MURCIA. El apagón sorprendió a los murcianos este pasado lunes y, en cuestión de minutos, los bazares se convirtieron en puntos clave para quienes buscaban lo básico para afrontar y prevenir lo que pudiera ocurrir por la falta de luz: agua, pilas y velas. En un bazar del centro, uno de sus empleados describía la escena como agotadora: “A eso de las siete u ocho ya no nos quedaban ni linternas ni agua”.
El pequeño comercio vivió momentos de tensión. “La gente venía buscando principalmente agua. Creo que las galletas también se vendieron bastante, así como la comida de lata, muchas velas y linternas”, contaba el dependiente a Murcia Plaza. Aunque el número de clientes no fue desbordante, la sensación de caos estuvo presente. “Por suerte no tuvimos muchísima gente, la mayoría eran vecinos de la zona, pero aun así se formaron colas y la gente tenía que estar esperando”.
Las estanterías vacías hablaban por sí solas. “Lo que ves vacío fue lo que se gastó. Todavía estamos reponiendo. La gente pillaba lo que veía, una locura”, confesó el comerciante. Estaba solo trabajando, ya que su mujer no pudo llegar por complicaciones con el transporte, y todo se convirtió en “un agobio”. “Todos los helados se me derritieron, los hielos también”, lamentó.

- Colas en un bazar de la Calle Correos de Murcia en el apagón eléctrico. -
- Foto: EFE/MARCIAL GUILLÉN
En el barrio de San Andrés, otro trabajador describía la situación con un tono más crítico: “Egoístas y mucha gente sin educación. Venían a comprar una cosa y si no me quedaba decían: ¿por qué no te queda?”. Asegura que muchos no entendían que no se trataba de falta de voluntad, sino de escasez. “Otros sitios estaban cerrados y nosotros ahí seguíamos como podíamos”, señala.
Algunos clientes, especialmente mayores, nos decía, pedían explicaciones. “Me preguntaban si sabía algo y les decía que no se preocupasen, que antes de las diez o mañana seguro que volvía la luz. Pero nosotros no podíamos hacer nada, solo estar ahí”, explicó. Como en otros puntos de la ciudad, los productos más demandados se agotaron rápido: agua, velas, linternas, pilas, pan y leche.
Con la caída del sol llegaron más complicaciones. “Durante las primeras horas de la tarde estuvimos más o menos como pudimos, pero en cuanto se fue el sol, para las ocho, tuve que dejar a la gente fuera. Desde la puerta me decían lo que querían y yo lo buscaba”, contó. Finalmente, decidió cerrar por precaución. “A las nueve cerré porque me preocupaba. Estaba todo oscuro y no sabía lo que podía pasar”.

- Bazar en Murcia -
- Foto: MP