A las 12:30 de este lunes se fue la luz, y aunque muchos pensaban que era algo local, pronto se descubrió -gracias a la rapidez de las redes sociales- que era un problema de todo el país e incluso del vecino Portugal. Lo que parecía el típico apagón rutinarió se convirtió en un hecho histórico que dejó a oscuras a toda la Península Ibérica. En medio de este caos, se acercaba la hora del almuerzo y todos aquellos con cocinas eléctricas se preguntaban qué iban a comer sin ni siquiera un microondas donde calentar el plato.
Ante esta duda, la expresión murciana 'Pan, pijo y habas' fue más acertada que nunca y no precisamente con un tono sarcástico. Los murcianos corrieron a las panaderías a comprar algo que llevarse a la boca ante la falta de electricidad y la incertidumbre de cuándo volvería.Todo el mundo trataba de sacar adelante la comida. "Compraremos pan y empanadillas, o lo que se pueda. Cualquier cosa que no necesite microondas o vitrocerámica" afirmaba una señora a las puertas de 'La Panadería' en Juan de Borbón, donde a las dos de la tarde ya no quedaba nada para vender.
"Alrededor de la una del mediodía vino mucha gente y compraron todo lo que teníamos ya horneado. Empanadillas, pasteles de carne y barras de pan, claro. Muchas barras de pan", afirma la gerente de la tienda. Una hora más tarde tuvieron que cerrar ya que no podían continuar elaborando y lamentan que tuvieron que tirar la masa fresca ante la falta de luz, "pero no hubo grandes pérdidas, solo los productos del frigorífico", aclaran desde el comercio.
Sucedió lo mismo en los pueblos del municipio, como en las Torres de Cotillas, donde un aluvión de gente acudió a las panaderías más cercanas y algunos comercios que, gracias a generadores propios, pudieron seguir funcionando. "La estantería del pan se vació en menos de una hora, y luego la gente venía a comprar otros productos salados. El dulce apenas se vendió, pero en menos de un día habíamos hecho la caja de más de un mes", cuenta Paco desde su panadería mientras atiende a dos jóvenes.
Uno de los principales problemas de los comercios fue la la imposibilidad de pagar con dátafono, por lo que sólo aceptaban dinero en efectivo. "Los cajeros no funcionan así que mucha gente apenas tiene cuatro o cinco euros en metálico, principalmente los jóvenes que lo tienen todo digital ya. En esos casos hemos fíado, porque los conocemos de siempre y también porque sabemos que es por necesidad", aclara Paco.