El otro día cayó en mis manos un artículo de National Geographic sobre lo que los romanos llamaron la evocatio. Consistía en proponer de forma ritual a las divinidades que protegían otras ciudades, a las que Roma quería conquistar, un pacto para que cambiaran de bando. A cambio le aseguraban un culto superior y dejar intacto el templo en donde los veneraban.
Hay un relato de Tito Livio que narra cómo los romanos utilizaron la evocatio con la Diosa Juno, ni más ni menos, antes de arrasar con la ciudad etrusca de Veyes en el siglo IV a. C. Le prometieron no arrasar con su templo, llevar su estatua a Roma y, tirando la casa por la ventana, construir un santuario en la Colina Capitolina y encumbrarla como una de las tres divinidades más importantes. No es de extrañar con tanto boato y su mal carácter, que les hiciera la vida imposible a tantos…
Pero en Roma este ritual era un acto pragmático, no corrupto. Una traicionaba a los suyos por el ofrecimiento de un mejor trato y no es motivo de escándalo. Solo asumir que ha llegado a un buen acuerdo.
No es pragmatismo. Es una chorizada muy cara"
Hoy en día todo esto es mucho más burdo, con menos pompa y mucho más extenso que a los meros dioses. Y en lugar de acudir a literatos que lo ensalcen, usamos rudas grabaciones sin esforzarnos en al menos crear un relato bonito. Quien no aparece en los audios de Villarejo no es nadie en este país. A mis cincuenta y seis, me siento un fracasado de mierda. No he hecho nada relevante en mi vida para que ese señor me quisiera grabar.
La corrupción no es solo un acto que puede realizar el ser humano. Es parte intrínseca de su naturaleza. Los valores y la integridad son atributos forzados que cuestan mucho trabajo mantener. Es normal momentos de flojera.
Que todos seamos en mayor o menor medida corruptos o corruptibles no deja de ser una obviedad. Pero no por ello debemos mirar hacia otro lado o justificarlo cuando en las Administraciones Públicas se cometen este tipo de abusos que, además nos cuesta dinero a todos. No. No es pragmatismo. Es una chorizada muy cara.
Por eso, y a la luz de tanto escándalo, lo peor para la sociedad es que nos anuncien en un ceremonioso ritual una panfletada con refritos de medidas y leyes que o ya están y no funcionan o son vagas generalidades sin consistencia. Y que nos lo presente el secretario general de un partido donde sus dos últimos secretarios de Organización han resultado ser unos chungos de baja calaña.
No creo que mejorara la presentación si la hubiera hecho el presidente de un partido que en una sublime oda a la corrupción hizo la reforma de su sede nacional con dinero B procedente de irregularidades en contratos públicos. Y en plena investigación de cómo funcionaban sus ministerios de Interior y Hacienda.
- -Porque ya tenemos experiencias muy negativas en oficinas tildadas de “independientes” pero dependientes de ministerios que deben funcionar como contrapoder y son solo sueldos para acólitos bien agradecidos. Hay un riesgo real de centralización sin independencia.
- -También tenemos una Ley de Contratos del Sector Público que prohíbe la contratación con empresas condenadas en firme por delitos de corrupción, pero sin ninguna voluntad de aplicarlo y con vaguedades en las responsabilidades de comunicación de dicha prohibición.
- -¿Podemos asegurar que los “mapas de riesgo” que queremos extender están bien diseñados? Me constan convocatorias de subvenciones, financiados por la UE, con concepto en factura convencional y naturaleza del bien adquirido de lo más diverso.
- -Reformas de leyes de transparencia basadas en consenso de expertos guardadas en un cajón (ya sin presencia en el Plan Anual Normativo de 2025) frente al anuncio de una Ley de Administración Abierta sin concretar.
- -La protección al denunciante y regular los lobbies es algo que nos exigen desde Europa desde hace mucho tiempo con demoras injustificadas.
- -Hablar de algo tan extendido ya como el compliance, como si fuera novedoso, la aleatoriedad de controles para que no se hagan… Todo esto me parece insultante.
Y, sin embargo, ninguna mención a los focos donde se producen una buena parte de los actos corruptos:
- -La colonización política de todas las instituciones que deben funcionar como contrapeso del poder legislativo y ejecutivo debe terminar. Desde el Tribunal Constitucional hasta la última agencia que actualmente presida un estómago agradecido. Concursos de méritos claros y transparentes y no nombramientos políticos. Independencia judicial.
- -Restringir aforamientos exclusivamente a los que marca la Constitución. Y limitados a hechos cometidos durante el ejercicio del cargo.
- -Restringir puestos de libre designación a los que, de forma razonada, sean absolutamente necesarios y no se puedan cubrir con funcionarios públicos. Y tras un concurso de empleo público.
- -Incluir el puesto de director general y directores de organismos públicos dentro de la carrera funcionarial y fuera de nombramientos políticos.
- -La reducción de diputados provinciales y cambiar el órgano de dirección de las Diputaciones a un órgano técnico colegiado entre funcionarios y una minoritaria representación política.
Quizá la clave más importante y la más difícil de abordar es que la estructura orgánica de los dos grandes partidos (y los preminentes en alguna Autonomía) es de tal dimensión que mantenerla (y mantener sus acólitos) sobrepasa la capacidad financiera de las subvenciones y cuotas de afiliados. Y, por tanto, acuden al mercado en B y a las mordidas para poder hacerlo. Y los conseguidores se llevan su parte. Las auditorías externas no garantizan nada sobre movimientos dinerarios fuera del sistema… La transparencia y rigor en donaciones privadas y en exigencias documentales pueden ayudar, pero la responsabilidad civil y penal subsidiaria del partido por defecto en cualquier delito de corrupción por parte de un cargo institucional u orgánico en el periodo en que lo haya sido, debe ser más convincente.