Murcia Plaza

crónicas de una región misteriosa

La maldición del Teatro Romea

MURCIA. Seguro que si has visitado la ciudad de Murcia te has paseado por uno de los lugares más emblemáticos de la misma como es la Plaza del Romea, en donde se ubica su teatro homónimo; y seguro que a lo largo de tu vida has entrado a disfrutar de alguno de los espectáculos teatrales que con tanto éxito allí se desarrollan. En mi caso, por ejemplo, todos los años disfruto por el Día de Difuntos de Julio Navarro y la Compañía Cecilio Pineda de la gran obra de José Zorrilla Don Juan Tenorio. 

Lo que es posible que desconozcas es que entre los asientos de este gran teatro existe uno en concreto tapizado en negro y que jamás es ocupado por ningún espectador y, de hecho, siempre se deja un asiento sin vender para evitar que la profecía que se cierne sobre el Teatro Romea pueda hacerse realidad. Se cumplen, tal día como el 10 de diciembre, 123 años desde que el Teatro ardió por última vez.

El Origen de la Maldición

Los terrenos en donde se asienta el teatro son cuanto menos llamativos, pues a poco que profundicemos en su historia descubriremos un pasado islámico sobre el que se asentaban los restos de un convento dominico. En 1984 y con motivo de unas obras para la adecuación de la Plaza se descubren los restos de la muralla islámica que delimitaba por la zona la ciudad, hoy bajo en enlosado actua; se escuchan voces hablando de la posibilidad de hacerla visible en un futuro. Por su parte, a mediados del siglo XIX y a consecuencia de la Desamortización de Mendizábal, con la que parte de los edificios eclesiásticos pasan a engrosar el patrimonio del Estado, se decide construir en unos terrenos ocupados por la Orden Dominica -hoy iglesia de Santo Domingo- un teatro: el primigenio Teatro Toro proyectado por los arquitectos Carlos Mancha y Diego Molina. La tradición popular habla de una maldición en clave de leyenda, por la cual fue un monje dominico quien embrujó este lugar, desde la que hoy es la Capilla del Rosario, en un acto de venganza por el desagravio cometido contra la orden religiosa.

La Maldición

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