Opinión

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Como ayer

Así fue el apagón en Murcia (pero en 1918)

"El 22 de octubre de 1918, un tremendo apagón afectó a la entonces provincia de Murcia, pero entonces el origen del problema quedó meridianamente claro desde el primer momento"

Publicado: 08/05/2025 ·06:00
Actualizado: 08/05/2025 · 06:00
  • Murcia de madrugada tras el apagón eléctrico.
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El apagón del pasado 28 de abril ha sido otra de esas demostraciones que se nos ofrecen de que cuando vienen mal dadas somos muy poquita cosa. Como cuando la mortífera pandemia del covid, que tenemos tan reciente y de la que parecemos no haber aprendido casi nada, o las tragedias producidas cerca o lejos de nosotros (los muertos lejanos parecen menos muertos) como danas, erupciones, movimientos sísmicos y otras lindezas.

Esta vez, las pérdidas son enormes, pero al menos no en vidas. Y aun así nos queda la sensación (que se nos pasará pronto) de que sin algo que damos por supuesto, como la electricidad, nos quedamos en paños menores, atolondrados, sin saber cómo reaccionar ni qué camino tomar.

Se nos ofrecen diversas razones, bastante incomprensibles, dicho sea de paso, sobre lo sucedido; intervienen los expertos, y los supuestos expertos, ofreciendo versiones variopintas y no pocas veces contradictorias; se señalan presuntos culpables técnicos, económicos y políticos… Y nos preguntamos si, finalmente, se sabrá la verdad. Sin saber muy bien, a estas alturas, qué es realmente la verdad.

 

Frecuentes relámpagos y fuertes truenos anunciaron la proximidad de la tormenta, que cerca de las siete descargó sobre la capital, acompañada de formidables truenos, incesantes relámpagos y una lluvia torrencial"

 

El 22 de octubre de 1918, un tremendo apagón afectó a la entonces provincia de Murcia, pero entonces el origen del problema quedó meridianamente claro desde el primer momento. A la seis de la tarde, frecuentes relámpagos y fuertes truenos anunciaron la proximidad de la tormenta, que cerca de las siete descargó sobre la capital, acompañada de formidables truenos, incesantes relámpagos y una lluvia torrencial. La tormenta, con ligeras intermitencias, y de menor intensidad,  duró toda la noche.

Se registraron algunas inundaciones en los primeros momentos de la lluvia, corriendo por las calles verdaderos ríos y penetrando el agua en la planta baja de muchas casas. Pero lo que nos interesa es la afección al alumbrado eléctrico.

El relato que hizo El Liberal nos sirve de base. Minutos antes de las siete, el alumbrado eléctrico sufrió una interrupción durante un cuarto de hora. Transcurrido ese tiempo, volvió a funcionar, pero momentos después, "y tras una formidable descarga eléctrica, que produjo el pánico de la población, volvió a interrumpirse el fluido, hasta el punto de que, según nos han  comunicado de la fábrica, esta interrupción no será resuelta, quizá, en todo el día de hoy".

 

Los tranvías interrumpieron la circulación, quedando parados en distintos puntos de las líneas en que circulaban"

 

Los tranvías, a falta de tracción eléctrica, interrumpieron la circulación, quedando parados en distintos puntos de las líneas en que circulaban (Alcantarilla, El Palmar y Espinardo). Desde hora muy temprana de la noche cerraron sus puertas los cafés, y mucho antes los comercios. "La capital, por tanto, tomó un aspecto de tristeza por las contadas persona que transitaban y por la intensa oscuridad de las calles, interrumpida intermitentemente por las luminosas exhalaciones que iluminaban el espacio intensamente".

Del mismo modo que en estos días se nos ha contando cómo afrontaron algunos medios su compromiso informativo con los lectores o los oyentes, también El Liberal hizo su relato. Cuando la tormenta se desencadenó y tuvo lugar al apagón del alumbrado eléctrico, esperaron durante toda la noche y hasta la madrugada a que se solucionara la interrupción eléctrica, pero al comprobar que no sería así, lanzaron una edición de solo una hoja a doble cara, o lo que es igual, dos páginas, por medio de una pequeña máquina que podía funcionar a mano.   

Con mayor pausa y más perspectiva, un día más tarde, el periódico se expresó con claridad sobre el asunto del apagón: "La interrupción del alumbrado eléctrico en esta capital es una cuestión añeja, de carácter crónico y hasta abusiva, si se quiere. La población, la industria, el comercio, el público, todo lo que utiliza ya como cosa corriente y general esta clase de alumbrado, se ve privado de tan necesario elemento sin que las constantes deficiencias hayan servido de incentivo para buscar el pronto y necesario remedio". O dicho, de otro modo: llovía (y de qué manera) sobre mojado.

Por el contrario, las averías se venían sucediendo cada vez con más frecuencia y más duración, multiplicándose los perjuicios al vecindario y a las empresas sometidas a un monopolio eléctrico difícil de romper y con pocas esperanzas de solución. Se aventuraba que el meollo del problema se encontraba en “el pésimo material conductor de la fuerza desde el Solvente a Murcia; por la carencia de personal encargado de las reparaciones en la línea y la falta de persona competente que cuide con t da la atención que exige tan importante servicio la normal marcha de aparatos y maquinaria productoras del fluido eléctrico”.

 

El apagón fue motivado por una exhalación que cayó en un aislador de la línea, situado entre Molina y Lorquí"

 

Pedía la prensa la intervención de las autoridades porque la capital no podía ni debía “estar sometida a la voluntad omnímoda de una empresa arrendataria” y que no se podían admitir como excusas los desperfectos derivados de los fenómenos meteorológicos, porque si así fuera sería señal de que en Murcia “solo podremos disfrutar del alumbrado eléctrico en los buenos tiempos en que no se mueva ni la hoja de un árbol, y esto sería sarcástico, burlesco e intolerable”. 

El apagón, se explicó, fue motivado por una exhalación que cayó en un aislador de la línea, situado entre Molina y Lorquí. El Liberal indicaba que la avería “debió ser reparada en dos horas, lo más; pero la falta de personal, según sabemos, ha motivado la interrupción total del alumbrado por un espacio de tiempo de VEINTE horas hasta el momento de escribir estas líneas”.

Los perjuicios a la industria fueron enormes. La paralización de los tranvías produjo una perturbación tremenda (que aún se prolongó por más días), pues los viajeros, tras larga espera, tuvieron que alcanzar a pie sus destinos, cuando la tormenta y el diluvio eran espantosos; la incomunicación persistía entre pueblos vecinos… Y se pedía a la fábrica de Lebón, suministradora del fluido eléctrico a la ciudad desde 1913, que tuviera a punto maquinarias alternativas o de reserva que garantizaran el suministro o su pronto restablecimiento en casos de avería.

Y es que, claro, hace siglo y pico, aún éramos más frágiles y estábamos más expuestos a cualquier incidencia. Sirva de ejemplo el hecho de que el parte diario sobre la afección de aquella gripe que se denominó erróneamente española arrojaba el día anterior al apagón el saldo de 43 fallecidos en el municipio y 415 infectados. Y encima, a oscuras.

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