Desde el inicio de 2025, el mercado de criptomonedas ha experimentado una notable caída en la cotización de activos clave como el bitcoin y, especialmente, el ethereum. Este escenario se ha intensificado en las últimas sesiones, generando preocupación entre los inversores. Algunos especialistas atribuyen la fuerte corrección de los últimos días a uno de los mayores hackeos de la historia, en el que se robaron alrededor de 1.500 millones de dólares a través de la red ethereum, afectando el sentimiento general del mercado.
Sin embargo, más allá de este suceso, es posible que existan otros factores que ya venían ejerciendo presión sobre el sector.
Después de llegar a un inicio de año cargado de expectativas tras un período de euforia procripto, el optimismo se ha visto amenazado por la alta volatilidad inherente a estos mercados. Durante las primeras semanas de 2025, se evidenciaron correcciones técnicas y salidas de capital, reflejo de inversores que empezaban a tomar ganancias luego de fuertes subidas anteriores. El endurecimiento de la liquidez, junto con tensiones macroeconómicas y cambios en la política monetaria, ya apuntaban a un ajuste natural en un entorno cada vez más incierto.
Pero ese movimiento correctivo se vio fuertemente impulsado el pasado 21 de febrero, después de registrarse un ciberataque sin precedentes en Bybit, uno de los exchanges de criptodivisas más importante a nivel global. Los hackers manipularon una transferencia rutinaria entre billeteras, aprovechando técnicas de ingeniería social y enmascaramiento de la interfaz para alterar la lógica de un contrato inteligente. De esta forma, se autorizó una transacción fraudulenta que permitió la sustracción de aproximadamente 1.500 millones de dólares en ethereum.
Este incidente, atribuido a actores vinculados al grupo Lazarus—con historial de robos millonarios en el ecosistema cripto—provocó un efecto dominó. La ola de pánico que siguió hizo que muchos usuarios retiraran sus fondos de la plataforma, con salidas que alcanzaron cifras superiores a 4.000 millones de dólares en cuestión de horas. Aunque el CEO de Bybit aseguró que la plataforma cuenta con reservas suficientes para cubrir las pérdidas, el ataque ha vuelto a evidenciar vulnerabilidades en la seguridad de los exchanges, minando la confianza en el sistema.
Si bien este episodio ha sido muy llamativo al haber concentrado en los días siguientes fuertes caídas, existen otros elementos que han estado pesando sobre el mercado.
La persistente incertidumbre en torno a la inflación y la política de tipos de interés de referencia por parte de los principales bancos centrales está afectando a todos los activos de riesgo. El endurecimiento en los mercados de bonos—reflejado en el aumento de rendimientos de los bonos del Tesoro—ha llevado a muchos inversores a buscar refugio en instrumentos tradicionales, reduciendo la liquidez disponible para criptomonedas. Este cambio en el flujo de capital contribuye a la presión bajista en activos digitales.
También, en las últimas semanas se observaron importantes salidas de fondos a través de ETFs y otros vehículos de inversión en criptomonedas. Los inversores institucionales, al tomar ganancias luego de periodos de fuerte revalorización, han acelerado la corrección del mercado. Además, liquidaciones forzadas de posiciones apalancadas han intensificado el efecto, generando un círculo vicioso de presión de venta.
Por último, habría que señalar que el entorno regulatorio sigue siendo un factor crítico. A pesar de que la retórica 'procripto' del entorno de la Administración Trump había impulsado la euforia inicial, la lentitud en la implementación de medidas concretas y las amenazas de nuevos aranceles han creado un clima de incertidumbre. Por ejemplo, la reciente polémica generada por la recomendación del token $LIBRA por parte del presidente argentino Javier Milei, que experimentó un ascenso vertiginoso para luego desplomarse, ha avivado la desconfianza entre los inversores. Estos episodios demuestran que prácticas poco transparentes y fraudes potenciales pueden tener consecuencias dramáticas en la percepción del mercado.
Ante este escenario, el mercado reaccionó de manera inmediata. Los precios de las principales criptomonedas sufrieron caídas significativas y la capitalización total del sector se redujo notablemente. El bitcoin, en particular, ha encontrado en el soporte de los 90.000 dólares un punto crítico; algunos analistas advierten de que, si se rompe ese nivel, (estamos claramente por debajo en el momento de redactar estas líneas, pero tomen ustedes esa referencia), podríamos ver retrocesos adicionales.
Sin embargo, no todos los expertos ven este ajuste como un preludio a una tendencia bajista permanente. Algunos consideran que, tras esta corrección, podría abrirse una oportunidad para la compra, especialmente si se observa una recuperación en la confianza de los inversores. La posible estabilización de la política monetaria y una menor incertidumbre en los mercados tradicionales podrían favorecer la reentrada de capital institucional, lo que, a mediano plazo, impulsaría el precio de estos activos.
Pero para muchos inversores con formación financiera más profunda, este episodio es una clara llamada de atención sobre la importancia de gestionar el riesgo. La recomendación es diversificar las carteras y, sobre todo, reforzar las medidas de seguridad. La utilización de monederos fríos, en lugar de dejar activos en exchanges, es una práctica prudente para proteger las inversiones ante posibles futuros incidentes.
Conclusiones
La corrección actual en el mercado de criptomonedas es el resultado de una confluencia de factores. El hackeo de Bybit, que marcó un hito en la historia de la ciberseguridad, ha exacerbado una tendencia que ya venía gestándose por tensiones macroeconómicas, salidas de capital e incertidumbre regulatoria.
Aunque el incidente ha afectado la confianza de los inversores, el impacto no se limita al hackeo en sí, sino que refleja un ajuste necesario en un entorno volátil y cambiante.
El futuro de criptomonedas como ethereum dependerá en gran medida de la capacidad del sector para mejorar sus protocolos de seguridad y de la respuesta de los reguladores para establecer un marco normativo claro.
Mientras tanto, los inversores deben actuar con cautela, diversificando sus activos y adoptando medidas de protección que les permitan sortear estos periodos de alta incertidumbre.
Todos estos episodios requieren una respuesta coordinada entre la industria y los reguladores para lograr un mercado más seguro y maduro.
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