Este surcoreano, profesor de Artes en Berlín, ensayista y autor de innumerables libros de pensamiento, a más de uno nos tiene embelesados hace ya algunos años. Hace muy poco era distinguido en el teatro Campoamor de Oviedo con el Premio Princesa de Asturias 2025 en el área de Humanidades. Qué duda cabe que, su mejor carta de presentación está siendo sus bellos escritos que tanta alegría anda esparciendo por las mejores universidades europeas. Cabe destacar entre su galería de libros: La sociedad del cansancio, Psicopolítica, No-cosas: Quiebras del mundo de hoy o… La salvación de lo bello.

Ante la encarnizada masacre que está sufriendo España con su ministro de Cultura y Artes, Ernest Urtasun, el poderío de pensamiento al que nos acerca Byung nos hace ver que es muy importante “la salvación de lo bello”; en otras palabras, nos hacía llegar: “Que lo bello, en una sociedad de consumo, prefiere vender algo que agrade y proporcione un deleite hedonista reducido a los sentidos del espectador”. Asimismo, se da acceso a la visión de lo terso, lo liso y lo pulido que actualmente diluye el verdadero trasfondo de la obra artística para traducirse en un mero acercamiento. Claramente, la finalidad de reflexionar sobre el arte busca reivindicar la concepción que se mantiene vigente en torno a lo bello, para acercar al espectador a una contemplación que construya más allá de las experiencias estéticas e intelectuales, la comprensión limitada que posee como sujeto ante la infinitud que tiene ante sí.

Me consta que nuestro buen surcoreano, en los momentos previos a recibir el galardón de Humanidades, recordaba a Sócrates al inicio de su discurso, argumentando que, como filósofo, sus textos de crítica social muchas veces han causado irritación, sembrando nerviosismos e inseguridades, pero al mismo tiempo han desadormecido a muchas personas. Y así, aún va más lejos: “Siempre ha defendido que la supuesta libertad individual que nos proporciona el neoliberalismo actual no es más que una ilusión”. Aunque hoy creamos ser más libres que nunca, la realidad es que vivimos en un régimen despótico neoliberal que explota la libertad. Este hombre, notoriamente, es de los míos: políticamente incorrecto.

Todos somos, de alguna manera, artistas"

Ante los comentarios de Byung me acordaba de los tejemanejes que se lleva estos días por Madrid desde el mundo de las artes. Colombia ha mandado a España una buena exposición denominada Oro y hoja de Coca, con fuertes signos de una grandiosa cruzada de descolonización sobre el tesoro de Quimbaya. Por otro lado, México no se ha quedado atrás. La casa de México en Madrid expone” la mujer en el México indígena”. A mi parecer, muy distante al Gobierno, estamos ante una visión de la mitad del mundo, desde el equilibrio que representa la dualidad mujer-hombre. Antiguas concepciones simbólicas como la muerte femenina y la vida masculina, y así la noche y el día o la tierra y el cielo, respectivamente. Partes de un mismo mundo que no compiten, sino que se unen, como la esencia de la Hispanidad y en contraposición al indigenismo y al feminismo ideológico. Aquí, la mujer es sagrada, “sacralidad femenina”, pero no en guerra contra el hombre, sino en perfecta armonía.

¡Qué buenas chácharas tendríamos el surcoreano y yo hablando del esperpento arte de nuestras rotondas españolas! Toda una desgracia. No me debería extrañar que cada día más se pisasen menos los museos y eventos artísticos, e incluso que, descienda el número de estudiantes en humanidades. Tengo claro que acercarnos a la cultura y a las artes nos proporciona un conocimiento y sabiduría emocional bastante elevado; contribuye a que tengamos una visión más rica y significativa de nuestras experiencias y ayuda a comprender, al menos un poco, las cosas más profundas que nos rodean. De aquí que, muchos de nosotros, como Byung sigamos reivindicando “el código humanista” como una suerte de terapia.

Si las buenas vivencias culturales son tan determinantes, es porque “la creación artística es el acto humano elemental entre otras. Cuando se pinta un cuadro, se está componiendo un poema o se escribe un relato, donde los artistas elaboran una representación compleja y coherente del mundo. Y eso, a fin de cuentas, es lo que hacemos todos cada minuto mirando a nuestro alrededor. Todos somos, de alguna manera, artistas.

Ahora bien, para que el arte pueda desarrollar todo su potencial sanador, la forma en que nos enfrentemos a él resulta crucial, y ello es lo que nos viene a decir el nuevo Princesa de Asturias 2025. En lugar de adoptar el punto de vista consumista, como si estuviésemos de shopping, hemos de aproximarnos a … "con reverencia y humildad", interrogándonos por las lecciones que encierra o por lo que pretendía el autor expresar con ella.