Series y televisión

EL CABECICUBO DE DOCUS, SERIES Y TV

'The White Lotus' 3: El arte del dolor de tripa y la risa nerviosa

La última entrega de la serie de Mike White cocina a fuego lento un retrato de la mediocridad de la clase media estadounidense, una verdadera tragicomedia

  • The White Lotus

VALÈNCIA. Me llamó la atención que Boyero se cargara la tercera temporada de White Lotus a las primeras de cambio. Siempre he pensado que se trata de un crítico que solo admite un lenguaje cinematográfico, pero en la televisión, donde la expresión es muy estrecha y se concentran las producciones más afines a su gusto, su opinión me parece relevante. 

Aquí dijo que la tercera temporada de White Lotus era lenta y tendente al publirreportaje sobre Tailandia como destino vacacional. Al ver que las puntuaciones en filmaffinity habían bajado (7 la primera, 7,5 la segunda y ahora 6,7) pensé que debía llevar razón. Ahora, a una semana de que llegue el último episodio y concluya, he aprendido una lección tipo Charles Bronson: solo puedes confiar en ti mismo. Tanto el famoso crítico como los ochocientos que han votado en el portal, en mi opinión, deliran. 

La serie de Mike White evoluciona favorablemente. Hubo un gran salto de calidad en la segunda temporada, Sicilia no era para menos, y era difícil igualar el listón, pero lo que hemos visto hasta ahora ha estado a la altura, para mi gusto, de forma sobrada. Sí que es cierto, como decía el vanagloriado crítico del grupo Prisa, que en los primeros compases la serie podía ser un poco lenta. No obstante, es una presentación de los personajes, que son bastantes. Es una obra coral y, dentro de cada unidad narrativa, no son personajes individuales, sino grupos de amigos o familiares. 

El antecedente cinematográfico de toda la serie es el clásico del cine independiente Happiness, de Todd Solondz, una película realmente alternativa en aquel momento, antes de que lo alternativo pasase a ser lo comercial para, posteriormente, llegar incluso a ser parcialmente obligatorio. Esa película mostraba cómo en el país que lo tenía todo, la felicidad, casualmente, era un bien escaso. Un año después, American Beauty, logró un impacto aún mayor abundando básicamente en lo mismo. La clase media estadounidense era un nido de ratas ahogándose en su propia superficialidad y ambición desbocada. Nada extraño en un país en el que todo, ya sea a la izquierda o la derecha, se basa en el dinero. Paga manda. Guadagnino lo retrató magistralmente en la serie We are who we are, pero no pareció enterarse mucho público sensible a estas cuestiones. 

  • The White Lotus -

En esta tercera temporada de White Lotus, tenemos dos ejemplos paradigmáticos de esa tragicomedia [Deje aquí de leer si no ha visto aún la temporada] una familia con todos los complementos de la mediocridad adinerada: padre triunfador e hijo que ha elegido, casualmente, la misma profesión que popá –encima el actor es Patrick Schwarzenegger, hijo de la estrella y exgobernador de California-; madre centrada en el qué dirán e hinchada de lorazepam, y unos hijos pequeños donde la más inteligente, al poco de alcanzar su madurez, ha tomado conciencia de que lo que tiene que hacer es huir. 

El segundo ejemplo es un grupo de amigas de toda la vida, que no paran de exaltar su amistad, pero detrás, como es predecible, hay rencores profundos, falsedad y envidias. Cada una, con el paso de los años, está hecha de una pasta distinta, una es empresaria, esclavizada; otra una estrella de la tele, una diva, y la tercera una mujer tradicional que ha votado a Trump

En cuanto a los personajes heredados, está Greg, el viudo de Tanya, y Belinda, su supuesta amiga que iba a recibir dinero de ella para montar su propio negocio. La coincidencia de ambos, casualidad casual, sacará a relucir la muerte en extrañas circunstancias de un personaje que llevó bastante peso de la serie sobre sus espaldas y, paradójicamente, ya no se la echa de menos. 

En el resto del reparto tenemos a un grupo de rusos, estereotipados en el papel de criminales, como es penosa costumbre con los personajes del Este de Europa, y un par de historias a caballo entre la vergüenza ajena y la epifanía sentimental, un director del resort que en realidad quiere ser cantante y un vigilante de seguridad que tiene problemas para el desempeño de su profesión porque es demasiado buena persona. La verdad es que, junto a la escort francesa, Chloe, y Chelsea, novia de un cincuentón quemado por la vida, son un telón de fondo de interés limitado para las dos grandes historias: la familia y las amigas. 

  • The White Lotus -

La particularidad más importante que tienen todas estas historias es que producen ansiedad y dolor de tripa en el espectador, que sabe lo que pasa, lo que algunos ocultan a los demás, pero no se lo dicen. En el caso de la familia  [reitero, no lea si no la ha visto] el padre oculta que, mientras llegaban a Tailandia, se ha descubierto un fraude y su evasión de impuestos y toda su familia está en bancarrota.

Tiene que poner una sonrisa y aguantar la semana mintiendo, pensando en suicidarse en cada momento. De esta manera, de forma un tanto previsible, el guión le pone delante de los ojos las cosas verdaderamente importantes de la vida, etc… Para el espectador, en cambio, es un placer morboso. Ver a una familia clasista y prepotente actuar como tal, pero sin que sepan que ya son pobres, es una diversión sádica magnífica. 

Con las amigas, la ruptura entre ellas, debido a que una vuelve, una vez más, a quitarle un ligue a otra, también es predecible. Sin embargo, se transmite de forma mucho más realista y penetrante el mal rollo entre ellas cuando algo hace clic y su amistad y el viaje se van al garete. Ya dijo el sabio que si quieres conocer bien a alguien haz un viaje con él y, también, añadió la experiencia, que la cantidad de amistades, e incluso romances, que se rompen por irse de viaje es inenarrable. 

Para llegar al clímax de todos estos desenlaces, evidentemente, el ritmo narrativo ha sido pausado, nos ha permitido familiarizarnos bien con los personajes, para, en los últimos tres capítulos, más el que falta, comenzar el festival, un circo de tres pistas en el que todos caen al vacío de sus miserias y fantasmas personales. Es épica, por ejemplo, la fiesta en el yate, donde, superados ya a estas alturas todos los tabúes de la homosexualidad, se sale con el incesto.

Para mí, Mike White lo ha vuelto a hacer. Sus observaciones sociales no son un prodigio de agudeza, generalmente se mueve por lugares comunes, sin embargo, consigue llevar todas esas dobleces sociales y psicológicas a todos los públicos sin que resulten un relato banal lleno de subrayados. Yo ya estoy deseando ver la cuarta. No sé qué destino turístico elegirán, pero como sea España la neurosis que se desatará ante los más mínimos detalles de los personajes locales va a ser de órdago. Una verdadera verbena. Que así sea. 

Recibe toda la actualidad
Murcia Plaza

Recibe toda la actualidad de Murcia Plaza en tu correo

Arte, emoción y recuerdos: la exposición 'Los colores de la memoria' viaja a la Biblioteca de San Javier
Juan Manuel de Prada presenta este lunes en Cartagena su novela 'Mil ojos esconde la noche'