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Rockopop: el programa que se atrevió a preguntarle a los Ramones a qué ramones se refieren

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VALÈNCIA. En el libro Rock around Spain se apreciaba cierto cambio en la evolución de los nombres de los programas musicales de los ochenta. De Tocata, el nombre que recibía un reproductor musical en la jerga juvenil de la época, a Rockopop, una referencia a la película del momento en 1988, Robocop, que había sido estrenada en diciembre de 1987. Pues bien, recuerdo perfectamente mi trauma de niño. Interpretar en el periódico que iban a echar la película por televisión, comentarlo con mis compañeros en clase, negarlo todos ellos, tildarme de loco, yo estar convencido de lo que decía y, al final, salir del equívoco y quedar como un tolai para los restos por la confusión. 

Hubo un tiempo en el que, en España, había programas musicales que dejaban las canciones enteras. Parece un sueño ¿verdad? Hoy es ser un aguafiestas reclamar una escucha superior a diez segundos de cada canción, pero sigo pensando que la música merece la pena por sí misma y no como percha para contar chistes y perdonarle la vida a los artistas… o no, como se hace ahora. 

Con el archivo que tiene televisión española y la posibilidad de emitir entrevistas y contenidos de las horas que hagan falta en su aplicación, sin que tengan que estar sujetas al share, el desaprovechamiento que se hace de la materia prima es deprimente. Luego llegan las plataformas con sus documentales como si fueran la elite y, en realidad, TVE podría hacerlo más bonito, más barato, mejor y como churros. Sin embargo, la discusión está centrada en cómo encajar Sálvame en la reputación del ente y en su prime time, poco o bastante poco debate está orientado al legado cultural que gestiona la cadena y cómo lo utiliza y difunde. 

Rockopop era el enésimo formato de Aplauso, Tocata o A tope. Parece que pasó más a la historia por ser presentado por Beatriz Pécker, hija de José Luis Pecker, también presentador de TVE entre otros medios, o eso se ve en Google, donde es frecuente leer sus “qué fue de”. Sin embargo, el espacio pretendía cubrir la actualidad musical con cierta ambición. Como ella misma explicó en la primera emisión del programa, Rockopop iba detrás de la película de por la tarde los sábados y tenía como objetivo que los jóvenes “retrasasen su salida de casa” unas horas. 

A mí, por mucho que me guste la música actualmente, entonces era un niño y recuerdo ver el programa como un acto de desidia. Siempre me tragaba la película de los sábados, como todos, y si me quedaba viendo Rockopop es que no había tenido fuerza de voluntad para salir a la calle o para encender el Amstrad. Posiblemente estuviese sentado del revés en el sofá, con la cabeza colgando y los pies en el respaldo, totalmente aburrido. Una sensación que entró en vías de extinción a finales de los noventa y de la que ya no hay prácticamente noticias. 

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Al volver a poner ahora Rockopop en la aplicación de RTVE llama la atención la realización. Hoy pensaríamos que es una producción universitaria, al menos por la orientación ante la cámara de las presentadoras, que algunas salen de espaldas cuando hablan ente ellas. 

El primer grupo que actuó fue Los Ronaldos, en plena escalada a la fama en aquel momento, y su cantante, Coque Malla, mostraba muchos tics de los jóvenes de ese tiempo. Responder con evasivas a las preguntas, hacer como que la cosa no iba con él, rascarse nerviosamente lugares inalcanzables de su cuerpo y, todo ello, hablando también de espaldas a la cámara. 

El programa, además, traía una lista de discos que se presentaba como “lo que de verdad se vende en España”, que se elaboraba en colaboración con la SGAE y, posteriormente, el Instituto ALEF. Ahí pensaban introducir algo revolucionario y que desafiaba la conocida Payola de las emisoras comerciales, especialmente la de Los 40 Principales. Si bien antes de este programa, para aparecer en algunos de los otros citados, hay testimonios que dicen que tenían que soltarle unos billetes en la mano a los directores de turno, que en paz descansen.

Un dato curioso es que algunos de los episodios que están subidos a la plataforma de RTVE conservan los anuncios. En YouTube hay muchos de los ochenta, pero algunos como el de las lentes de contacto Soflens yo no había vuelto a verlos, la imagen de la lentilla encogiéndose en los dedos y alguien diciendo “como una gota de agua” son recuerdos que estaban en lo más profundo y salen a la superficie proporcionándonos ese mínimo deja vu de nuestra infancia, que dura fracciones de segundo y solemos referirnos a ello como nostalgia, una droga dura. 

En el programa de finales de octubre del 88, hay una entrevista a Nacha pop que para sus fans será histórica. Es antes de sus últimos conciertos. Les preguntan por qué se disuelven y Antonio Vega contesta que no van a hacerlo, igual que su primo, Nacho, que dice que nunca habían dicho que esos conciertos fuesen a ser de despedida. Pues lo fueron. 

Minutos después, entra una entrevista a Keith Richards, que presentaba su primer disco en solitario, Talk is Cheap. Pecker traducía la entrevista mientras la iba haciendo y duraba un buen rato. Para concluir, el entrevistado era Jorge Martínez, de Ilegales, con sus típicas respuestas pedantes y pretendida gracia. Definitivamente, un programa con esa calidad de contenido sería difícil verlo hoy, ni con los músicos actuales ni con los citados, que aún siguen danzando. 

Otra buena idea que tenían, y que hoy suena a tiempos remotos, era hacer piezas de los conciertos que se celebraban. Por ejemplo, la propia Pecker se desplazó en 1989 a un concierto de El último de la fila en Madrid. La información que se daba no estaba encorsetada ni por el qué dirán, ni por las redes ni por los intereses comerciales, por eso la presentadora empezaba su entrevista al grupo diciendo que el camerino del Pabellón del Real Madrid era “supercutre”. Hoy el club hubiese presentado una queja al Gobierno de la nación y en las redes cierto tipo de madridistas hubiese proferido insultos vejatorios irreproducibles a la presentadora, incluso deseándole la muerte. El progreso es así. 

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Viendo un reportaje así de un directo, con fragmentos de la actuación más largos incluso que los Cachitos, se ve lo que hemos perdido. Poder acceder desde casa a los conciertos de las giras más importantes que pasaban por España o de sus artistas locales, con entrevistas, ahora mismo, es impensable. Por otro lado, tampoco es nada que no se pueda encontrar en los YouTube e Instagram de los artistas. Al que ha ejecutado el siglo XXI es al intermediario, pero elaborar y jerarquizar una información sigue siendo importante, otra cosa es que lo consideren prescindible. 

Pero claro, minutos después, el reportaje con entrevista es sobre un concierto de Los Ramones. Las imágenes del público son impagables 35 años después. Las pintas, los bidones de calimocho y cerveza… quienquiera que fuera testigo de esos tiempos y quiera llorar de nostalgia, pinche en el enlace anterior. Ahora, la entrevista es dura de pelar. A Joey, le preguntan si el nombre del grupo, Ramones, es en honor a los pobres de Nueva York; a Marky, si cuesta mucho tocar la batería tan rápido… Parece un Mockumentary.

Llegado 1990, el programa ya no es ni por casualidad el del 88, es mucho más profesional. Y seguía ofreciendo contenidos de calidad exquisita. Por ejemplo, en enero acudía a Londres porque Bowie había hecho una rueda de prensa acompañada de un concierto acústico sin muchas pretensiones. La reportera era Teresa Viejo, que iba vestida con un atuendo muy distinto al que fue habitual en ella años después. 

Bowie comentaba que su grupo favorito del momento era Guns N’Roses y que al Este de Europa, tras caer el muro, tenía pensado ir más como turista que como músico. Teresa Viejo solo preguntaba por España y lograba que el Duque le dijera: “España es un país muy loco y bastante desorganizado, pero que de alguna manera te hace quererlo”. 

En 1992, la cabecera del programa ya era en 3D, gráficos que son tan primarios que hoy quedarían perfectamente, porque resultan encantadores. Ha pasado tanto tiempo que ni siquiera son obsoletos. Además, el martillo aplastando las “oes” de Rockopop quedó grabado en la memoria para siempre. 

En estos últimos programas ya se advierte la llegada del grunge o el rock alternativo en su peor versión, la de grupos teen de explotación, como EMF. No obstante, en el programa de septiembre, antes de desaparecer, hay un especial de música country muy bien elaborado. Hablaba de música muy comercial, Billy Ray Circus y Garth Brooks, pero el reportaje se parecía mucho a los de Días de Cine (DDC), posiblemente, lo mejor que mantiene la televisión pública en pantalla. He ahí la reflexión pertinente ¿por qué no ha sobrevivido un DDC musical? No es extraño escuchar en el gremio televisivo que poner una actuación musical era sinónimo de que la gente cambiase de canal, que eso es como una ley de hierro. Sin embargo, a las horas a las que se emite DDC el zapeo en la TV convencional tampoco debe ser como la guerra de Vietnam, precisamente. La falta de un programa de música ecléctico, abierto, con opiniones y críticas tan bien elaboradas como las de DDC, es un caso fragante de lo incompleto que es el servicio que debería prestar RTVE. No es que no haya habido intentos, se me ocurre ahora Mapa Sonoro, pero lo que debería haber es un programa decano. 

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