Llamábamos casco viejo (CH) a la zona que, a pesar de haber sido destruida por el rey godo Suintila alrededor del año 622, bombardeada en las guerras cantonal y civil, saqueada por piratas y marinos de otros países, y últimamente, en los siglos XIX, XX y XXI, por coleccionistas y especuladores de obras de arte, consiguió conservar una gran riqueza cultural. El 12 de diciembre de 1980 fue declarada conjunto histórico-artístico BIC por el Ministerio de Cultura. Junto al puerto, es la única zona con turistas (más que turística) de la ciudad.
Cristina Gutiérrez-Cortines, que fue la primera consejera de cultura (1995-1999) de esta comunidad autónoma, dijo entonces que estaba encantada con el cargo que le habían otorgado, ya que le permitiría poner en valor el CH de Cartagena, que podría llegar a ser como el de Toledo -aquel medieval, el nuestro modernista-. Terminada la legislatura, la nombraron eurodiputada, el gobierno regional nos abandonó y volvieron los “bárbaros” a nuestra ciudad. Nada le ha hecho tanto daño al CH en los últimos siglos como el que ha sufrido desde la constitución de la CARM y los ayuntamientos democráticos. La riqueza cultural que consiguió conservarse y por la que en 1980 fue declarado conjunto histórico-artístico BIC por el Ministerio de Cultura fue arrasada -PERIs Monte Sacro, Despeñaperros, Molinete-, abandonada a su suerte -castillos, baterías de costa- y desprotegida en el trazado de las calles y sus fachadas. La excusa: que solo había que proteger los edificios singulares.
Es indudable que hay un antes y un después entre 2001 y 2025 con Puerto de Culturas en la opinión que tenemos de la Cartagena turística. Pero, ¿cómo lo valoramos?
A pesar de todo esto, en 2001 se creó el exitoso Consorcio Turístico Cartagena Puerto de Culturas, que primero abrió los ojos a los cartageneros para que comenzaran a reconocer el privilegio de vivir en nuestra ciudad gracias a su historia y cultura -no en patrimonio puesto en valor, que aún seguimos esperándolo-. A continuación, construyó el ascensor panorámico, el barco y bus turísticos, el acondicionamiento de la muralla púnica y su cripta, el Augusteum, los refugios de la guerra, la batería de Navidad, y comenzó la explotación comercial de todo este conjunto.Es indudable que hay un antes y un después entre 2001 y 2025 con Puerto de Culturas en la opinión que tenemos de la Cartagena turística. Pero, ¿cómo lo valoramos? Llevamos 17 años sin aumentar la oferta hotelera -por cierto, hay que comenzar a reconocer también los apartamentos turísticos reglados-. Mientras, sabemos que las empresas interesadas en construir hoteles en nuestra ciudad lo condicionan a que sea en el CH o en el puerto.
Aquí conviene recordar que no debemos confundir a los excursionistas que, viniendo en cruceros o alojándose en otras poblaciones, recorren unas pocas calles de la ciudad comprando en comercios de souvenirs y consumiendo en nuestros bares y restaurantes, con los turistas que se alojen en establecimientos de nuestro municipio. La ciudad necesita 8.000 plazas turísticas (40 hoteles y/o apartamentos turísticos más) para ser puerto home y una importante ciudad de congresos.
En el CH viven menos de 20.000 personas de las 220.000 que tiene el municipio. Es un barrio por desarrollar urbanísticamente donde el sector turístico demanda muchos hoteles, al mismo tiempo que debe acoger más viviendas para usos residencial y universitario. Es el centro donde se desarrolla la vida política, cultural y social de la ciudad, sede de numerosos despachos profesionales, entidades bancarias, comercios, inmobiliarias y, sobre todo, muchos establecimientos de hostelería.
Los locales comerciales y empresas de reparto piden ampliar las horas para la carga y descarga, los conductores piden facilidades para llegar a sus garajes y los taxistas para realizar su trabajo, que es un servicio público. Además, mientras la mayor parte de la población sigue pidiendo la celebración de más eventos musicales y culturales al aire libre y los turistas recorren las calles cargados con sus ruidosas maletas, los vecinos de esta zona ponen continuamente denuncias por ruidos elevados. Esto está provocando que los jóvenes y menos jóvenes, que se quejan de la falta de ocio en la ciudad, prefieran desplazarse a otros municipios para divertirse, asumiendo el consiguiente riesgo en las carreteras.
Se sabe que hay universitarios que prefieren seguir residiendo en otros municipios, aunque tengan que desplazarse hasta la ciudad para sus clases, y otros simplemente deciden estudiar en otras poblaciones.
Podemos dejar que todo siga como en una coctelera para ver qué sucede o, bien, ahora que todavía llegamos a tiempo, decidir qué queremos que sea. Considero que se hace necesario un debate. Yo apuesto principalmente por el sector turístico-cultural-lúdico, que se puede integrar en el día a día de la actividad de los políticos, las empresas, comercios y demás. Ahora, los días laborables a partir de las 20 h, no pasea nadie por sus calles; con más hoteles, mejoraría la actividad de restaurantes y ocio hasta la madrugada.
Deberíamos proteger el CH al máximo para que sea un atractivo turístico de calidad -de excelencia ya es imposible-, que moleste lo mínimo posible en el día a día del resto del municipio. Sería una zona de “aspecto modernista” (implicando a promotores y arquitectos) con locales, plazas y calles con cierto encanto y unos 15 hoteles o apartamentos turísticos de 200 plazas de media cada uno, 3.000 plazas más en total, la tercera parte de las nuevas que requiere la ciudad si queremos que aumenten los puestos de trabajo y el PIB turístico del municipio, que cayó 200 puestos en la clasificación nacional en nueve años, desde el 563 en 2013 al 765 en 2022 (Fuente: Renta por municipios, Expansión).
Los barrios de Santa Lucía, Los Mateos, Lo Campano y los terrenos de la antigua fundición de Peñarroya -pendientes, junto a los de Española del Zinc, de la descontaminación de sus suelos- deberían acoger otros 20 hoteles y/o apartamentos turísticos de 200 plazas, más nuevos edificios de uso residencial, preferentemente de alto standing. Estos, al estar más cercanos al mar, marcarían la vanguardia urbanística de la ciudad.
Conviene escuchar las propuestas de la Cámara de Comercio, que aconseja que los nuevos proyectos hoteleros contemplen piscinas, jardines, terrazas chillout, saunas, gimnasios y salones para eventos, entre otros servicios.
El municipio de Cartagena tiene 558 km² y, aunque gran parte son zonas protegidas, tiene muchísimo terreno para que la ciudad siga creciendo. De toda la ciudad, solo el CH seguirá siendo la zona atractiva para el turismo y, por tanto, para aumentar la riqueza y los puestos de trabajo del municipio. Potenciemos ahí toda la inversión turística (monumentos y hoteles) compatible con el ayuntamiento, las empresas y comercios que ya hay, y dejemos que se construyan en los barrios de la zona de Santa Lucía los edificios residenciales mirando al mar que Cartagena necesita.
Francisco Morales, técnico en empresas turísticas.