierta frecuencia. Y tampoco sé si Trump sabe que expulsar a España de la OTAN alegraría la vida a Yolanda, a Junqueras y quizás incluso a Sánchez"

Publicado: 12/10/2025 ·06:00
Actualizado: 12/10/2025 · 06:00
  • Pedro Sánchez.
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En el año 1969, cuando finalicé mi licenciatura en Ciencias Biológicas en la Universidad Central de Madrid, el léxico básico de la Genética había invadido el lenguaje cotidiano de los occidentales. Los ciudadanos ya no decían que los hermanos compartían la misma sangre, sino que habían heredado los mismos genes; ya no aseguraban que los asesinos en serie cometían sus crímenes por instinto, sino que llevaban la maldad inscrita en sus ADN; ya no recomendaban leer el Génesis, sino artículos de Genética… Pero surgían entre ellos numerosas dudas.

En 1975, año en el que finalicé mi tesis doctoral en Genética, un patriota llamado José Félix publicó en el diario Ya un enardecedor artículo: "No hay país como España donde la herencia genética se mantenga de forma tan permanente. En nuestra nación todos los genes son dominantes". Nunca supe si aquel artículo pretendía consolar a los fans del general Franco, tan enfermo que falleció en noviembre, pero sabía que la herencia biológica no era más permanente en España que en el resto del mundo, ni tampoco los genes dominantes eran más estables que los recesivos.

La respuesta llegó en septiembre de 2025, cuando el articulista Ignacio Ruiz Quintano atribuyó al político Antonio García Trevijano una deprimente opinión. Publicada en el diario ABC, decía que la nación española “es un gran sedimento de genes apocados, desleales y acomodaticios, que ha sido rigurosamente seleccionado con una eliminación sistemática de los genes más intrépidos, leales y emprendedores.”

Aparte de introducir el novedoso concepto de los genes apocados, proclamaba que su predominio entre los españoles se debía a la selección artificial que habíamos ejercido contra los genes intrépidos. Quizás sin saberlo, se había sumado a una tesis de Darwin, según la cual nuestros ancestros habían preferido emparejarse con los que mostrasen rasgos típicos de los animales domesticados que mucho después sus sucesores obtuvieron por selección artificial. En cualquier caso, ¿llevaba razón Félix o la llevaba Trevijano? Desde la perspectiva genética, ¿éramos los españoles apocados o dominantes?

Por su parte, en 2008 Oriol Junqueras declaró que los genes de los catalanes se parecían más a los de los franceses y los suizos que a los de los españoles, que nos parecíamos más a los portugueses. Nadie sabe si se sintieron más ofendidos los españoles o los suizos. Aclarando el tema, en 2012 Quim Torra declaró que los españoles éramos bestias con un pequeño bache en nuestra cadena de ADN. Y todos sabemos que nuestros genes están hechos de ADN, así que teníamos unos genes arrugados. Habida cuenta de lo declarado antes por Oriol, ¿no cabrearía eso a los portugueses?  A estas alturas la cosa estaba muy liada. ¿Cómo eran los genes de los españoles? ¿Dominantes, apocados, portugueses o rugosos?

 

Como se sabe, Sánchez y Trump están disputándose el premio Nobel de la Paz"

 

Afortunadamente, iban a hacer acto de presencia los americanos. En el mes de julio de 2025 una empresa estadounidense de ropa y accesorios, American Eagle, lanzó un anuncio protagonizado por Sidney Sweeney, una joven actriz de cabellos rubios, curvas pronunciadas y ojos azules. El lema de la campaña publicitaria, "Sidney Sweeney tiene unos jeans geniales”, jugaba con una oportuna homofonía. Puesto que la palabra "jeans" suena en inglés como "genes", podía entenderse que los pantalones vaqueros de color azul que lucía Sidney eran geniales y también que aquella mujer tenía unos genes estupendos. De hecho, Sidney declaró: "Los genes se transmiten de padres a hijos y, a menudo, determinan rasgos como el color del pelo, la personalidad e incluso el color de los ojos…Mis jeans (genes) son azules". 

En los días siguientes se revalorizaron apreciablemente las acciones de la compañía, una prueba de que el mercado había acogido bien el mensaje. Por el contrario, numerosos críticos denunciaron que era discriminatorio elogiar los genes de una mujer caucásica, guapa y saludable. En esa línea, acusaron a los responsables del anuncio de defender la supremacía de los blancos, el racismo y el machismo. Subyacía en ese debate una diferencia que ya había señalado el propio Darwin: la selección natural promovía rasgos relacionados con la viabilidad; la selección sexual, los relacionados con la deseabilidad como pareja reproductora. Así que la belleza de Sidney podría estar relacionada con la selección sexual de sus ancestros, mientras que su no menos envidiable salud lo estaba con la selección natural. ¿Promovía en nuestra especie la selección natural la salud y la selección sexual la belleza? Más importante, ¿también las mujeres guapas españolas tenían unos genes geniales? ¿Qué dirían de eso Junqueras y Torra? ¿Y qué podíamos decir de los hombres guapos?

Estoy dispuesto a incluir entre ellos a Paul Newman y a Robert Redford, incluso a Antonio Banderas y a Pedro Sánchez, pero tendría mis dudas con Donald Trump y Oriol Junqueras. En apoyo de Sidney, el presidente Trump declaró que las críticas no eran sino exageraciones de los partidarios de cancelar la cultura occidental y, con su típica arrogancia, presumió de la calidad de sus propios genes. ¿Tenía algo ver la selección natural con el poderío político? Este asunto no era trivial porque, como se sabe, Sánchez y Trump están disputándose el premio Nobel de la Paz. Entre los méritos de Sánchez hay que contar el apoyo a los que boicotearon la vuelta ciclista a España en Madrid, el reconocimiento del Estado Palestino, el embargo con agujeros de armas a Israel y su protección a la flotilla de Ada Colau (en la que, según unas de las navegantes, "se folló mucho", lo que estaría relacionado con la selección sexual si no se utilizasen tantos preservativos, ni se abortase tanto). Por su parte, Trump solo cuenta a su favor que ha forzado un acuerdo de intercambio de rehenes y de alto el fuego entre Hamás y el Gobierno de Netanyahu. Aunque Sánchez ha apoyado ese acuerdo, su vicepresidenta, Yolanda Díaz, lo ha rechazado por completo. Esa división gubernamental, junto con el hecho de que Sánchez se negase a cumplir el compromiso que había firmado de subir hasta el 5% del presupuesto en gasto en Defensa, ha llevado a Trump a pedir que sus aliados expulsen a España de la OTAN. No sé si Trump sabe que Sánchez tiene a gala cambiar de opinión con cierta frecuencia, de modo que ahora no se siente vinculado al documento que firmó ante los presidentes europeos. Y tampoco sé si Trump sabe que expulsar a España de la OTAN alegraría la vida a Yolanda, a Junqueras y quizás incluso a Sánchez. ¿Predominarán al final los poderosos genes de Trump o los intrépidos genes de Sánchez? ¿Son los genes de Sidney más geniales que los de Yolanda? Se admiten apuestas.

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