Entrevista

Murcia Plaza Cultura

Asia Ortega y Horacio Alcalá: “'Fragmentos' es un espejo. La película no te juzga, te deja juzgarte tú”

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  • Una imagen de la película.
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La actriz Asia Ortega y el director Horacio Alcalá conversan sobre Fragmentos, una película que aborda la herida abierta del amor, la dependencia y la dificultad de soltar. Un retrato emocional sin artificios, construido desde la verdad, el silencio y la experiencia personal de sus creadores.

Me ha encantado la película. Y te lo digo ya, Asia: tu personaje es al que más he odiado y al que más he adorado al mismo tiempo. Es rarísimo.

Asia Ortega. Me encanta que te pase eso conmigo.

Es que tu actuación me parece una pasada. La película es muy “menos es más”. ¿Qué os atrajo del proyecto? Asia, en tu caso, ¿qué te llevó a decir sí? Y Horacio, ¿cómo abordas esta historia desde la dirección?

Horacio Alcalá. Cuando leí el guion me sentí muy identificado. Yo he dicho esas frases y he estado en esas situaciones. Sentí que podía aportar mucho desde el dolor: el que he vivido y el que he causado. Las relaciones, en estos casos, son de hacerse daño mutuamente.
El trabajo con cada actor fue muy individual: nos contamos nuestras experiencias reales y partimos desde ahí. Ensayamos muy poco todos juntos para evitar un tono teatral, porque la escena central, la de la comida, es especialmente compleja.

A. O. A mí, cuando me llegó el casting, una de las frases que se ha mantenido en la película —“me haces sentir que soy una inestable”— me atravesó. Me sentí súper identificada. Pensé: “Esta mujer necesita cuerpo y voz”. Me daba vergüenza reconocerme en aspectos de ella, y no solo de ella, de todos los personajes. Creo que todos podemos vernos en algún momento. Y pensé también en lo necesario que es que una nieta vaya con su abuela al cine, vea Fragmentos, y luego hablen: que la abuela cuente que en la posguerra tuvo que casarse, y que la nieta le diga: “Mira el móvil, a mí en el fondo no me gusta”. Generar esa conversación intergeneracional era parte del sentido de hacer esta película así.

  • Asia Ortega en una imagen de la película. -

Decías que te daba vergüenza sentirte identificada, pero creo que nos pasa a todos.
H. A. Totalmente. Ayer tuvimos una proyección con estudiantes de cine. Preguntamos cuántos habían estado en una situación así y más de la mitad levantó la mano. Y había manos que querían levantarse pero les daba corte… Tú y yo las levantamos los primeros.
Creo que Fragmentos hay que verla no como una película que te invita a reflexionar, sino como un espejo desde el que tú haces tu propio cuestionamiento. La película no te juzga.

Importante eso: no juzgar.

A. O. Claro. Es uno de los principios del actor: no juzgar al personaje. Creo que he defendido a Alba desde ahí. He sentido mucha ternura por ella. No ha generado caos porque sí; lo ha generado porque tenía caos dentro.

Y también aparece el tema de saber soltar: eso de “te quiero tanto que te tengo que dejar ir”.

H. A. Eso es un aprendizaje personal. Después de una situación muy complicada terminé en tratamiento psiquiátrico durante mucho tiempo. Y ahí aprendí que o sueltas o te haces daño a ti mismo.

Y en tu caso, Asia, hay también esa dependencia emocional tan peligrosa.

A. O. La movida de la dependencia emocional es que el sumiso no es responsable. O es responsable… de darle la responsabilidad al otro.
¿Por qué abro este melón? Porque si tú te entiendes como un personaje pobrecito —“por mi background soy así”— nunca te haces responsable ni cambias. Y además proyectas tus carencias en el otro, pretendiendo que te las llene. La película plantea que no pasa nada: tenemos nuestras vivencias y nos hemos construido personajes. Pero cuando eso ya no se sostiene, hay que escuchar la coherencia y cambiar lo que es insano. Si no, puedes convertirte en alguien que genera actitudes tóxicas.

  • Asia Ortega y Manuel Vega en una imagen de la película. -

Son personajes que dicen muchísimo sin hablar. ¿Eso cómo se trabaja?

H. A. Siempre les planteaba: una cosa es lo que dice el guion, y otra es lo que diría vuestro personaje. Muchas veces Asia o Emma me decían: “Mi personaje aquí no diría nada”. Y lo quitábamos. Y ese silencio decía más que cualquier frase. Todo surgió del trabajo conjunto.

Y en tu caso, Asia, ¿este tipo de personaje es más complejo que otros?

A. O. Es complejo, sí, pero riquísimo. Un salto al vacío. Cuando trabajas ciertos temas, lo tuyo también se pone en vereda.
Disfruté mucho haciendo a Alba. No ha sido costoso, ha sido un aprendizaje. Lo más difícil quizá fue la secuencia de la comida. Alba está totalmente disociada: no quiere estar ahí, pero tampoco quiere estar dentro de sí misma. Y como actriz tienes que estar el doble de atenta: fuera y dentro a la vez, generar caos controlando todo el rato. Ese baile fue de equilibrista, y me encantó.

Y la historia, ya como espectadores: ¿qué os deja? Yo terminé un poco desgarrado. Es un final amargo, muy realista.

H. A. La historia termina mal. Y termina mal porque así es la vida. Ese final la hace real.

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