El debate en torno a la lactancia no existe o no debería existir: cada mujer debería decidir si quiere o no quiere amamantar a su bebe y punto. Un privilegio, por cierto, poder decidir que no todas las mujeres tenemos. Pero el debate surge cuando afecta al sistema en el que vivimos y especialmente cuando sufrimos un desajuste entre la recomendación que hace la OMS sobre los 6 meses de lactancia exclusiva que recomienda para el desarrollo del bebé y los permisos de lactancia que no se ajustan a esa recomendación sanitaria mundial.
Insisto que mientras no se sigan las indicaciones de la Organización Mundial de Salud (que recomiendan un mínimo de 6 meses de lactancia exclusiva a demanda) y se amplíe las bajas maternales a los 6 meses, se seguirán perdiendo lactancias que se inicien y aumentarán las tasas de abandono a los 3 meses.
Aquí es donde se podría generar cierto debate pues la lactancia exclusiva a demanda durante 6 meses supone un sacrificio y un coste profesional muy elevado para las mujeres trabajadoras que no tienen más opción de acogerse a permisos sin sueldo o excedencias forzosas. La lactancia para una mujer trabajadora por cuenta ajena puede convertirse en una moneda de cambio complicada entre la vida personal y la profesional.