Opinión

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El eurocristiano tibio

Un siglo de nacionalsocialismo catalán

"El PSC sigue en su línea, ya centenaria, de construir un Estado Catalán confederado con el Estado Español"

Publicado: 03/08/2025 ·06:00
Actualizado: 03/08/2025 · 06:00
  • El expresidente de la Generalitat de Catalunya José Montilla.
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Una vez superado el golpe de Estado secesionista de 2017 cabe preguntarse por la política territorial del Partido de los Socialistas de Cataluña que, bajo la presidencia de Salvador Illa, gobierna ahora en Cataluña. Para evitar que la respuesta parezca guiada por alguna clase de prejuicio antisocialista, lo mejor es repasar la historia de ese partido y dar la voz a sus propios protagonistas. Todo empezó en 1903, año en el que se fundó la Federación Socialista de Cataluña, adherida al Partido Socialista Obrero Español. Se trataba de un comienzo prometedor, pero el idilio de los socialistas catalanes con los del resto de España no duró mucho.

En efecto, en 1923 muchos de sus cuadros se pasaron a la Unión Socialista de Cataluña. Su documento fundacional, elaborado por Manuel Serra y Moret, decía así: "En los pueblos como el nuestro, sometidos a dominación o un poder extraño (extranjero sería más preciso), se establece casi siempre una solidaridad de sentimientos encaminada a la consecución de un solo fin: la libertad colectiva". Ya aparecían algunas de las señas de identidad del nacionalsocialismo catalán: el pueblo catalán estaba subyugado por el poder español; se apelaba más a los sentimientos que a la razón; el objetivo a lograr era la liberación del pueblo catalán. Lo que distinguía a los seguidores de Moret del resto de los socialistas españoles es que ellos no solo estaban explotados como trabajadores, sino también oprimidos como catalanes.

 

En 1944 Moret dio un paso más e introdujo en el ideario nacionalsocialista catalán el derecho a la autodeterminación"

 

 

Debemos a Moret el polémico concepto de “nación cultural”, definida por el origen geográfico, la lengua y las costumbres. Y, según él, el Estado español impedía que la nación cultural catalana se convirtiese en una nación política, con su propio aparato estatal. Había ahí ya un nacionalsocialismo en estado puro. No tardó Indalecio Prieto en rechazarlo, pero sin sustituirlo por el mismo tipo de organización socialista del resto de España. La complicidad con el supremacismo se insinuaba. De hecho, Moret marcó los objetivos que guiarían a los socialistas catalanes hasta el presente: defender la idea de que Cataluña era una nación; interpretar que el Estado español la oprimía; perseguir la preeminencia del idioma catalán sobre el español; construir un aparato estatal catalán; implantar el socialismo en la nación catalana…

En 1944 Moret dio un paso más e introdujo en el ideario nacionalsocialista catalán el derecho a la autodeterminación. Moderado, propuso ejercerlo por la vía del consenso. Más astuto, el ingeniero Rafael Campalans proclamó que habría una nación donde hubiese una minoría decidida a construirla. De ese modo se libró del gremio de los historiadores, capaces de discutir si verdaderamente Cataluña era una nación. Daba lo mismo si no lo era; en todo caso iba a haberla porque líderes como Moret y Campalans se habían propuesto que la hubiese. Y en eso fue tajante: "¿Qué hay algún catalán que no siente todavía la opresión de Cataluña? ¡Peor para él!".

Entre los pioneros del PSC también hay que mencionar a Joan Comorera. Aunque luego se pasó al PSUC, el partido de los comunistas catalanes, jugó un cierto papel en la historia de los socialistas catalanes. Ese maestro les recomendó que recalcasen el declive de España. En su opinión, "España es un mundo glorioso que fue, pero que ya casi no es". Comprendiendo que Cataluña compartía un mismo objetivo con Vasconia, recomendó a los nacionalsocialistas catalanes alejarse de la "hidra del separatismo" y les propuso promover en su lugar la "Federación Ibérica Integral". A esas alturas ya aparecían casi todas las palabras clave de la ideología del PSC actual: cultura, lengua, opresión, liberación nacional, autodeterminación, estatalización propia, confederación, fiscalidad... Y también un poco de rechazo al separatismo y otro poco de socialismo.

Tras el largo paréntesis que supuso el franquismo, el partido nacionalsocialista catalán resurgió en 1978, fecha en la que la Federación Socialista de Cataluña, la única formación catalana hasta entonces claramente socialista, se desvinculó del PSOE y se fusionó con dos entidades políticas nacionalistas: Congreso y Reagrupamiento. Acababa de nacer el nuevo Partido de los Socialistas de Cataluña. Y, como cabía suponer, el componente nacionalista pesaba tanto o más que el socialista. Con esas siglas Pascual Maragall se hizo con la Alcaldía de Barcelona y después con la presidencia de la Generalidad de Cataluña. Para que no cupiesen dudas de su ideología, declaró: “Moret, Campalans y tantos otros comenzaron un trabajo que merece el éxito que (nosotros) con total seguridad conseguiremos". Se refería, obviamente, a construir en Cataluña una estructuras estatales propias. De ahí que el Estatuto de Cataluña que su gobierno promovió contuviese muchas de las nociones anticipadas por Moret, Campalans y Comorera. Y de ahí que el socialista andaluz Alfonso Guerra se animase recortar en el Congreso ese Estatuto y el Tribunal Constitucional lo modificase en varios puntos.

 

El PSC rechazó al separatismo, pero apoyó al socialismo nacionalista"

 

 

El siguiente presidente catalán adscrito al PSC, Montilla, criticó fuertemente la intervención del Tribunal Constitucional, una aberración que solo cabía atribuir a sus concepciones nacionalsocialistas. Como no eran separatistas, llegado 2017 los dirigentes del PSC apoyaron aplicar el artículo 155 para frenar el golpe de Estado promovida por Puigdemont y Junqueras; sin embargo, para salvar su tradición nacionalista, Montilla se ausentó de la votación y el PSC exigió que no se aplicase a TV3, la televisión pública catalana que difundía la propaganda separatista. También exigió que la vigencia del 155 no se prolongase mucho tiempo.

El PSC rechazó al separatismo, pero apoyó al socialismo nacionalista, impulsó la inmersión lingüística en catalán, boicoteó las sentencias judiciales favorables a un 25% de enseñanza en español, aceptó que se transfiriesen las competencias en materia de fronteras e inmigración, pidió el cupo fiscal catalán, lo que equivaldría a dejar de contribuir (como los vascos) a la Hacienda española, apoyó que el catalán fuese lengua oficial en la Unión Europea… Y recientemente ha aprobado potenciar las embajadas exclusivamente catalanas en otros países.

En resumen, el PSC sigue en su línea, ya centenaria, de construir un Estado Catalán confederado con Estado Español. Es lo que el expresidente socialista Zapatero llama el pleno despliegue del potencial nacional de Cataluña dentro del Estado plurinacional español. O los españolistas reaccionamos, o los socialistas catalanes junto con los separatistas, apoyados por la extrema izquierda plurinacional, se cargarán la nación española que heredamos en 1978. Y el cupo fiscal catalán es un paso decisivo en ese sentido.

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