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Un espacio monumental para un artista inmenso: la pintura de José Lucas inunda San Esteban de color, pasión y autenticidad

Los hijos del pintor anuncian una donación de obra a la Región, que le rinde homenaje con una gran exposición en Murcia

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  • Exposición de José Lucas en San Esteban
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MURCIA. Un espacio monumental para un pintor inmeso como era José Lucas. Y una exposición que no pretende ser una retrospectiva del artista fallecido hace menos de dos años, sino un merecido homenaje con el que la Región conmemora -y agradece- el legado artístico que ha dejado este ciezano apasionado, impetuoso y enamorado de su tierra. La muestra José Lucas, expresionista en el laberinto barroco se ha inaugurado este miércoles en la iglesia desacralizada del Palacio de San Esteban, en un acto en el que han confluido el cariño y el orgullo de sus hijos Antonio y María, la amistad de la que gozaron unos privilegiados y la admiración compartida por los muchos asistentes que no se quisieron perder este reconocimiento, desde el propio presidente de la Comunidad, Fernando López Miras, y la consejera de Cultura, Carmen Conesa, hasta numerosos representantes del mundo de la cultura murciana.

 

Ante tantos amigos del pintor fallecido, su hijo, el escritor y periodista Antonio Lucas, anunció que la familia ha decidido hacer una donación de obra del artista a la Región de Murcia, como había sido deseo de su padre, que aunque vivió muchos años en Madrid siempre volvía a su tierra, presente en su forma de ser y en los colores de sus pinceladas. El poeta madrileño -quien consideró que con esta exposición la obra de José Lucas se reoxigena- también apuntó que esta semana se recolocarán los murales de su padre en la renovada estación de Chamartín, un trabajo en el que el artista estuvo involucrado hasta el último momento.

 

Comisariada por Francisco Jarauta y Pedro MedinaJosé Lucas, expresionista en el laberinto barroco ha llenado de color, fuerza, pasión y valentía las paredes de este templo desacralizado, las mismas desde las que, en otras épocas, vírgenes y santos vigilaban a los feligreses. Pepe Lucas, seguramente, habría tenido una frase ingeniosa al respecto ("él que era tan ágil repentizando", recuerda su hijo). Allí se pueden contemplar ahora varias piezas del ciezano desconocidas por el público general. Entre ellas, se encuentra la impresionante instalación del interior de la sede de la Confederación Hidrográfica del Segura en el Palacio Fontes de Murcia, que nunca había sido mostrada en público.

 

Además, se han rescatado piezas inéditas de la serie El retablo de la lujuria (1999) y 24 obras vinculadas inicialmente a esta exposición, si bien pertenecen a una serie inédita llamada Bestiario, que siguió desarrollando desde entonces, acompañada por varios cuadernos de artista. Un trabajo que permite entender su proceso creativo, la importancia de esta serie e incluso el origen de sus motivaciones en el mundo de la poesía, como avala el material documental recopilado que acompaña a los retratos de poetas contemporáneos.

Un creador sin miedo

  • Exposición de José Lucas en San Esteban -

José Lucas representa una singularidad extraordinaria dentro del panorama artístico contemporáneo español, según han destacando los comisarios de la exposición, quienes señalan que su obra, marcada por una originalidad inquietante y una versatilidad que cruza las fronteras estilísticas convencionales, lo consagra como un creador cuya voz es única, no pudiendo reducirse a una corriente o movimiento concreto. Y es que, añaden, su pintura fluye entre diversas orillas y con una gran capacidad para integrar diversos lenguajes, sin asentarse definitivamente en ninguno de ellos. Además, son significativas sus incursiones en el mundo de la escultura pública y la instalación.

 

Todo ello, hace que "no exista mapa que abarque su obra, ni estilo que lo defina, siendo su trayectoria profesional una travesía en incesante transformación, que descubre un creador sin miedo a cambiar de piel para seguir consolidando una mirada personal". "Por ello, seguir sus pasos es como mirar un espejo que se fragmenta y recompone a lo largo del tiempo, que cuenta con diferentes etapas, cada una de ellas con una idiosincrasia propia, aunque con motivaciones comunes". Por ello, la exposición José Lucas, expresionista en el laberinto barroco busca reproducir un espíritu que se va desvelando desde las obras más conocidas a otras lejanas en el tiempo, en las que aparecen referencias que permiten explicar sus derivas posteriores.

 

Cabe recordar que muchas de la obras más significativas de José Lucas se hallan en la Región de Murcia, entre las que destacan las cerámicas del Paseo de Cieza, los murales de la fábrica de El Pozo en Alhama y los de la Asamblea Regional, todas las obras realizadas para la Confederación Hidrográfica del Segura, desde las instalaciones en su sede en el Palacio de Fontes en Murcia a la Casa del agua en el Pantano de Santomera, sin olvidar el depósito en la Estación del Carmen de Murcia. 

 

Todos estos trabajos reflejan su visión innovadora, su habilidad para capturar emociones intensas y su profunda exploración estética, desde el ámbito de la abstracción a una figuración que parece remontarse a las profundidades de las creencias mitológicas, como testimonian dos de sus series más famosas, El retablo de la lujuria (1999) y Minotauro (2004), ambas inauguradas en el Palacio Almudí.

Un análisis de la figura y legado del artista

  • Exposición de José Lucas en San Esteban -

Con motivo de la exposición, se va a publicar un catálogo con textos de Antonio Lucas, así como de los comisarios de la muestra, Francisco Jarauta y Pedro Medina, en los que se reflexiona sobre el proceso creativo del artista, su trascendencia y los criterios que guían este homenaje. De tal forma que esta exposición representa también una oportunidad para analizar críticamente la evolución de su propuesta creativa. "En conjunto, todo el proyecto institucional que conmemora la figura de José Lucas pretende aportar una valiosa reflexión sobre su trascendencia cultural y artística, así como su actual relevancia, esperando que su legado siga dialogando con las nuevas generaciones", apuntan los responsables de la muestra.

 

Antonio Lucas recoge en este texto conversaciones con su padre sobre su obra que constituyen un auténtico tesoro para conocer la honda sensibilidad y la profundidad de pensamiento de este artista que tenía alma de poeta. Comienza así: "Lo he visto pintar tantas veces que exactamente lo he visto pintar toda esta vida. Esa manera suya de entrarle al Moby Dick de la tela en blanco. La disposición de los botes de color alrededor, en un concreto alboroto del que sólo él sabía la clave o el porqué. También dispuestos en cubos los pinceles y las brochas y las espátulas, casi limpias de navegaciones anteriores, de aventuras en las que todos (las brochas, los pinceles, las espátulas y él) salieron más hechos, más rozados de tiempo y vértigo, más acondicionados a una verdad sencilla y extrema y que suena a canción. Esta es: una vez sólo es la vida, apúrala con calma, con hambre, enajenado, distante a la idiotez, altivo si es preciso; abraza la penumbra, no huyas la tristeza, sé fiel a la lujuria, no temas la renuncia. Apúrala en silencio, jamás con abandono. Que nunca sea el recuerdo de un nunca pudo ser. Así pintaba mi padre, al menos así lo vi pintar hasta días antes de su muerte".

 

En otro fragmento, recuerda esta reflexión de José Lucas sobre la pintura: "Antes de pintar está lo que importa. Pintar es el ejercicio, el gesto y el oficio. Pero no puedes ponerte aquí delante sin más. El cuadro sucede sin que sepas qué está sucediendo cuando aún no eres consciente de que lo vas a hacer. Previa al cuadro está la idea de la pintura, la vibración del arte, lo que no se ve, lo que aún no tiene nombre. Si quieres hacer algo notable conviene que traigas alguna mercancía que expresar, algún recado por descifrar. Un daño, un entusiasmo, una excepción, una duda, un vacío. Lo que sea, pero auténtico. Claro que el oficio cuenta. Yo sé resolver con cierta agilidad los callejones sin salida del cuadro, que son más de los que veis. Eso lo concede la edad y la insistencia. Pero el cuadro que te deja satisfecho es el que te deja también desfondado. No creo en la facilidad del arte, sino en la compleja alegría de la mano. Así que cuando me arranco a pintar es porque ya no puedo más, no sé cómo hacerlo de otro modo, y la pintura es mi suicidio sin muerte y mi alivio sin analgésico. Antes de pintar no veo más que la posibilidad del cuadro, pero sí tengo en los ojos su secreto asomado. Dibujar, sin embargo, es más esencial, más lúdico, más medular, más gimnasia. Necesito dibujar para satisfacerme de formas y líneas imprevistas. Y necesito pintar para desobedecerme en todo lo que aprendo dibujando".

"¿Y cuándo das por terminado un cuadro?", le preguntó en otra ocasión Antonio. "¿Cuándo das tú por terminado el mar o el cielo que miras? Dirás que cuando apartas los ojos, pero no es eso. Ni mucho menos. Pues cuando apartas la mirada empiezas a construir en verdad ese mar o ese cielo. Igual sucede en la pintura. Probablemente se acabará cuando nadie sepa todavía que ha acabado". Y ahí está la tela, palpitante, revelada, recobrada bajo esta nueva luz deseosa y siempre por ultimar frente a quien la está mirando", le respondió su padre.

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