MURCIA. La Región de Murcia guarda en su interior paisajes únicos, pueblos con historia y espacios naturales que merecen una visita pausada. Desde las tierras del Altiplano —con Jumilla y Yecla como referentes enoturísticos y patrimoniales— hasta la cuenca de Mula o el singular Valle de Ricote, este recorrido invita a desconectar y descubrir rincones sorprendentes.

El Altiplano: Jumilla y Yecla

Yecla abre la ruta con uno de sus emblemas arquitectónicos: la Basílica de la Purísima Concepción, coronada por una cúpula semiesférica de teja vidriada azul y blanca decorada en espiral. En su interior destacan capillas y obras de gran valor, como el Cristo arrodillado ante la Cruz de José Esteve Bonet, la Virgen de las Angustias de Francisco Salzillo o las pinturas murales del lorquino Manuel Muñoz Barberán que decoran la nave central.

A pocos kilómetros, el paisaje se vuelve agreste en la Sierra de Salinas, uno de los espacios naturales más importantes del Altiplano. Sus barrancos y laderas conforman un entorno de alto valor ecológico cuya cima, conocida como la Capilla del Fraile (1.237 m), es el punto más elevado del término municipal de Yecla.

Jumilla, por su parte, es un auténtico santuario para los amantes del vino. Sus viñedos, bodegas y alojamientos rurales permiten disfrutar del enoturismo en estado puro, descubriendo paso a paso la elaboración de sus afamados vinos con Denominación de Origen. La subida al Castillo de Jumilla por el Camino del Subidor regala una de las panorámicas más impresionantes de la Región. Declarada Monumento Nacional, esta fortaleza gótica corona el cerro del mismo nombre.

Noroeste murciano: Caravaca, Cehegín y Calasparra

El recorrido continúa hacia el Noroeste, donde Caravaca de la Cruz se presenta como destino imprescindible para quienes buscan patrimonio, historia y ambiente urbano. Su Santuario de la Vera Cruz, accesible a pie o en minibús turístico, preside una ciudad que invita a recorrer a pie su casco antiguo: la Iglesia del Salvador, el Templete, la Casa-Museo de los Caballos del Vino o el Museo de la Fiesta.

Muy cerca se encuentra el Paraje de las Fuentes del Marqués, un espacio catalogado como Sitio Histórico y convertido en uno de los pulmones verdes de Caravaca. A solo dos kilómetros del centro, este entorno natural combina manantiales, senderos y vegetación exuberante.

A diez minutos de allí, Cehegín conserva uno de los cascos antiguos mejor valorados de la Región. Declarado conjunto histórico, invita a pasear por la Plaza del Castillo, la Iglesia de Santa María Magdalena, los alrededores del Palacio de los Fajardo y su mirador urbano, con magníficas vistas sobre el valle del Argos.

La ruta continúa hacia Calasparra, donde el Santuario de la Virgen de la Esperanza sorprende por su enclave excavado en la roca y rodeado de vegetación junto al río Segura. Su fácil acceso y visita gratuita lo convierten en uno de los lugares más emblemáticos del municipio.

Cuenca de Mula y Valle de Ricote

En la cuenca de Mula, el visitante puede descubrir el Castillo de Mula —cuyo acceso interior requiere reserva previa— y el Museo Ciudad de Mula, ubicado en el Convento de San Francisco. A las afueras se encuentra el yacimiento romano de Los Villaricos, que permite adentrarse en el pasado agrícola y doméstico de la zona.

La despedida del viaje llega en el Valle de Ricote, conocido también como el Valle Morisco por la fuerte herencia cultural que conserva. Es uno de los paisajes más singulares de la Región: el río Segura serpentea entre montañas, huertas tradicionales, palmerales y miradores que permiten contemplar el valle en toda su amplitud. Localidades como Ulea, en pleno corazón del valle, ofrecen vistas privilegiadas de este entorno fértil y sereno.