Murcia Plaza

relata sus inicios y cómo era la vida en la capital

El zagal que quiso ser dibujante en el Madrid de 1979: Juan Álvarez lleva al cómic sus 'Sueños de tinta' 

MURCIA. Un zagal mazarronero de 18 años llega al Madrid de 1979. Baja del tren en la estación de Atocha, portando su carpeta de dibujos bajo el brazo, una maleta llena de miedos, una timidez contra la que luchar y una pasión por los tebeos que le llena del arrojo que necesita. Mira con una mezcla de curiosidad y desamparo "el mundo desconocido e ignoto" al que se enfrenta. Ese joven que se armó de valor para emprender el viaje de Murcia a Madrid, que en "aquel entonces era casi como ir a Moscú", es una representación del reconocido dibujante murciano Juan Álvarez, quien ha elegido esta imagen -no exenta de ternura- para la portada de su último libro, Sueños de tinta, en el que cuenta las andanzas de un joven dibujante de la transición que busca en la capital hacer realidad su única aspiración: dibujar cómics.

Se trata, explica Juan Álvarez, de una obra "prácticamente" autobiográfica en la que cuenta cómo llegó, cargado de sueños, al Madrid de la Movida, pero también de los asesinatos de ETA; al Madrid que vivía una explosión de libertad, pero por el que transitaban nostálgicos del franquismo. Allí, el dibujante se juntó con otros jóvenes "como yo", llegados de provincias y que buscaban una oportunidad. Recuerda que fueron tres años -del 1979 al 1982- en los que vivió con "mucha intensidad" y en los que hizo amigos para toda la vida.

"Cumplir un sueño era algo que anhelábamos los jóvenes de la transición. Habíamos nacido durante el franquismo, sí, pero jugábamos en la calle y dibujábamos sin parar llenando nuestra infancia y, posteriormente, nuestra juventud de esperanza y fantasía. Pero cumplir los sueños significaba, para los chicos de provincia, tener que ir a la capital y luchar por lo que nos apasionaba: el cómic", asegura el mazarronero.

Por ello, Sueños de tinta "es la historia de una generación que vivió en una continua búsqueda para llegar a ser profesionales de la historieta. Es la historia de unos veinteañeros llenos de ilusión que descubrieron el dibujo animado, descubrieron el amor, el humor y lo difícil que era, a veces, gestionar las emociones en un Madrid lleno de conflictos sociales y de atentados de ETA".

La oportunidad le llegó a Juan Álvarez realizando animaciones para Hannah Barbera, lo que le abrió las puertas para participar en la famosa serie de dibujos animados Don Quijote de La Mancha, de RTVE. "Ahí logré tener una nómina, que es lo que quieren todos los padres para sus hijos, y una seguridad", señala Álvarez, quien rememora cómo tras las largas jornadas de trabajo llegaba a su piso compartido y se ponía a dibujar ante el asombro de sus compañeros que no entendían de dónde sacaba las fuerzas. "Pero es que lo que yo quería era dibujar cómics", señala. Y esa fue la razón de que, tras ese periodo, regresara a la Región. "Las editoriales estaban en Barcelona, por lo que no importaba desde donde hicieras tu trabajo".

Un trabajo muy aplaudido

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